> SoydelaVirgen : 10/03/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

3 al 11 de Octubre: Novena en honor a Nuestra Señora del Pilar

 


Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Postrado humildemente con una firme esperanza en Dios, y en la poderosa protección de la Santísima Virgen, comenzara diciendo: Por la señal de la Santa Cruz, etcétera.

Acto de contrición 

Señor mío Jesucristo, Dios Hombre verdadero, Criador y Redentor mío. Por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar; apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, restituir y satisfacer, si algo debiere. Ofrézcoos mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados. Y como os suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosa sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.

Oración preparatoria para todos los días 

¡Oh Señor Omnipotente! en vuestra soberana presencia derramo todo mi corazón, implorando vuestra bondad: yo soy aquella oveja perdida que mi amado Jesús, como Pastor bueno, se afanó tanto en buscarla, la redimió con su preciosísima sangre, y la tomó sobre sus hombros, para volverla al redil de la Iglesia. ¿Permitiréis ahora que se pierda? ¡Ay de mí, me confundo a mí mismo! La causa verdaderamente es mía, porque se trata de mi eterna salud, pero también es vuestra, porque se interesa vuestra gloria. Mas entre tanto viva sobre la tierra, me hallo en la incertidumbre de mi salvación. En semejante conflicto, permitid, Señor, que desahogue con suspiros el profundo sentimiento que aflige mi corazón. Porque, qué me importará ganar el Universo, si me pierdo para siempre. Por esta causa tan importante, elevo mis fervorosos ruegos hasta el trono de vuestra gracia, suplicándoos que libréis mi alma de las furias del león infernal. En Vos confío, Madre piadosa, favorecedme en tan grave necesidad. Acordaos ¡oh graciosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir de nadie, que habiéndose acogido a vuestra protección, pidiendo vuestro amparo, e implorando vuestra intercesión, se haya perdido. Animado yo con esta confianza, acudo a Vos: pecador como soy me presento gimiendo y suplicándoos, que me adoptéis para siempre como hijo, que toméis a vuestro cargo mi eterna salvación. No despreciéis mis palabras, Vos que sois Madre de la palabra eterna. Oídlas propicia, y despachadlas favorablemente, éste será todo mi consuelo sobre la tierra, y me inspirará la más segura confianza de ser colocado un día entre los Coros de los Ángeles, donde alabaré para siempre a Dios mi Salvador, y cantaré eternamente las misericordias de mi excelsa Protectora. Así sea.

Primer día: Milagrosa venida de la Santísima Virgen en carne mortal a Zaragoza

¡Oh Santísima Virgen María! ¡Vos en Zaragoza! Yo os saludo, Soberana Reina, en el día más feliz que vieron las naciones. ¡Grata memoria! Que pasando de generación en generación, mantiene por diecinueve siglos una devoción tierna, una piedad constante, y un agradecimiento. ¡Milagrosa venida! Que así transporta nuestros corazones en un santo júbilo, y excita en nosotros los más tiernos sentimientos de piedad y gratitud eterna. ¡Fineza admirable! ¡Predilección singular! ¡Exceso de amor! Cuando la Madre de Dios vivía aún en la famosa Ciudad de Jerusalén, oficiosamente ocupada en el cuidado de la naciente Iglesia, se dignó venir a Zaragoza a visitarnos en persona. Esta es la tradición más autorizada y respetable. En el año 40 de la Era cristiana, dominando el Imperio Romano, y predicando el Santo Evangelio en esta misma Ciudad, el Protomártir entre los Apóstoles nuestro Patrón Santiago, a tiempo que oraba con sus discípulos en las orillas del Ebro, a la media noche del dos de Enero, se le apareció la Santísima Virgen, Madre de Dios y Reina del Cielo, viviendo aún en carne mortal, llena de majestad, y acompañada de coros de Ángeles, que cantaban diversas alabanzas. Los Ángeles, según su piadosa tradición, traían su Sagrada Imagen y una Columna de jaspe, que hoy con tanta devoción veneramos. ¡Oh beneficio incomparable! ¿De dónde a nosotros tanto favor ¿Por qué es Zaragoza la predilecta? Cosas grandes se han dicho de ti, Ciudad Augusta; pero ninguna eleva tanto tu grandeza, como la venida de la Santísima Virgen en carne mortal. ¡Oh Ciudad de María! Este favor no dispensado a nación alguna, forma tu verdadera gloria, y cubre tu suelo clásico de honor, de riqueza, de nobleza, y la memoria de este prodigio inmortalizada en los fastos de la Iglesia, hará eterna tu gloria, y la de la nación española.

