> SoydelaVirgen : 07/21/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

Martes de Julio: Devoción de santa Ana, madre de la Virgen María



Según se refieren varios escritores, la ínclita y gloriosísima Señora Santa Ana nació en día martes y murió en día martes, de aquí ha venido que la devoción y piedad de los fieles le consagren y dediquen este día y acostumbren honrar su memoria con algún ejercicio de piedad y con alguna obra de misericordia espiritual o corporal. Cada uno podrá hacer lo mejor que le parezca, contando siempre para mayor mérito, con permiso del confesor.

Deseando ardientemente que esta devoción se aumente y que todos experimenten por experiencia propia, lo mucho que vale delante de Dios esta santa, para el socorro de todas nuestras necesidades espirituales y temporales, presentamos este pequeño ejercicio para mayor comodidad de todos los que la aman y para que los que no la amen logren esta felicidad, pues con semejante amor lograrán llevar una vida arreglada, tener una buena muerte y después la vida eterna.

Señal de la Cruz. 

Acto de contrición. Pésame Dios mío... 

Oración preparatoria 

Amabilísimo Redentor de mi alma, ¿con qué objeto enriqueciste de todas las gracias y dones, de todas las virtudes y perfecciones a vuestra segunda madre, Señora Santa Ana? Bien veo que en Ella preparabas una digna habitación para vuestra Santísima Madre, y pues era no solo muy natural, mas también muy justo el que el Templo en que la augusta Trinidad debía efectuar el gran misterio de la preservación de la culpa original en una hija de Adán, fuese un templo sagrado, con los adornos de toda santidad y los privilegios de todo derecho.

Bien veo que la tierra donde se debía ocultar esta pura semilla, debía ser una tierra bendita y, cual tierra sacerdotal, libre de todo gravamen; que el fecundo tallo que debía producir esa aromática y blanca azucena debía estar siempre regando con el agua de la gracia y circular por todos sus tubos y canales la misteriosa savia de santidad. Bien veo que la que debía engendrar, dar a luz, alimentar con leche, cuidar y velar, alimentar y educar a la Madre de Dios, debía tener todo cuanto Dios mismo sabe y puede dar a la criatura que Él predestina para semejante empleo y dignidad, para semejante estado y misterio: Todo esto lo veo con claridad y me alegro y regocijo al ver tanta virtud, perfección y grandeza, es verdad. Pero también veo que entre las gracias que con tanta abundancia le fueron dadas a más de las que la hacía grata a vuestros ojos, recibió también las dadas gratis de vuestra bondadosa mano.

Y esta verdad me entusiasma sobremanera, pues si las primeras tocaban a ella directamente, las segundas le fueron concedidas con relación a mis necesidades; y si con atención me fijo en esa afluencia de gracias que brotan cual misteriosa, cristalina y apreciada fuente, me persuado que no nace, desarrolla y crece, si no es para mí y nada más que para mí. En efecto, ella es más saludable que las aguas del Jordán para salvar de la lepra a Naamán, nos sana, cura y limpia de la lepra de nuestros pecados; impetrando para aquellos y consiguiendo para los pecadores la conversión verdadera y para los justos la disminución de la propensión y afecto al pecado, el aumento de gracias y la perseverancia final.

Piscina misteriosa, cual la que ora en el pórtico de Salomón, no hay enfermedad que de la cual no nos pueda sanar; no hay mancha de la cual no nos pueda purificar; no hay bien, no hay gracia que no nos pueda obtener. En Ella encontramos todos los bienes y por Ella se comunican a nosotros. Monte Horeb, Ella recibe el rocío y la lluvia y nosotros, valle triste y solitario, de su abundancia nos aprovechamos y con afluencia fructificamos para la vida eterna.

¡Fuente admirable, yo os felicito y me felicito! Os felicito por que os veo tan enriquecida como la criatura más predilecta, como la criatura sobre quien siempre ha descansado la mano del Señor. Y me felicito, porque estas mismas gracias y prerrogativas me fortifican en la fe, me sostienen en la esperanza y me encienden en la caridad.

