> SoydelaVirgen : 06/25/20

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25 de Junio: Fiesta de Nuestra Señora Reina de la Paz de Medjugorje



Durante casi 37 años en Medjugorje, una ciudad de Bosnia-Herzegovina, seis videntes afirman que la Santísima Virgen, la “Gospa”, se les aparece todos los días, desde el 24 de junio de 1981. Vicka Ivankovic, Marija Pavlovic e Ivan Dragicevic aún la ven diariamente, en cambio Ivanka Ivankovic, Mirjana Dragicevic y Jacov Colo, la ven una vez al año, Ivanka en el aniversario de las apariciones, Mirjana en su cumpleaños y Jacov el día de Navidad.

Medjugorje es una aldea católica, circundada de aldeas ortodoxas y musulmanas. El término, de origen eslavo, significa “entre montañas”. Es una aldea pobre, de terreno pedregoso apto para el cultivo de la vid y del tabaco. No hay corrientes de agua. Los habitantes, que al inicio de las apariciones eran 3,400, son muy religiosos por tradición. Un signo de su fe lo constituye una gran Cruz, de diez metros de altura y tres de anchura, erigida en la cima del monte Sipovac en 1933, con motivo de los 1900 años de la muerte y resurrección de Cristo. La presencia de la cruz, “kriz”, cambió el nombre de la montaña que ahora se llama Krizevac. En la parroquia se encuentra una iglesia grande, dedicada a Santiago Apóstol y edificada entre 1937 y 1969. La iglesia, con sus dos campanarios, fue construida excesivamente amplia para su tiempo.

Todo empezó el 24 de junio de 1981 aproximadamente a las seis de la tarde. Los niños Ivanka Ivankovic de 15 años, Mirjana Dragicevic de 16, Vicka Ivankovic de 17, Ivan Dragicevic de 16, Ivan Ivankovic y Milka Pavlovic vieron a una mujer joven increíblemente bella, con un niño pequeño en brazos. No les dijo nada, pero les indicó con gestos que podían acercarse. Sorprendidos y asustados, tuvieron miedo de hacerlo, aunque pensaron inmediatamente que se trataba de la Virgen.

El 25 de junio, los chicos acordaron encontrarse en el mismo lugar donde la Virgen se había aparecido el día anterior, con la esperanza de verla de nuevo. De pronto vieron un destello de luz. Miraron hacia la colina y vieron a Nuestra Señora, esta vez sin el Niño. Estaba sonriente y gozosa y su belleza era indescriptible. Con sus manos les hizo señas para que se acercaran. Los niños se tomaron de las manos y subieron hasta Ella. Inmediatamente cayeron de rodillas y comenzaron a rezar el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria. Nuestra Señora oró con ellos, excepto cuando rezaron el Avemaría.

Después de rezar empezó a hablar con los chicos. Ivanka, antes que nadie, le preguntó acerca de su madre quien había muerto unos meses atrás. Mirjana le pidió a la Virgen que les diera un signo para mostrar a la gente que no estaban locos ni mentían, como algunos decían.

La Virgen finalmente abandonó a los niños con las palabras: “¡Dios esté con vosotros, ángeles míos!” Pero antes los niños le preguntaron si la verían al día siguiente, Ella respondió asintiendo con la cabeza. A partir de ese día, los chicos continuarían viendo a la Virgen diariamente.

Según los videntes, todo el encuentro fue indescriptible. Ese día, dos niños que formaban parte del grupo del día 24, no estaban: Ivan Ivankovic y Milka Pavlovic. En su lugar fueron otros dos: Marija Pavlovic y Jakov Colo. Y desde entonces, según esos seis niños, la Virgen se les aparece regularmente. Milka Pavlovic e Ivan Ivankovic, que estuvieron presentes el primer día de las apariciones, no volvieron a ver más a la Virgen, aunque volvían al lugar de las apariciones con la esperanza de verla.