Segundo día: La Santísima Virgen manda al apóstol Santiago que le erija un templo a su nombre en el mismo lugar que le señala

La Reina de los Cielos y Abogada nuestra, no sólo nos ha distinguido entre todas las naciones con su venida a Zaragoza, sino que para perpetuar la memoria de tan singular beneficio, mandó al Apóstol Santiago edificase un templo a nombre de tan gran Señora. El santo Apóstol, vuelve de su éxtasis y de su rapto por el resplandor de su presencia, oye las dulces palabras con que le habla de este modo: Santiago, este es el lugar que yo he elegido: aquí quiere el Omnipotente que dediques un templo, que llevando mi nombre, sea el suyo engrandecido. Este ha de ser mi templo y casa, mi propia herencia y posesión; en el se manifestará la virtud del Altísimo por mi intercesión y mis ruegos a favor de los que pidieren con verdadera fe y piadosa devoción. Aquí se obrarán prodigios, y portentos admirables, especialmente en aquellos que en sus necesidades invocaren mi favor. Mira también ese Pilar, él quedará aquí, y colocada sobre él mi propia Imagen. En testimonio de esta verdad y promesa, estará en este lugar con la fe, hasta el fin del mundo, y nunca faltará en esta Ciudad, quien venere el nombre de Jesucristo, mi Hijo. ¡Qué generosidad! ¡ Qué amor el que nos muestra la Santísima Virgen! La Reina del Cielo ha colocado su trono en Zaragoza Llegaos, hijos de la Iglesia, a este trono de misericordia, pedid con confianza favores y gracias, que esta tierna Madre está empeñada en vuestro bien. ¿Quién jamás la invocó en sus necesidades que no fuera luego socorrido?

Tercer día: La Santísima Virgen nos dejó como un don precioso su sagrada imagen que es nuestro amparo y consuelo en toda tribulación

Grande y digno de toda nuestra gratitud es el beneficio que nos dispensó la soberana Reina de los Ángeles con su venida a Zaragoza, pero también es digno de todo nuestro aprecio, el monumento eterno, la memoria perenne de habernos dejado su sagrada Imagen como un don precioso del Cielo. ¡Oh! ¿Cómo hemos de olvidar beneficios tan singulares, si tenemos siempre a nuestra consideración un recuerdo perpetuo de las finezas de su maternal amor para con nosotros? Acudimos a los pies de tan gran Señora. ¿Pero con qué confianza? Acudimos a derramar toda la efusión de nuestro corazón, en todas nuestras angustias y tribulaciones. Y apenas llegamos a su soberana presencia, ¡oh qué consuelo experimenta luego nuestro afligido espíritu! ¡Oh, cómo se desahoga nuestro corazón en tiernos suspiros! ¡Oh qué ternura, qué dulce consuelo sentimos, cuándo nos postramos en su cámara Angelical! Nuestra alma se enajena de gozo al considerar que en este propiciatorio quedó nuestra benigna Ester, con la vara de oro del celestial Asuero en sus manos, para alcanzarnos favores y gracias. En esta casa de Ángeles, a los pies del trono de la Reina celestial, es donde se han enjugado las lágrimas de tantos afligidos, donde se han templado los gemidos de tantos desconsolados, y donde se han acallado los clamores de tantos desesperados. Todo esto publica a cada paso la gratitud de los españoles más piadosos, y de cuantos verdaderos adoradores acuden a admirar de cerca esta gloriosa Jerusalén, quienes ven cumplido en este santo Templo, de María del Pilar, lo que pedía Salomón al Señor en la dedicación de su santo Templo, cuando decía: "si el extraño y el que no es de tu pueblo, viniere de lejos atraído de la fama de tu grande nombre, y te adorare en este lugar, tú le oirás desde tu firmísima habitación, y cumplirás todas las cosas, por las que el peregrino te invocare, para que todos reconozcan y respeten su sagrado nombre, como lo hace tu querido pueblo."