¡Oh Madre mía, y cuánto vales en la presencia de mi Dios! ¡En verdad soy muy desgraciado! Y si miro el actual estado de mi alma me asusto y me acobardo y mi vergüenza llega al extremo de huir de mí mismo y de procurar ocultarme como los primeros padres para con Dios, me animo y cobro nuevos esfuerzos.

Ea pues protectora, abogada y madre mía, vuelvo a Ti mis humillados ojos. ¿Despreciarás al que te pide socorro en sus necesidades? ¿Dejarás sin consuelo al que deposita en tu bondadoso corazón sus esperanzas? Para inclinarte a mis preces y a mis ruegos, te dedico y consagro este día. En un martes naciste y en otro martes pasaste a mejor vida, que en martes sienta yo tu influencia, tu bondad y tu misericordia; más si quieres probar mi fidelidad y mi perseverancia te ofrezco no desistir jamás y esperar pacientemente hasta que me consueles, si conviene a la honra y gloria de Dios, aumento de tus cultos y bien de mi alma. Amén.

Se dice la petición reflexionando por un breve rato.

Oración I 

¡Oh madre mía, Señora Santa Ana! 
Humildemente te suplico, por la amargura 
que experimentó tu corazón santísimo en tantos años 
de esterilidad; por la tristeza y dolor que te atormentó
en la presentación y separación de tu amadísima Hija,
y por el pesar que tuviste en la muerte de tu esposo,
que me obtengas la gracia de sufrir con paciencia y 
resignación los trabajos y amargura, los pesares y 
aflicciones con que el Señor fuere servicio de visitarme
durante mi permanencia en la tierra. 

(Se reza un Avemaría) 

Oración II 

Felicísima Señora Santa Ana, 
que por el gozo que tuvo tu purísimo corazón
cuando el Ángel te anunció tu maternidad; 
por los gozos y transportes de tu alma, 
al tener en tus brazos a María y al 
alimentarla con tu leche, yo te suplico 
que tu protección me atienda, para que lleve 
una vida inmaculada, sin mancharme jamás
con el pecado mortal. 

(Se reza un Avemaría) 

Oración III

Gloriosísima Señora Santa Ana, 
por las gracias que Dios te concedió, 
por tu heroicas virtudes, 
por las caricias que recibiste de tu 
Santísima Hija, por tu muerte preciosa en los ojos 
del Señor; por los consuelos que en ese dulce 
sueño recibiste de María, en cuyos brazos expiraste, 
te pido y suplico me concedas una muerte tranquila,
con los sacramentos y demás auxilios un acto de amor divino
que me endulce ese amargo trance, para el cual te invoco. 
Quiero vivir amándote y diciendo: "Jesús, José y María os entrego por las manos de mi Señor, Santa Ana, el corazón y el alma" 

(Se reza un Avemaría) 

Jaculatorias finales 
Se repite 

Señor, ten piedad 
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad 

Cristo, óyenos 
Cristo, escúchanos 

Ten misericordia de nosotros

Dios, Padre celestial, 
Dios, Hijo Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santa Trinidad, un solo Dios verdadero, 

Ruega por nosotros
Santa Ana, 
Descendiente de la familia de David, 
Hija de los patriarcas,
Fiel esposa de san Joaquín,
Madre de María, la Virgen Madre de Dios,
Amable madre de la Reina del Cielo,
Abuela de nuestro Salvador,
Amada de Jesús, María y José,
Instrumento del Espíritu Santo,
Ricamente dotada de las gracias de Dios,
Ejemplo de piedad y paciencia en el sufrimiento,
Espejo de obediencia,
Ideal del autentico feminismo,
Protectora de las vírgenes, 
Modelo de las madres cristianas,
Protectora de las casadas,
Guardiana de los niños,
Apoyo de la vida familiar cristiana,
Auxilio de la Iglesia, 
Madre de misericordia, 
Madre merecedora de toda confianza, 
Amiga de los pobres, 
Ejemplo de las viudas,
Cura de los que sufren del mal,
Madre de los enfermos, 
Luz de los ciegos,
Voz de quienes no pueden hablar, 
Oído de los sordos,
Consuelo de los afligidos,
Alentadora de los oprimidos,
Alegría de los ángeles y santos,
Refugio de los pecadores, 
Puerto de salvación,
Patrona de la buena muerte, 
Auxilio de cuantos recurren a ti, 

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
perdónanos Señor. 