El tercer día, 26 de junio, los niños iban de camino al mismo lugar donde se les había aparecido la Virgen. Estaban muy contentos, aunque, la alegría se mezclaba con el temor al preguntarse cuál sería el resultado de todo aquello. Pero a pesar de todo, los niños sentían una fuerza interior que les empujaba a encontrarse con la Virgen.

De repente, mientras los niños se encontraban aún de camino, un resplandor apareció por tres veces. Para ellos, y para quienes les seguían, era una señal que indicaba la presencia de la Virgen. En ese tercer día, la Virgen se apareció todavía más arriba que en los días anteriores. De repente, la Virgen desapareció. Pero cuando los niños empezaron a rezar, acudió de nuevo. Estaba alegre y sonreía serenamente, y otra vez más, su belleza era irresistible.

Cuando los niños salieron de casa, algunas mujeres mayores les aconsejaron llevar agua bendita con ellos para asegurarse de que no se trataba del demonio. Cuando estuvieron con la Virgen, Vicka cogió el agua y la echó en dirección a la visión, diciendo: “Si tú eres nuestra Madre bendita, por favor quédate, y si no, aléjate de nosotros”. La Virgen sonrió al oír eso y se quedó con ellos. Entonces fue cuando Mirjana le preguntó su nombre, y la Virgen le respondió: “Soy la Bienaventurada Virgen María.”

Ese mismo día, bajando del Podbrdo, la Virgen se apareció nuevamente, esta vez sólo a Marija, diciendo: “Paz, paz, paz y sólo paz”. Detrás de ella, Marija pudo ver una cruz. Tras lo que la Virgen, con lágrimas, corroboró: “¡La paz debe reinar entre el hombre y Dios, y entre todos los pueblos!”.

Al día siguiente, 27 de junio, la Virgen se apareció tres veces a los niños. Esta vez, los niños le preguntaron muchas cosas, y la Virgen les respondió a todo. Para los sacerdotes, dio el siguiente mensaje: “Tienen que creer firmemente, y tienen que cuidar la fe del pueblo”. Nuevamente, Jakov y Mirjana pidieron una señal, porque la gente había empezado a acusarles de mentirosos o de estar bajo los efectos de las drogas. “No tengáis miedo de nada”, les contestó la Virgen.

Antes de despedirse, al preguntarle si volvería, dijo que lo haría. Bajando el Podbrdo, la Virgen se apareció una vez más para despedirse con estas palabras: “¡Que Dios esté con vosotros, mis ángeles, iros en paz!”.

El día 28 de junio, el quinto día, multitudes venidas de todos los rincones, iban agrupándose ya desde muy temprano. Hacia el mediodía, había unas quince mil personas. Ese mismo día fray Jozo Zovko, el párroco, interrogó a los niños sobre lo que habían visto y oído en los días anteriores.

A la hora de costumbre, la Virgen se apareció. Los niños rezaron con Ella, y Vicka, le preguntó: “Mi querida Señora, ¿qué quisieras de nosotros, y qué de nuestros sacerdotes?”. La Virgen le contestó: “La gente debe rezar y creer firmemente”. De los sacerdotes, dijo que debían ser fuertes en la fe, y ayudar a los demás a creer firmemente.

Ese día, la Virgen se apareció y se retiró varias veces. Una de las veces, los niños le preguntaron por qué no se aparecía en la parroquia, para que todo el mundo la pudiese ver. Contestó: “Bienaventurados aquellos que sin haber visto, han creído”.

Aunque la multitud les importunaba con sus preguntas y curiosidades, y el día era bochornoso y pesado, los niños se sentían como en el cielo.

El sexto día, 29 de junio, los niños fueron llevados a Mostar para un reconocimiento médico, tras el cual se diagnosticó que estaban “sanos”. El informe del médico jefe de servicio fue: ” No están locos los niños, sino la persona que los ha traído aquí.”