Cuarto día: La Santísima Virgen nos dejó el pilar santo o columna angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica en Zaragoza hasta el fin del mundo

Zaragoza posee una rica alhaja, un precioso tesoro, una sagrada Columna, que la ennoblece, la protege, la honra y la ilustra. ¿De quién ha recibido este regalo tan magnifico, este don tan apreciable, sino de María? Esta es toda tu felicidad, Católica España, nación magnánima. La Reina celestial fijó en Zaragoza esta misteriosa Columna, significando a los siglos futuros, que perpetuaba gloriosamente entre nosotros el precioso depósito de la fe que nos había confiado. El orbe católico admira la firmeza de esta Columna, que se ha conservado inmoble, en el mismo lugar que señaló la Santísima Virgen, sin que las conquistas de los romanos, el odio de los herejes, el furor de los árabes, haya turbado su permanencia. Todo certifica la grandeza de su fundamento, y la fuerza poderosa de nuestra Princesa. La India, el Asia, el África, sacudieron el yugo de Jesucristo. El universo entero se admiró de verse arriano, en expresión de San Jerónimo. Pero la ciudad de María, fundada sobre la firme Columna, no ha perdido como Jerusalén, su primitivo esplendor. La antorcha de la fe, que la Santísima Virgen encendió en su venida, no se ha extinguido. Innumerables Mártires que forman la gloria de la religión, y el honor de Zaragoza, fueron sacrificados en su defensa.

Quinto día: Glorias y excelencias del santo templo del Pilar de Zaragoza, el primero del mundo dedicado a la Santísima Virgen.

¡La misma Reina de los Cielos y abogada nuestra es la Fundadora de este Templo augusto! Si nuestros mayores vieron en los primeros siglos de la salud cristiana, esa Arca de la nueva Alianza, colocada en la humilde Silo, y bajo un pobre techo edificado por el Protomártir entre los Apóstoles, nuestro Patrón Santiago, y sus santos discípulos, nosotros la adoramos ya elevada a la majestad y magnificencia de este admirable y suntuoso Templo. ¡Oh Trono! ¡Oh monumento de la Reina Celestial! Este es el primer templo del mundo dedicado en honor de la Santísima Virgen. Su célebre invocación del Pilar, ha sido llevada a todas las naciones del Universo, con gloria de su nombre. ¡Oh Ciudad augusta! Tú verás aumentarse la devoción de los fieles, y el orbe católico será un emulo de las glorias de este Templo. Porque no es un edificio, en que haya sólo que admirar la magnificencia, como en el Templo de Salomón la maravilla de su fábrica, no; su grandeza es tanto más excelsa, cuanto que no toma su origen de las obras de los hombres.

Sexto día: Respeto y veneración que se debe al santo templo del Pilar de Zaragoza