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
escúchanos Señor. 

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
ten misericordia de nosotros.

- Ruega por nosotros beatísima santa Ana, 
- para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. 

Oremos. 
Dios todopoderoso y eterno, que te has complacido en escoger a Santa Ana para que de ella naciera la Madre de tu amado Hijo. Haz, te rogamos, que cuantos la honramos con especial confianza podamos, por su intercesión, alcanzar la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 

CORONA ANGÉLICA DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL



De acuerdo con una piadosa tradición el arcángel san Miguel declaró a una persona devota que le sería grato se pusieran en uso las siguientes oraciones en honor suyo. La propagación y difusión de esta devoción se debe a una religiosa carmelita del monasterio de Vetralla, diócesis de Viterbo (Italia), muerta con fama de santidad en 1751. El 8 de agosto de 1851 Pío IX concedió indulgencias a la práctica de este piadoso ejercicio.

A ser posible, delante de una imagen del santo Arcángel, hacer un acto de verdadera contrición y rezar a continuación devotamente las siguientes salutaciones:

- Oh Dios, ven en mi ayuda.
- Apresúrate, Señor en socorrerme. 
Gloria al Padre...

SALUTACIÓN I

Un Padrenuestro y tres Avemarías 
al primer coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del celeste coro de Serafines, suplicamos al Señor nos haga dignos de una llama de perfecta caridad. Amén.

SALUTACIÓN II

Un Padrenuestro y tres Avemarías al segundo coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de Querubines, quiera el Señor concedernos la gracia de abandonar el camino del pecado, y de correr por el de la perfección cristiana. Amén.

SALUTACIÓN III

Un Padrenuestro y tres Avemarías al tercer coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del sagrado coro de los Tronos, infunda el Señor en nuestros corazones un espíritu de verdadera y sincera humildad. Amén.

SALUTACIÓN IV

Un Padrenuestro y tres Avemarías al cuarto coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de las Dominaciones, quiera el Señor concedernos la gracia de poder dominar nuestros sentidos y corregir las pasiones depravadas. Amén.

SALUTACIÓN V. 

Un Padrenuestro y tres Avemarías al quinto coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del celeste coro de las Potestades, dígnese el Señor librar nuestras almas de las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.

SALUTACIÓN VI

Un Padrenuestro y tres Avemarías al sexto coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro de las admirables Virtudes celestiales, no permita el Señor que caigamos en las tentaciones, sino que nos libre de todo mal. Amén.

SALUTACIÓN VII 

Un Padrenuestro y tres Avemarías al séptimo coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de los Principados, dígnese Dios llenar nuestras almas del espíritu de verdadera y sincera obediencia. Amén.

SALUTACIÓN VIII 

Un Padrenuestro y tres Avemarías al octavo coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de los Arcángeles, quiera el Señor concedernos el don de la perseverancia en la fe y en las obras buenas, para que podamos conseguir la gloria del paraíso. Amén.

SALUTACIÓN IX 

Un Padrenuestro y tres Avemarías al noveno coro angélico.

Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de todos los Ángeles, dígnese el Señor concedernos que nos guarden en la presente vida mortal, y después nos conduzcan a la gloria eterna de los cielos. Amén.

A continuación se rezan cuatro Padrenuestros: el primero a San Miguel, el segundo a san Gabriel, el tercero a san Rafael, y el cuarto a nuestro Ángel Custodio.

Se concluye este ejercicio con la siguiente antífona y oración final:

Antífona. Gloriosísimo príncipe san Miguel arcángel, cabeza y jefe de los ejércitos celestiales, depositario de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, doméstico en la real morada de Dios, nuestra guía admirable después de Jesucristo, y de excelencia y virtud sobrehumanas, dignaos librar de todo mal a todos los que acudimos a Vos con confianza, y haced por medio de vuestra protección incomparable que adelantemos cada día en servir fielmente a nuestro Dios.