Ese día, en la colina de las apariciones, la multitud fue mayor que nunca. Tan pronto como los niños llegaron al lugar de siempre y empezaron a rezar, la Virgen se apareció. En esta ocasión, la Bienaventurada Virgen María les exhortó a tener fe, diciéndoles: “La gente debe creer firmemente y no tener miedo”.

Ese día, una doctora que iba siguiendo y observando a los niños durante la aparición, deseó tocar a la Virgen. Los niños guiaron su mano hasta el hombro de la Virgen, y sintió como un estremecimiento. La doctora, aunque era agnóstica, tuvo que reconocer: “Aquí, algo extraño está pasando”.

El mismo día, un niño llamado Daniel Setka, fue milagrosamente curado. Sus padres lo llevaron a Medjugorje, pidiendo su curación. La Virgen había prometido que se curaría si los padres rezaban, ayunaban y creían ferviertemente. Así pues, el niño fue sanado repentinamente.

El 30 de junio, dos chicas jóvenes propusieron a los videntes dar un paseo en coche. De hecho, su intención era llevarlos lejos de la zona, y retenerlos hasta que pasara el tiempo habitual de la aparición. Sin embargo, aunque los niños se encontraban bastante lejos del Podbrdo, en el momento de la aparición, ocurrió que una llamada interior les empujó a salir del coche. Tan pronto lo hicieron, y se pusieron a rezar, la Virgen se acercó hacia ellos, desde el Podbrdo, que en ese momento se encontraba a un kilómetro de distancia. Rezaron siete padrenuestros, siete avemarías y siete glorias. La trampa de aquellas jóvenes no surtió efecto.

Después de esto la policía empezó a poner trabas a los niños y a los peregrinos para subir al Podbrdo, el lugar de las apariciones. Y se prohibió, primero a los niños y luego a la multitud, subir a la montaña. La Virgen siguió apareciéndoseles en lugares escondidos, en sus casas y en el campo. Los niños ya tenían confianza y hablaban abiertamente con la Virgen, buscando ilusionadamente sus consejos, escuchando sus advertencias y mensajes.

De esta forma, los acontecimientos de Medjugorje continuaron hasta el 15 de enero de 1982.

Al mismo tiempo, el párroco empezó a acoger a los peregrinos en la iglesia, permitiéndoles participar en el Rosario y en la celebración de la Eucaristía. Los niños también rezaban allí su Rosario. Durante este período, alguna vez, la Virgen se apareció en la iglesia. Incluso, el mismo párroco, una vez mientras rezaba el Rosario, vio a la Virgen. Inmediatamente interrumpió la oración, y espontáneamente empezó a entonar un canto popular: “Lijepa si, lijepa Djevo Mario”;-“Oh, qué bella eres, Santísima Virgen María”. Toda la iglesia pudo percibir que algo fuera de lo común le ocurría. Luego declaró que la había visto. Y así, el que hasta entonces no sólo había dudado, sino que había estado en contra de las apariciones, se convirtió en defensor de los niños y de las apariciones, hasta el punto que ello le costó ser encarcelado.

A partir del 15 de enero de 1982, los niños vieron a la Virgen en una capilla lateral de la parroquia. El párroco lo preparó así por las dificultades e incluso peligros que nuevamente se presentaron. Previamente, los niños se aseguraron de que ello estaba de acuerdo con los deseos de la Virgen. De todas formas, debido a la prohibición del obispo diocesano, desde abril de 1985, los niños dejaron de usar el entorno de la iglesia como lugar de las apariciones. A partir de ese momento, tuvieron lugar en una sala de la casa parroquial.

Desde el principio de las apariciones hasta hoy, sólo ha habido cinco días en los que ninguno de los niños ha visto a la Virgen.

La Señora se ha presentado como la Reina de la Paz y de la Reconciliación. Viene para acercarnos al corazón de Dios mostrándonos el camino de la paz. Nos invita a todos a la santidad y para ello nos propone medios muy simples, al alcance de todos.