Por respeto a la Majestad del Señor que habitaba el templo de Jerusalén, no entraban los Judíos sin purificarse antes. Los Levitas, aunque consagrados al culto del Señor, no pasaban del atrio destinado para los sacrificios. A los Sacerdotes les permitía entrar en el Santuario a ofrecer el incienso sobre el altar de oro, pero rara vez tenían este honor. Sólo el sumo Sacerdote entraba en el Santo de los Santos una sola vez en el año. Estas precauciones asombrosas se dirigían todas a dar una alta idea de la divinidad, y a inspirar el respeto que se le debía en el Templo. Pero estas precauciones son más para nosotros, que por una gracia inefable, poseemos en nuestros templos la realidad que se simbolizaba en aquellas nobles figuras. Por ellas nos enseña el Señor que al acercarnos al Santuario, debemos sentirnos penetrados de un religioso temblor, humillarnos y confundirnos, considerando la infinita Majestad de nuestro Dios y la vileza de nuestro ser. Mas si este religioso pensamiento, debe excitar mi fe, mi respeto y veneración a todos los templos; este Propiciatorio y Cámara Angelical erigida en Zaragoza por mandato de la Santísima Virgen, tienen otra excelencia, otra dignidad y privilegio grande, que debe excitar en mí sentimientos y demostraciones de un santo temor, de una humildad profunda, de un sumo respeto y veneración, porque éste es el lugar que la Reina de los Cielos eligió para su culto, aquí fijó sus virginales plantas, aquí permanecen sus ojos y su corazón hasta el fin de los siglos. Adoremos esta tierra santa, santificada con la presencia de Dios y de la Santísima Virgen, y exclamemos con el Patriarca Jacob: ¡Oh cuán terrible es este lugar, verdaderamente ésta es la casa de Dios, y la puerta del Cielo! Así se excitaban nuestros mayores. ¡Con qué respeto, con qué modestia, con qué devoción asistían a este Santo Templo! Pero, ¿cómo ha desaparecido la fe y la piedad de nuestros Padres? ¡Ah, en los días más grandes y misteriosos, se advierten mayores excesos de lujo, de vanidad, y de presunción!

Séptimo día: El santo templo del Pilar de Zaragoza y el templo vivo de nuestra alma

¡Qué ideas tan sublimes me hacen concebir la grandeza, la hermosura, el primor y ornato de tan santo Templo, magnífico Tabernáculo de la Madre de Dios! ¡La santidad de este sitio y de su peculiar elección; los himnos y cánticos de alabanza que se le tributan; la concurrencia y devoción de los fieles! Aquí se invoca su santo nombre: aquí resuenan sus altos privilegios: aquí se ostenta su bondad y su clemencia. ¿Qué diré del aparato, la magnificencia y solemnidad con que se celebran los augustos misterios de nuestra Religión? ¡Oh templo angélico! Tú arrebatas mi pensamiento, y me representas otro templo más suntuoso, el templo vivo de mi alma, su grandeza, su excelencia, su inmortalidad, y la santidad con que debo conservarla. Sí. Yo soy el templo que Dios eligió para su habitación. Así lo dice el Apóstol. El supremo Artífice levantó ese templo vivo para su morada, y lo consagró para sí Jesucristo por el Bautismo. Pero ¡oh gran Dios! ¡Cuánto más augusto, más noble y perfecto que este material tabernáculo que miramos! Las expensas y precio de su fábrica, fueron los de su propia sangre. El ara es mi corazón en que Vos queréis ser honrado. El fuego que ha de consumir las víctimas de mis afectos desarreglados es la caridad, y la misma la que ha de exhalar hasta el Cielo el incienso y los perfumes de fervorosos suspiros. La lámpara que ilumina es la fe, que brilla entre una sagrada obscuridad, que le hace más venerable. Las columnas que le sostienen, la esperanza; sus joyas, los dones infusos del divino Espíritu; y todos sus ornamentos y vestiduras, la rica estola de la gracia santificante. El Sacerdote elegido por Dios para los sacrificios, y para alimentar de continuo el fuego sagrado del Altar es cada uno de los fieles. ¡Qué dignidad la nuestra, cristianos! ¡Qué hermosura la de un alma, que es templo animado de Dios, y sobre la cual bajó el Espíritu Santo para hacer en ella perpetua mansión!

Octavo día: Devoción, celo y cultos fervorosos de nuestros mayores a la Madre de Dios del Pilar, en su santo templo