- Ruega por nosotros, oh gloriosísimo San Miguel arcángel, príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
- Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

Oración. 
Omnipotente y sempiterno Dios, que con un prodigio de bondad y misericordia para la salvación de todos los hombres elegisteis por príncipe de vuestra Iglesia al gloriosísimo san Miguel arcángel; os suplicamos nos hagáis dignos de que con su benéfica protección nos libre de todos nuestros enemigos, para que ninguno de ellos nos moleste en la hora de nuestra muerte, sino que seamos conducidos por él a la presencia de vuestra divina Majestad. Por Jesucristo Nuestros Señor. Amén.

Mes de Julio dedicado a la Virgen del Carmen - Día 14°



DIA XIV

Por la señal de la santa cruz. Señal de la Cruz. 

Oración inicial 

Madre mía amantísima  del Carmen, aquí vengo a vuestra presencia con el más profundo respeto y veneración a ofreceros el ejercicio de este día, que consagro a vos por haberme admitido, a mí, el más miserable de los hombres, entre vuestros hijos predilectos los Carmelitas, para favorecerme con vuestra especial protección y amor. Yo os doy miles de gracias por ello, Madre mía, y os suplico que iluminéis mi entendimiento e inflaméis los efectos de mi corazón, para hacer con verdadero fruto este ejercicio, a fin de que merezca ser recibido por vos como un obsequio de vuestro hijo. Amén

Origen de la cofradía del Carmen

I

Fue una gran misericordia de Dios y un bien grandísimo para los fieles la fundación de las terceras órdenes y cofradías religiosas, en las cuales pueden ingresar todos los fieles, cualquiera que sea su estado, y participar de las gracias y méritos de la orden a la cual se asocian. 
     La cofradía del Carmen era ya muy floreciente en el siglo nono en el oriente, dónde estaban entonces los Carmelitas, por lo cual el Papa Adriano II, elegido sumo pontífice el año 867, le concedió indulgencias para los que ingresarán en ella, cómo concedieron después otras indulgencias Sergio III, Juan X y XI y Sergio IV. Más tarde, cuando los Carmelitas vinieron al occidente estableciéndose en Inglaterra, Francia y España, y después de haber recibido San Simon stock de manos de María el santo escapulario, que era la señal que debían llevar los cofrades, tomó nueva forma y como nuevo principio por el don que María le daba para señal, las leyes que le impedían y por el rápido progreso que en breve hizo por todo el occidente, llamando sedes entonces cofradía del escapulario del Carmen. asegura un autor que el tiempo es de San Simon stock y después que le fue entregado el santo escapulario, la mayor ambición que tenían en Inglaterra nobles y plebeyos, ricos y pobres, era entrar en la cofradía del escapulario del Carmen, atraídos por los muchos privilegios que en ella encontraban concedidos por la madre de Dios, y por ser una prenda bajado del cielo avenida de las purisimas manos de la reina de los Ángeles. De suerte que si el primer principio de la cofradía nos es desconocido por la oscuridad de los tiempos antiguos y las persecuciones que la orden sufrió en el oriente, conocemos otro más glorioso que le dio la Agusta reina de los Ángeles cuando bajó el santo escapulario para divisa de sus hijos y con frases y puso leyes a la cofradía para su organización y consecución de su fin. 
     María santísima del Carmen es, pues, la fundadora de la cofradía, puesto que le da forma, le señala nuevas leyes, le concede mayores gracias y le ofrece el premio.
¿ No es una gloria grandísima para nosotros reconocer a la madre de Dios por fundadora de la cofradía al que pertenecemos?  ¿ Y no alienta esto nuestro corazón Para esperar por su protección la dicha eterna?