La Virgen ha prometido comunicar a cada uno de los videntes diez secretos. Hasta el día de hoy, tres de los videntes, Ivanka, Mirjana y Jackov han recibido sus diez secretos, y no reciben ya la aparición cotidiana, sino que una vez al año ven a la Santísima Virgen. En cambio, Vicka, Marija e Ivan, que sólo recibieron nueve secretos, continúan viéndola diaramente. Según Mirjana, que fue la primera en recibir los diez secretos, dichos secretos serán revelados al mundo por un franciscano, el P. Petar Ljubicic. Diez días antes del cumplimiento del secreto, la vidente y el franciscano ayunarán a pan y agua. El séptimo día, es decir tres días antes de su realización, Mirjana le revelará el secreto al franciscano, quien lo anunciará al mundo.

En julio de 1981, la Virgen prometió igualmente dejar un signo indestructible y visible sobre la colina de las apariciones.

El 25 de cada mes, la Virgen da a Marija un mensaje destinado al mundo entero. Ella lo escribe y se lo transmite a un franciscano de la parroquia de Santiago Apóstol. Posteriormente es traducido y publicado en distintos idiomas.

Desde 1987, la Virgen se aparece a Mirjana el día dos de cada mes y ora con ella por los no creyentes. Esta aparición está ahora abierta a todos. A veces la Santísima Virgen da allí un mensaje público.

Hasta el día de hoy más de treinta millones de peregrinos, incluyendo a sacerdotes, obispos y cardenales, han visitado Medjugorje.

Jueves de la Octava del Sagrado Corazón de Jesús: Fiesta de Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús



ORIGEN DE LA FIESTA. — Algunas diócesis y familias religiosas celebran hoy la fiesta del Corazón Eucarístico de Jesús. Bastarán unas líneas para orientar a los fieles en esta devoción y señalar las características diferenciales que la distinguen de la devoción a la Sagrada Eucaristía y de la del Sagrado Corazón, que desde hace dos semanas vienen siendo objeto de nuestras meditaciones.

El 22 de Enero de 1854, una religiosa escuchó de labios de Jesús estas palabras: "¡Cuántas almas hay que me rodean y no me consuelan! Mi Corazón ansia amor, como el pobre pide pan. Es mi Corazón Eucarístico: ¡haz que se le conozca y se le ame! ¡Extiende esta devoción!": El deseo de Nuestro Señor llegó a realizarse. Aprobada por Pío IX y por sus sucesores, se halla hoy día extendida y se practica en todo el mundo católico. Benedicto XV aprobó el 9 de noviem198 e l tiempo despues de. p e n t e c o s t es bre de 1921 Misa y Oficio propios, y asignó la fiesta del Corazón Eucarístico de Jesús, al Jueves siguiente a la Octava del Corpus.

OBJETO DE LA FIESTA. — La misma Iglesia nos indica el objeto de esta devoción: que "es la de honrar el acto de suprema dilección, por el que Nuestro Señor, prodigando todas las riquezas de su Corazón, instituyó el adorable Sacramento de la Eucaristía; para permanecer con nosotros hasta el fin de los siglos".

Mientras la devoción a la Sagrada Eucaristía se dirige al Hombre-Dios, verdaderamente presente en nuestros altares bajo los velos de las sagradas especies y tiene como objeto la misma Persona de Jesús, la devoción al Sagrado Corazón Eucarístico trata de rendir un culto de veneración y de amor agradecido a este acto particular de Jesús, que realiza y perpetúa el don de la Eucaristía. Es la devoción al amor inspirador, creador y continuador de la Eucaristía.

En tanto que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, honra, bajo el símbolo del corazón, toda la caridad del Salvador, de donde han brotado los torrentes de las gracias más preciosas, esta otra considera la caridad de Cristo sólo en la obra de amor por excelencia y rinde homenaje a este acto de amor, al cual debemos la institución de la Eucaristía, la presencia real y permanente de Jesucristo en el tabernáculo, su inmolación en el Santo Sacriñcio de la Misa, su donación a cada uno de nosotros en la sagrada comunión.

LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN EUCARÍSTICO. — Este acto de suprema dilección, olvidado por tantos cristianos, exigía un culto especial de acción de gracias, de adoración, de reparación y de súplicas.

El Sumo Pontífice, al fijar esta fiesta en estos días, ha querido mostrarnos que la devoción al Corazón Eucarístico encierra en sí lo que tienen de más excelente las devociones al Sagrado Corazón y a la Eucaristía. Tiene el secreto de unirlas en admirable armonía, porque en la Sagrada Eucaristía nos muestra a un Dios que se da, como nadie puede darse: víctima por los pecados en el Calvario, pan de vida en la hostia; compañero de destierro en el tabernáculo: ¡qué se da todo entero; con su cuerpo, sangre, alma, divinidad y su Corazón!... Y esta donación tan perfecta, al descubrirnos la esencia misma del Corazón de nuestro Dios, hace a nuestras almas cautivas del amor a Jesús, presente entre nosotros.

Porque el alma cristiana quiere responder a esta inenarrable ternura del Corazón de Jesús. Dios nos amó primero, y nos amó usque in finem, hasta el exceso; tiene una ardiente sed de ser honrado en el Santísimo Sacramento. El alma se ve obligada a exclamar con San Pablo, "la caridad de Cristo nos apremia", y con San Juan: "Amemos a Dios, porque El se adelantó en el amor." Este es el fruto de la devoción y fiesta del Corazón Eucarístico: persuadirnos de que Jesús nos ama, que desea ardientemente nuestro amor, que el fin de su inmolación es nuestra unión con El; y, una vez convencidos de esto, obrar en consecuencia: amarle prácticamente, uniéndonos a El, inmolándonos con El y anonadándonos ante El, para que podamos decir con el Apóstol: "vivo yo, ya no yo, pues es Cristo quien vive en mí."

He aquí la oración compuesta por la confidente del Corazón Eucarístico de Jesús y aprobada por la Iglesia:

 
Corazón Eucarístico de Jesús, compañero en nuestro destierro, yo Te adoro.
Corazón Eucarístico de Jesús, yo Te adoro.
Corazón solitario, Corazón humillado, Corazón abandonado,
Corazón olvidado, Corazón despreciado, Corazón ultrajado,
Corazón desconocido de los hombres,
Corazón amante de nuestros corazones,
Corazón ansioso de amor,
Corazón paciente en escucharnos,
Corazón pronto a favorecernos,
Corazón deseoso de que se le ruegue,
Corazón fuente de nuevas gracias,
Corazón silencioso, que desea hablar a las almas,
Corazón, grato refugio de la vida escondida,
Corazón, maestro de los secretos de la unión divina,
Corazón del que duerme pero siempre está vigilante,
Corazón Eucarístico de Jesús, ten piedad de mí,
Jesús-Hostia, deseo consolarte,
Me uno a Ti y me inmolo contigo,
Me anonado en tu presencia,
Quiero olvidarme de mí mismo para pensar en Ti,
Ser ignorado y despreciado por tu amor,
No ser amado ni comprendido sino de Ti;
Callaré para escucharte, y saldré de mí para perderme en Ti.
Haz que temple así tu sed de mi salvación, tu sed ardiente de mi santidad, y que, purificado, Te consagre un amor puro y verdadero,
No quiero cansarte en esperarme; acógeme, a Ti me entrego.
Te confio todas mis obras; y mi espíritu, para que le ilumines; mi corazón, para que le dirijas; mi voluntad, para que la fijes; mi miseria, para que la remedies; mi alma y mi cuerpo, para que los alimentes.
Corazón Eucarístico de Jesús, cuya sangre es la vida de mi alma; ya no viva yo, sino vive Tú solo en mí. Así sea.