¡Oh Reina de los Cielos! Apenas brillasteis como estrella mística sobre Zaragoza, esparcisteis vuestros resplandores sobre toda la nación española; y cuando Vos, aurora divina, iluminasteis este mismo sitio, se anunció el Evangelio, se levantó el estandarte de la Cruz, y el culto supersticioso fe despreciado: así se transformó en un lugar de Religión y de piedad el que antes lo había sido de abominación. Nuestros mayores, sumamente agradecidos, excitaron su celo ardiente, su piedad extremada, y los cultos más fervorosos hacia Vos, como a su celestial Protectora. Su ardiente celo no se limitó a frecuentar a todas horas el templo Angélico, sino que extendieron sus solícitos esmeros en contribuir a la magnificencia, primor y ornato de esta casa de ángeles, hasta hacerla una de las maravillas del mundo, y digna habitación de la Madre de Dios, que la había honrado con su presencia. Y no sólo en los felices días de la tranquilidad y de la paz, sino también en las más sangrientas persecuciones y en las más urgentes angustias, conservaron siempre puro y jamás profanado, este sagrado asilo de su refugio, no dudando sacrificar lo más precioso en su conservación y su defensa. ¡Oh devoción, celo y cultos fervorosos de nuestros mayores! Otras naciones han estado, si no enemigas, al menos entibiadas en la veneración y obsequio de la Santísima Virgen, pero la católica España se ha visto cada vez más solícita y Zaragoza más fina en el honor de Su amada Protectora. Nunca, jamás, se ha podido entibiar en los zaragozanos este celo por el objeto de su devoción, cada vez más constantes han dado bien claros testimonios de que nadie podía separarlos de la Columna Angélica en que fueron exaltados.

Noveno día: Gratitud de los españoles a su excelsa protectora por los infinitos beneficios que desde su venida ha dispensado a nuestra España

¡Soberana Reina de los ángeles! no ceso de admirar los singulares beneficios que en todo tiempo habéis dispensado a esta gloriosa Jerusalén, y mi alma se enajena de gozo al considerar que Vos habéis sido siempre el objeto más tierno de la gratitud española. ¡Oh gran Señora! Los españoles han estado siempre reconocidos a vuestros beneficios, y ha multiplicado obsequios los más fervorosos, en que os habéis complacido. La venerable antigüedad nos asegura, que en Zaragoza jamás han faltado verdaderos adoradores que, postrados ante la celestial Columna, os han ofrecido sus homenajes. La concurrencia al templo Angélico, las continuas adoraciones, las cesiones magnificas, las ricas joyas, los votos y ofrendas, todo confirma la gratitud más fina. ¡Qué solemnes festividades! ¡Cuántas oraciones en vuestro obsequio! ¡Con qué júbilo entonaban nuestros mayores vuestras alabanzas! ¡Con qué devoción oraban privadamente por todos los ángulos de vuestro magnífico Propiciatorio! ¡Cómo derramaban lágrimas de ternura en el afecto de su devoción! ¿Qué no hicieron en vuestro obsequio aquellos buenos hijos, los Fernandos, los Felipes, los Alfonsos, los Carlos, y cuánto se han empeñado todos los españoles en alabaros y ensalzaros como excelsa Protectora de nuestra España? ¡Pero ah!, ¿cómo se ha apagado entre nosotros aquel fuego que se comunicó a nuestros Monarcas y a tantos que veneraron agradecidos a la Reina del Cielo, en la cámara angelical de Zaragoza? ¡Prelados santos, héroes justos de la antigüedad, que llorabais en este sitio en el exceso de vuestra ternura! ¿Por qué no dejasteis a vuestros hijos, como otro Elías a su discípulo, el espíritu de vuestra devoción? 

Oraciones finales

Terminar cada día rezando cinco Avemarías y las oraciones finales:

Cinco Avemarías

1. En alabanza de la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Avemaría.

2. Por haberle erigido el Apóstol Santiago, por mandato de la Santísima Virgen, su santo Templo en Zaragoza, el primero del mundo dedicado a su nombre. Avemaría.

3. Por habernos dejado como un don precioso su sagrada Imagen, que es nuestro amparo y consuelo en toda tribulación. Avemaría.

4. Por el santo Pilar o Columna angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica en Zaragoza, hasta el fin del mundo. Avemaría.

5. En acción de gracias por los infinitos beneficios que desde su venida nos ha dispensado como excelsa Protectora de nuestra España. Avemaría.