II

Imita tú, alma mía, el ejemplo de tantos fieles, que al reconocer lo que es ser escapulario de María del Carmen, las gracias que lleva y el ser un don venido de las manos de la madre de Dios, acuden presurosos a vestirlo con fe y devoción para alistarse bajo las banderas de esta reina celestial. Y si tanto aprecio haces de las instituciones de los hombres, bien que sean santas y lleven privilegios, ¿Que aprecio no debes hacer de esta cofradía, qué es obra de la madre de Dios, pensaba en el cielo y enriquecida con privilegios y gracias que ninguna asociación tuvo más, puesto que se extendieron hasta la otra vida? ¿ No se  inclina tu corazón ante la obra de una reina celestial y madre misericordia, que te da en ella un medio seguro y fácil de salvación? te lleva muchas veces la novedad analizarte en esta o la otra asociación, cuando es un deber asegurar tu alma y ponerla en camino que conduzca a la patria celestial. Te dejas llevar muchas veces de la vanidad , entrando en numerosas asociaciones o cofradías, para ser conocido, no pudiendo después cumplir las obligaciones de todas, y no sabes qué a  Dios le desagrada la promesa infiel,  y qué es mejor no prometer que después de prometer y no cumplir. Acude, pues, a María del Carmen, postrate humilde a sus plantas y pídele su ayuda y bendición para ingresar en su compañía y cumplir fielmente las promesas, que  aunque te cueste un poco, piensa que aseguras tu salvación eterna; porque si la devoción a la virgen, dicen casi todos los santos padres, es una señal casi segura de salvación, la devoción a la Virgen del Carmen, entrando en su cofradía, es señal todavía más segura, puesto que ella ha dicho que a los tales salvará. 

Oración final

Gloriosísima Virgen, Reina de los Ángeles, Madre de Dios y de los Carmelitas, María Santísima, yo el más indigno de vuestros hijos acudo a vuestras plantas con el afecto que me inspira vuestro amante corazón y la confianza que me da en santo escapulario, prenda vuestra riquísima y señal de mi salvación, para presentaros las suplicas y afectos que mi corazón ha formado en este día en obsequio vuestro para más amaros y mejor serviros. Vos como Madre de Dios y dispensadora de todas las gracias del cielo, todo lo podéis, y como Madre amante y especial de los que visten vuestro santo escapulario, no os negareis a recibir mis pobres suplicas y alcanzarme el  remedio de mis necesidades, la gracia de que mi alma os ame y sirva cada día mas durante mi vida y después merezca ser ayudado de vos en la hora de mi muerte. 

Pídase  ahora con toda confianza la gracia que se desea alcanzar de la Virgen del Carmen

EJEMPLO

he aquí uno de los muchos milagros que nos manifiestan el interés que toma María del Carmen para que sus cofrades consigan la salvación eterna.
   Juan Sans, natural de Calatayud, en el reino de Aragón, Serbia en Milán a la majestad católica del rey cuando le sorprendió la muerte repentina. Mientras le llevaban a enterrar, volvió a la vida, pero con tan pocas fuerzas, que no podía por sí solo andar. Fue conducido al hospital, a dónde acudieron a visitarla algunos amigos, los cuales le preguntaron qué cosa había sido aquel accidente. A lo cual respondió diciendo: "Sabed, hermanos y amigos, que yo había muerto en pecado mortal, y llegado delante del tribunal de Dios, la justicia divina me condenó al infierno. Pero enseguida de la sentencia, la virgen santísima del Carmen pidió a su hijo Jesucristo con humildes súplicas que usaste conmigo de misericordia por haber llevado el santo escapulario y ser cofrade del Carmen. Entonces Dios nuestro señor, de juez riguroso, se volvió misericordioso por las súplicas de su piadosa madre, dando permisión para que mi alma volviese al cuerpo para confesar sus pecados y hacer penitencia en el espacio de dos días, qué es el tiempo que me ha concedido." Admirados los circunstantes de este singularisimo favor, lo publicaron por todas partes; y el resucitado se confesó e hizo penitencia aquellos dos días, pasados los cuales, felizmente murió con admiración de todos. 

Obsequio. Procurar extender la cofradía de nuestra santísima madre del Carmen.

Sentencia. He dado el escapulario a mis hijos y cofrades para borrar su ignominia. (Ezequiel)

Oremus.

Deus, qui Beatissimae semper virginis, et genitricis tuae Mariae singulari titulo Carmeli ordinem decorasti: concede propitius, ut cujus hodie commemorationem solemni celebramus officio, ejus muniti presidiis ad gaudia sempiterna pervenire mereamur. Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen. 

