DIA VIII
Por la señal de la santa cruz. Señal de la Cruz.
Oración inicial
Madre mía amantísima del Carmen, aquí vengo a vuestra presencia con el más profundo respeto y veneración a ofreceros el ejercicio de este día, que consagro a vos por haberme admitido, a mí, el más miserable de los hombres, entre vuestros hijos predilectos los Carmelitas, para favorecerme con vuestra especial protección y amor. Yo os doy miles de gracias por ello, Madre mía, y os suplico que iluminéis mi entendimiento e inflaméis los efectos de mi corazón, para hacer con verdadero fruto este ejercicio, a fin de que merezca ser recibido por vos como un obsequio de vuestro hijo. Amén
Muerte y testamento de María a favor de los Carmelitas
I
Tan grande era el amor de María Santísima a los Carmelitas que moraban en aquel Monte de su elección, que no contenta con haberles dispensado mil y mil favores, ya antes de nacer inspirando a Elías, va cuando vivía visitándoles en el Carmelo, quiso darles la prueba más auténtica y solemne de su amor singularísimo y especial maternidad en la postrera hora de su vida mortal. Conociendo que se acercaba el fin de su vida y que pronto debía ser llevada al Cielo para ser coronada por Reina de los Ángeles, hizo llamar a los Carmelitas para despedirse de ellos, porque quería morir entre sus hijos. Porque es una pena muy amarga al corazón de una madre el partir de esta vida hallándose separada de sus hijos; y como María habia elegido y adoptado a los Carmelitas por tales, quería este consuelo para ellos, y por eso los quiso tenerlos presentes. Pero ¿no estaban allí los apóstoles, los discípulos del Señor y las santas mujeres fieles al Redentor? ¿No estaba San Juan, el discípulo amado, que le fue encomendado desde la Cruz por su Santisimo Hijo? No importa. Para el corazón de una Madre es poca cosa tener en torno suyo las personas más un queridas, si le faltan sus hijos, que son las prendas más caras de su corazón. Por eso María no se contenta con verse rodeada y adorada de los apóstoles y mujeres santas; quiere alli a sus hijos, porque quiere darles en esta vida mortal la última prueba de su amor singularísimo y de ser especial Madre suya. Antes, pues, de que su corazón comenzará con efectos ardentísimos de amor de Dios, que fué lo que la arrebató a la otra vida, recreó a sus caros hijos los Carmelitas, allí presentes, con dulces coloquios, abrasando sus corazones, con sus palabras y afectos tan encendidos, en amor a Dios y a la misma Madre tan cariñosa y adorada que así se despedía; y poco antes de expirar les dió por herencia, como a hijos predilectos, dos casas que ella poseía de sus padres, una en Jerusalén, cerca de la Puerta de Oro, donde ella fué concebida, y la casa de Nazaret, llamada ahora de Loreto, donde nació la misma Señora y en la que recibió la visita del Ángel en la Anunciación. ¿Puede darse prueba más convincente del amor y Maternidad especial de María para con los Carmelitas? ¿Y qué extraño es que María hiciera este acto si eran sus hijos y hermanos especiales?
II
Si el amor se conoce en las obras, y cuanto mayores son éstas, mejor prueban la intensidad de aquél, ¿qué amor tan grande, tan intenso no habría en el corazón de María hacia los Carmelitas, para darles una muestra tan extraordinaria del afecto de su corazón? Pero ella conocía bien el grandísimo afecto que sus hijos los Carmelitas le tenían, y por eso se portó así con ellos. Si yo no recibo, pues, gracias y favores manifiestos, que me prueben el amor de María, es porque no la amo de veras, porque no le consagro todo el afecto de mi corazón, como aquellos fervorosos Carmelitas, pues Ella, que es toda amor y misericordia, está esperando un corazón dispuesto para concederle las gracias del Cielo. Yo digo que la amo, pero mi amor no llega a interesar su corazón; yo bien le repito muchas veces: Muestra que eres mi madre; pero si Ella quisiera hablar, también me diría: Muestra que eres mi hijo; yo pienso que mi corazón suspira por Ella, y mi corazón está frío y y acaso sucio y manchado, y un corazón manchado no puede atraer las miradas de aquellos ojos purísimos e inmaculados. Quiero, pues, con la ayuda de Dios arreglar mi corazón, para que siendo templo del Espíritu Santo, reciba las influencias de María, mi Madre amorosísima, para que arda cada día más y más en amor a Jesús y su Santísima Madre, y amándola de esta manera, con un corazón puro y limpio y espíritu fervoroso, mereceré recibir, si no su habitación de la tierra la habitación que ella me prepara en los cielos, porque entonces seré hijo suyo, y su amor y protección especial me llevarán a gozar eternamente, en compañía de Ella y de todos sus hijos que visten el santo Escapulario, las delicias de la Patria celestial, que Dios prepara a sus escogidos.
Oración final
Gloriosísima Virgen, Reina de los Ángeles, Madre de Dios y de los Carmelitas, María Santísima, yo el más indigno de vuestros hijos acudo a vuestras plantas con el afecto que me inspira vuestro amante corazón y la confianza que me da en santo escapulario, prenda vuestra riquísima y señal de mi salvación, para presentaros las suplicas y afectos que mi corazón ha formado en este día en obsequio vuestro para más amaros y mejor serviros. Vos como Madre de Dios y dispensadora de todas las gracias del cielo, todo lo podéis, y como Madre amante y especial de los que visten vuestro santo escapulario, no os negareis a recibir mis pobres suplicas y alcanzarme el remedio de mis necesidades, la gracia de que mi alma os ame y sirva cada día mas durante mi vida y después merezca ser ayudado de vos en la hora de mi muerte.
Pídase ahora con toda confianza la gracia que se desea alcanzar de la Virgen del Carmen
EJEMPLO
Muchos son los milagros que la Virgen del Carmen ha obrado para manifestar el amor que tiene a los Carmelitas y lo que se interesa por ellos para que consigan la vida eterna.
El año 1612 fué muerto en un campo vecino de Nápoles un hombre de la misma ciudad, y asi muerto fué llevado a su casa. Mientras los parientes con grande aflicción lloraban al difunto, abrió éste los ojos y con voz débil, pero clara, dijo que hicieran venir un confesor, porque la piadosa Madre de Dios, atendida la devoción que tenía á su Escapulario y que observaba siempre el miércoles en su obsequio, como cofrade, habia alcanzado de su Divino Hijo Jesucristo el que pudiera volver a la vida para confesar sus pecados, por los cuales debía ser condenado al infierno. Venido el sacerdote, confesó con gran dolor y arrepentimiento de todas sus culpas, recibió los Sacramentos, hizo su testamento, y después de poco murió alabando a Dios y la misericordia de su Madre Santísima, que por la devoción al Santo Escapulario le habia alcanzado la vida eterna.
Obsequio. Visitar alguna iglesia dedicada a la Virgen Santísima del Carmen.
Sentencia. Ninguno puede entrar en el Cielo si no pasa, como por la puerta, por María, profesándole un verdadero amor.
(San Buenaventura.)
Oremus.
Deus, qui Beatissimae semper virginis, et genitricis tuae Mariae singulari titulo Carmeli ordinem decorasti: concede propitius, ut cujus hodie commemorationem solemni celebramus officio, ejus muniti presidiis ad gaudia sempiterna pervenire mereamur. Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.