Ahora se pide al Señor, por la intercesión de la Santísima Virgen, la gracia particular que cada uno desea conseguir en esta Novena; y luego se dice la siguiente oración final:

Oración final

¡Oh María! ¡Hija de Dios Padre!, amparad a la Iglesia, que desde su principio ha reclamado vuestra protección. Reconoced en ella la Esposa de Vuestro único Hijo, que la ha rescatado con el precio de toda su sangre. Haced que resplandezca con tal brillo de santidad, que pueda presentarse digna de su divino Esposo, y del precio con que fue redimida ¡Madre de Dios Hijo! que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. ¡Aurora brillante de este sol divino! disipad las tinieblas de la herejía y del cisma. Haced que todos sigan la luz de la verdad, y se apresuren a entrar en el seno de la verdadera Iglesia, donde juntamente con Jesús os conozcan con una viva fe, os invoquen con una esperanza firme, y os amen con un amor perfecto. ¡Esposa del Espíritu Santo, que ha reunido en un sólo rebaño y en una misma religión, tantas y tan diferentes naciones!, derramad sobre los Príncipes cristianos y sus ministros la abundancia de gracias, de que sois dispensadora. Penetrad sus corazones del espíritu de paz y de concordia, que al nacer vuestro hijo se anunció a la tierra: que nada emprendan contrario a la paz y libertad de vuestra Iglesia. ¡Oh María, Templo de la Santísima Trinidad, toda pura y sin mancha en vuestra Concepción! Mirad con ojos de misericordia a la nación española, vuestra nación predilecta, que tanto habéis distinguido de las demás; a pesar de sus pecados, continuad siempre en amarla: mantenedla en la fe católica, apostólica, romana: conservadla en la unidad católica, a fin de que defendida por vuestra gracia de todo error estando al abrigo de toda disensión, y consagrada a servir a vuestro Santísimo Hijo y a Vos con un culto digno, pueda marchar constantemente al fin que le habéis prometido, y merecer teneros siempre por su Protectora en la tierra, y por su Reina y Corona en el Cielo. Así sea.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Peregrinación Juvenil a pie a Luján: Historia

 


“Había que dar cabida a la juventud desalentada y abandonada a una nueva forma de cambiar la realidad: desde el Evangelio y desde la Iglesia. Pero no desde lo que el imaginario popular tenía por Iglesia: la jerarquía, los curas, las tranzas con los poderosos de turno, el ‘no innovar que te fichan’. La Iglesia tal cual es: los sencillos, los humildes, los pobres, los que sirven… Y de eso había bastante en la Iglesia. De entonces y de ahora y de siempre.” Esto escribió el padre Ricardo Larken, miembro de la generación pionera que asumió desde el corazón y luego con su concreción la primera Peregrinación a Luján.

“Cuando ves a un paralítico empujar su silla de ruedas, padres empujar el cochecito con su hijo dormido, una persona renga caminar sin pausa, toda palabra queda demás. Ahí lo real es lo que se impone. Nadie obliga, nadie relata, nadie cuenta. En esta peregrinación de más de 40 años las cosas se viven, se ven y se experimentan con los ojos, el oído, y el corazón.” Esto lo subió a su cuenta de Instagram Pedro Limardo, “un joven arquitecto que trabaja en la villa 31, que quiere y busca encontrar eso de lo que tanto habla Francisco: la sabiduría del pueblo fiel. En épocas de mucha confusión en nuestra sociedad, los más humildes son los que tienen las cosas bien claras”.

¿Pero cómo se gestó lo que llegaría a ser la manifestación de fe más grande del país? Elba Romitelli de Scutari (65), que se contó entre los organizadores de la primera peregrinación juvenil a Luján, en el convulsionado 1975, accedió a contárselo a VR.

-¿Cómo fue que formaste parte de la gestación de la marcha a Luján?
-La peregrinación es el resultado de un proceso de formación que estábamos llevando a cabo como jóvenes de la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Villa Urquiza, con el padre Raúl Rossi ya fallecido, fue obispo auxiliar de Buenos Aires. ¿Qué formación? Pensar en el otro, en las necesidades de los otros. Era un momento muy particular de la Argentina; queríamos meternos en la realidad desde el amor y la Virgen. Nos formamos con el padre Rafael Tello, leíamos los documentos de la Iglesia, las devociones populares y la fuerza que tienen desde hace tantísimos siglos, y en las conversaciones surgió la peregrinación para jóvenes. Los jóvenes en la calle para pedirle a la Virgen que nos ayude, que nos una. No queríamos salir para hacer mal a nadie; pensemos en ese momento, cuando salir tenía una connotación muy riesgosa. De hecho nos costó mucho convencer a algunas personas de la Iglesia de aquel momento.