21 de Julio: Memoria Litúrgica de san Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia



San Lorenzo nació en Brindis (Italia) en 1559. Desde pequeño se destacó en los estudios y por tener una buena memoria. Siendo adolescente pidió ingresar al convento de los capuchinos, donde tuvo un diálogo interesante con el superior que le advirtió sobre la vida dura y austera que llevaría.

"Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?", preguntó el joven. "Sí, lo habrá", respondió el superior. "Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir, por amor a Él, cualquier padecimiento", acotó el muchacho quien, al tomar el hábito religioso, recibió el nombre de Lorenzo.

Siendo diácono obtuvo para la fe muchas conversiones gracias a su prédica. Tiempo después de ordenado sacerdote, el Papa Clemente VIII le pidió que trabajase en la conversión de los judíos, labor en la cual también destacó apoyado en su conocimiento del hebreo. Cierto día un sacerdote le preguntó cuál era su secreto para predicar y el santo respondió:

"En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo".

San Lorenzo dormía sobre tablas, se levantaba en las noches a rezar salmos, ayunaba con pan y verduras, huía de recibir honores y trataba de estar siempre alegre y de buen humor con todos.

En Alemania, con el Beato Benito de Urbino atendieron a las víctimas de una peste y fundaron conventos en Praga, Viena y Gorizia. Más adelante San Lorenzo fue elegido superior general de su orden, pero con los años pidió no ser reelegido porque pensaba que Dios lo reservaba para otros servicios.

A pedido del emperador Rodolfo II, fue y obtuvo la ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos, llegando a ser incluso capellán general del ejército. En una campaña arengó a los combatientes, fue al frente de ellos sin armas y con un crucifijo, y los turcos sufrieron una aplastante derrota.

Se dice que a su regreso, el Santo se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión. Luego sirvió en varias misiones diplomáticas que favorecieron a la paz en diversas regiones de Europa.

Más adelante San Lorenzo se retiró al convento de Caserta y era frecuentemente arrebatado en éxtasis durante la celebración de la Misa. Partió a la Casa del Padre el 22 de julio de 1619, el mismo día de su cumpleaños. Fue canonizado en 1881 y en 1959 San Juan XIII le otorgó el título de Doctor de la Iglesia.


Oración a san Lorenzo de Brindis, franciscano capuchino
presbítero y doctor de la Iglesia

Oh Dios, que para gloria de tu nombre y salvación de las almas otorgaste a san Lorenzo de Brindis espíritu de consejo y fortaleza, concédenos llegar a conocer, con ese mismo espíritu, las cosas que debemos realizar y la gracia de llevarlas a la práctica después de conocerlas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

20 de Julio: Memoria Litúrgica de san Elías, profeta



San Elías fue un famoso profeta israelita del Antiguo Testamento nacido en Galaad en el siglo VIII AC. Los acontecimientos de la vida de Elías están relacionados en la Biblia, 1 Reyes, capítulos 17-19. Su padre vio ángeles alrededor de él como un niño, vestirse y alimentarlo con fuego. Cuando Dios apareció a Elías, fue en forma de fuego similar a Su aparición a Moisés. Elías realizó milagros tales como proporcionar alimentos sostenibles durante un tiempo de recursos limitados a la viuda que le dio refugio. Al igual que Moisés, Elías también habló con Dios en el Sinaí y separó el río Jordán con su mantel. Fue llevado al cielo en una carroza de fuego. Se representa pictóricamente de dos maneras diferentes, ya sea con un carro de fuego ascendiendo al cielo o con una espada de fuego matando a los paganos y desafiando a los falsos profetas de Baal. Elías también se menciona en el Nuevo Testamento en la Transfiguración de Jesús junto con Moisés. San Elías es el Santo Patrono de los vuelos, de los conductores, y protector contra la tempestad y el fuego.

El profeta Elías aparece en las Escrituras (los Libros de los Reyes) como un hombre de Dios que vivió siempre en la presencia de Dios y luchó con celo por la adoración del único Dios verdadero.

Él fue cautivado por la pasión ardiente de Dios, cuya "palabra quemaba como una antorcha". Él es el místico que, después de un camino largo y tedioso, aprende y lee los nuevos signos de la presencia de Dios.

San Elías, vivió en el reino de Israel durante el siglo VIII antes de Cristo. Él le recordó a la gente de su pueblo que hay un solo Dios verdadero y que sólo Él debe ser adorado.

Elías tuvo que hacerlo, precisamente, cuando el rey Ajab, bajo la influencia de su esposa, Jezabel, comenzaron a adorar a un dios extranjero al mismo tiempo que al verdadero Dios de Israel, por lo que esto, los condujo a una idolatría

La gente adoraba a Baal, un ídolo del que creían que poseía el don de la lluvia y al que le atribuían el poder de hacer campos fértiles y dar vida a personas y animales.

A pesar de que ellos decían seguir al Señor, al Dios invisible y misterioso, las personas también estaban buscando seguridad en un dios comprensible y predecible de los que creían que podían obtener la fecundidad y la prosperidad. Dios escogió a Elías para hablar con las personas en su nombre. El profeta se dirigió a Ajab y le dijo cuáles serían las consecuencias de su apostasía:

"¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!" (1 Reyes 17,1)

Años más tarde, cuando los efectos de la sequía se habían vuelto dramática, el Señor envió de nuevo a San Elías al rey. El profeta le preguntó a Ajab si podía reunir a todo Israel, junto con los profetas de su dios Baal, en el monte Carmelo. El rey estuvo de acuerdo, y cuando se reunieron las personas Elías gritó su desafío:

"Como profeta del Señor, he quedado yo solo, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Traigamos dos novillos; que ellos se elijan uno, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña, pero sin prender fuego. Yo haré lo mismo con el otro novillo: lo pondré sobre la leña y tampoco prenderé fuego. Ustedes invocarán el nombre de su dios y yo invocaré el nombre del Señor: el dios que responda enviando fuego, ese es Dios". Todo el pueblo respondió diciendo: ¡Está bien!" (1 Reyes 18,22-24)

Los numerosos profetas de Baal gritaban durante varias horas, pero no pasó nada. Entonces la oración de San Elías fue respondida de inmediato: descendió fuego del cielo y consumió el toro, la madera e incluso el agua que el profeta había ordenado que se derramara abundantemente sobre la víctima. Frente a esta evidencia todo el pueblo postró sus rostros en tierra, y exclamaron:

"!El Señor es Dios, el Señor es Dios!" (1 Reyes 18,39)

El culto a Baal, dios de la lluvia, se había revelado como falso y la existencia de dioses distintos el Dios de Israel fue desacreditado.

San Elías con razón es llamado el profeta del primer mandamiento, que nos ordena creer en Dios y adorarlo, amarlo sobre todas las cosas. Él defendió la primera consecuencia de este mandamiento: "rendir culto solamente al Señor". Tal como Benedicto XVI lo explicó:

"Sólo de esta manera, Dios es reconocido como lo que es, Absoluto y Trascendente, descartando la posibilidad de establecer junto a Él a otros dioses... Esta es la fe que profesa Israel, el Pueblo de Dios, es la fe proclamada por el texto conocido del Shemá Israel: "Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es un Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Dt 6,4-5). En los tiempos actuales, donde habitan todo tipo de ídolos: bienes, posesiones, dinero, etc., bien podemos pedir a Dios que vuela a encender nuestra fe y que sea realmente firme nuevamente, de tal manera que nada esté por encima del Señor.

En el Monte Carmelo rezó para que todo Israel pudiese saber que el Señor es el verdadero Dios, que convierte los corazones de las personas. La fe no puede ser escondida. La fe implica testimonio público y compromiso. Un cristiano nunca puede pensar en la fe como un acto privado.

Tras el holocausto en el monte Carmelo, la gente reconoció que el Señor era el verdadero Dios. Poco después, el rey fue testigo de cómo el profeta obtuvo del Señor el fin de la sequía. (Cfr 1 Reyes 18,41)

Sin embargo, en el momento de mayor triunfo de San Elías, su vida dio un giro bastante brusco. La esposa del rey, indignada por lo que había hecho, quiso matarlo. Temiendo por su vida, Elías huyó al desierto.