-¿Y cómo fue eso de convencer?
-Armamos audiovisuales con filminas y proyector, más el grabador, para contarles a los chicos de las parroquias de Capital y Gran Buenos Aires y con curas amigos quién era María de Luján, la historia de la Virgen, de las peregrinaciones, del Negrito Manuel, y les decíamos que queríamos caminar. Y la propuesta prendía.

-¿Ya existía una Vicaría de Jóvenes en Buenos Aires?
-Estábamos en eso. El núcleo fue el padre Tello. La estructura eclesial se manejaba a través del padre Ricardo Larken, que reunía gente en Belgrano; del padre Rossi que nos juntaba en Urquiza, del padre Titín de la Barca, en Flores, y de Joaquín Sucunza [actual obispo auxiliar de Buenos Aires]. Nosotros hicimos la peregrinación con el conocimiento del arzobispo, pero sin su autorización.

-¿Quién era en ese momento?
-El cardenal Antonio Caggiano. El argumento de la curia fue: “No sabemos nada”. Eso quería decir que íbamos por las nuestras. Fuimos desde San Cayetano de Liniers hasta Luján caminando de costado, agarrados de la mano el grupo grande que organizamos, manteniendo a todos los jóvenes que iban a la derecha de la avenida Rivadavia. El cantito era “a la dere, a la dere / a la derecha por favor”.

-¿Y cómo hacían con los baños?
-Eran los de las estaciones de servicio. Pero lo más maravilloso fueron las casas particulares, de gente común que abría las puertas y nos decía: “chicos, vengan al baño”. O señoras que desplegaban las mangueras de su jardín para darnos agua porque nos moríamos de calor.

-¿Con quién quién caminaste?
-Con quien es mi esposo desde hace casi 45 años, Rubén; con Marta Fierro, Juan Gay, Jorge Pérez, Norma Scrinzi, los hermanos Peña, José Luis Perrone, Ana Quina, Raúl Canali, Mario y Claudio Sala, Daniel Blanco, Caio Scarpone, Raúl Gabrielli, el gordo Gadea, el Negro Mercalli, Nelson Pollicelli, gente de los colegios Sagrada Familia de Urquiza, Del Carmen, Conservación de la Fe y Beata Imelda…

-¿Qué te queda de aquellos tiempos fundacionales y qué te suscita ver cómo creció la peregrinación?
-Realmente la Virgen quería eso y no me quedó ninguna duda desde ese primer día. Cuando volvíamos de dar las charlas en las parroquias sobre la peregrinación decíamos: “Si de acá viene uno o dos… está bueno…”. La expectativa era que al llegar ese día nos juntáramos ¿100?, ¿200 capaz? Ya cuando llegamos ese 25 de octubre a San Cayetano y había varias cuadras llenas de jóvenes nos pareció milagroso. Rivadavia llena de gente amontonadita caminando…

-¿Cómo planearon esos 60 km?
-Íbamos todos atrás de la imagen de la Virgen, encolumnados. Adelante, la “Titina” (la camioneta del padre Titín) y una estanciera destartalada de Sucunza con algunas cosas básicas para el camino: comida, por ejemplo. Lo pienso y me parece increíble haber llegado, no solo por la caminata, sino por la tensión de ir cuidando a los demás. Porque por la otra mitad de Rivadavia seguían pasando autos. La policía estaba, pero no para cuidarnos, sino para ver qué hacíamos.

-Si tuvieras que hablar con alguien que nunca peregrinó, ¿qué le dirías?
-Que es una síntesis de la vida. Que es ponerse en marcha. A lo largo de la vida pasás muchas cosas y peregrinar hacia Luján es, en alguna medida, decir que mi vida tiene un fin trascendente y saber que tiene una compañía que es una Madre que nos protege, nos guía, nos escucha.
Desde aquella primera peregrinación hasta la del fin de semana pasado -un total de 45 marchas- hubo millones de historias personales de fe. Como en el caso de Ricardo Villarreal (59) de Monte Grande, papá de tres hijos de 31, 29 y 16, que acaba de cumplir 24 caminatas consecutivas.