Allí, agotado por el viaje y por la amargura que debe haber sentido al verse abandonado, oró por la muerte:

"¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!" (1 Reyes 19,4)

Llegando la hora de ir a la Gloria de Dios, San Elías nombró como su sucesor a Eliseo, su fiel seguidor, y fue avisado por Dios de que iba a ser llevado al cielo.

En compañía de Eliseo llegó al río Jordán y lo tocó con su manto, y el río se abrió en dos y pasaron al otro lado sin mojarse los pies. Eliseo le pidió como último favor: "Que me pase a mí lo más importante de tu espíritu" (de tus poderes y de tus cualidades). Elías le dijo:

"Si me ves cuando suba al cielo se te concederá lo que has pedido".

Y llegó un carro de fuego y se llevó a San Elías al cielo. Eliseo lo vio mientras subía por las nubes, y se le transmitieron a él las cualidades y los poderes de Elías, y empezó a hacer milagros


En el Monte Carmelo San Elías defendió la ley de Dios contra los profetas del falso dios Baal. Como un hombre de oración y servicio, Elías es quien inspira a los Carmelitas en su vocación contemplativa.

Como apasionado defensor de la verdad, se presta especial inspiración para el trabajo de los Carmelitas por la justicia, la paz y la integridad de la Creación. Los primeros ermitaños carmelitas reunidos por el «Pozo de Elías» en el monte Carmelo, se consideraban a sí mismos como los "hijos del profeta".

Aunque Carmelitas ya no afirman a San Elías como el literal "fundador" de su Orden, ellos encuentraron su inspiración de este profeta desde sus inicios y que merecidamente puede ser llamado el fundador del ideal carmelita, el Padre de todos los carmelitas, y Patrono de la Orden del Carmen.

Los Carmelitas son los únicos en la Iglesia Católica que mantienen una devoción, a muy alto grado, de una figura del Antiguo Testamento. San Elías es venerado por los judíos, cristianos y musulmanes, es una figura que anima a los Carmelitas a participar en el encuentro y el diálogo interreligioso

San Elías es el profeta que es solidario con los pobres y con los que están alejados de Dios, defiende a los que sufren la violencia y la injusticia.

Oración para pedir por las Almas del Purgatorio



María, Reina del Purgatorio,
te ruego por aquellas almas
por las cuales tengo
o pueda tener alguna obligación,
sea de caridad o de justicia.

Ave María.

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellas la luz que no tiene fin.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio:
te ruego por las almas
más abandonadas y olvidadas
y a las cuales nadie recuerda;
tú, Madre, que te acuerdas de ellas,
aplícales los méritos de la Pasión de Jesús,
tus méritos y los de los santos,
y alcancen así el eterno descanso.

Ave María.

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellas la luz que no tiene fin.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio:
te ruego por aquellas almas
que han de salir más pronto
de aquel lugar de sufrimientos,
para que cuanto antes
vayan a cantar en tu compañía
las eternas misericordias del Señor.

Ave María.

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellas la luz que no tiene fin.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio:
te ruego de una manera especial
por aquellas almas que han de estar
más tiempo padeciendo
y satisfaciendo a la divina Justicia.
Ten compasión de ellas,
ya que no pueden merecer
sino sólo padecer;
abrevia sus penas
y derrama sobre estas almas
el bálsamo de tu consuelo.

Ave María.

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellas la luz que no tiene fin.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio:
te ruego de modo especial
por aquellas almas que más padecen.
Es verdad que todas sufren con resignación,
pero sus penas son atroces
y no podemos imaginarlas siquiera.
Intercede Madre nuestra por ellas,
y Dios escuchará tu oración.

Ave María.

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellas la luz que no tiene fin.
Descansen en paz.
Así sea.
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Escuchemos una vez más la voz de estas Benditas Almas:
“Cuánta crueldad con nosotras; para remediar los males de este mundo os dais mucha prisa, y sin embargo, para aliviar nuestras penas, tanta dilatación. Ayudadnos, por piedad, tened misericordia de nosotras.”