-¿Cómo es tu historia?
-Es la historia de mi fe. Aunque recibí los sacramentos, nunca practiqué la religión católica. Pasados mis treinta y pico empecé con problemas familiares, un divorcio de por medio... Pasé de tener todo a no tener nada: me quedé sin mi familia. Un día hablé con un sacerdote y me comentó de la peregrinación. Tenía 35 años. Salí desde Morón. En esos años tenía un régimen de visitas para ver a mis hijos y justo los días de la marcha coincidían con esas visitas. Yo quería ver a mis hijos. Pero decidí caminar y me dio mucha culpa. Llegué a Luján, pero descompuesto y dije “esto nunca más”. Al año siguiente, la fecha de la peregrinación otra vez coincidía con la de las visitas a mis hijos y dije: “Esta vez no me pierdo a los chicos”. Pero fui a Luján antes, el jueves, caminando solo por la orilla de la ruta. Y cada año cuando se va acercando la fecha parece que la olfateás, aparecen esas ganas de ir.

-¿Por qué peregrinás?
-Porque es un tiempo de purificación después de un año de egoísmos y miserias que me hace libre.

-Cuando llegás, ¿qué sentís?
-Llegás sin fuerza a un lugar que tiene mucha fuerza. Sentís el abrazo. Así es la fe.


Lemas

1975: La Juventud peregrina a Luján por la Patria
1976: Los Hermanos sean unidos
1977: Madre, en Ti confiamos
1978: Madre, aquí tienes a tus hijos
1979: Unidos a María anunciemos a Jesús

1980: Con María caminemos hacia Cristo
1981: Anunciemos el Evangelio bajo la protección de María
1982: María, camino de Unidad
1983: María, ayúdanos a perdonar como Cristo nos perdonó
1984: María, camino al Pan de Vida

1985: Con María construyamos una patria de hermanos
1986: Somos tu pueblo
1987: María reúne a su pueblo y nos dice: levántate y camina
1988: María, Madre de nuestra esperanza
1989: María acompaña la esperanza de tu pueblo

1990: Ayúdanos a trabajar por la justicia
1991: Como María, no abandonemos al que sufre
1992: María protege a tu pueblo que camina
1993: La Virgen está siempre con nosotros
1994: Madre hacenos más hermanos

1995: Madre, danos tu fuerza para seguir
1996: Madre ayúdanos, estamos en tus manos
1997: Madre ayúdanos a seguir a tu hijo
1998: Madre míranos y acompáñanos
1999: Madre regálanos tu mirada

2000: Madre, que veamos a Jesús en cada hermano
2001: Madre acaricia nuestras heridas, queremos seguir caminando
2002: Madre, abrázanos fuerte, queremos un pueblo de pie
2003: Madre, gracias por estar con nosotros, queremos cuidarnos como hermanos
2004: Madre ayúdanos, queremos ser un solo pueblo

2005: Madre, enséñanos a cuidar la vida
2006: Madre, necesitamos vivir como hermanos
2007: Madre, ayúdanos a vivir en la verdad
2008: Madre, enséñanos a escuchar
2009: Madre, tu mirada renueva nuestra esperanza

2010: Madre, queremos una Patria para todos
2011: Madre, ayúdanos a cuidar la vida
2012: Madre, enséñanos a trabajar por la justicia
2013: Madre, cuidá la fe de tu pueblo que camina
2014: Madre, ayúdanos a trabajar por la paz

2015: Gracias Madre por estar siempre, ayúdanos a cuidar nuestra Patria
2016: Madre, danos tu mirada para vivir como hermanos
2017: Madre, enséñanos a construir la paz
2018: Madre, danos fuerza para unirnos como hermanos

2019: Ayúdanos a unirnos como pueblo

2020: Madre, abrazanos queremos seguir caminando.