DÍA IV
Por la señal de la santa Cruz. Señal de la Cruz.
Oración inicial
Madre mía amantísima del Carmen, aquí vengo a vuestra presencia con el más profundo respeto y veneración a ofreceros el ejercicio de este día, que consagro a vos por haberme admitido, a mí, el más miserable de los hombres, entre vuestros hijos predilectos los Carmelitas, para favorecerme con vuestra especial protección y amor. Yo os doy miles de gracias por ello, Madre mía, y os suplico que iluminéis mi entendimiento e inflaméis los efectos de mi corazón, para hacer con verdadero fruto este ejercicio, a fin de que merezca ser recibido por vos como un obsequio de vuestro hijo. Amén.
Culto tributado por los Carmelitas a María
novecientos años antes que naciera
I
No es extraño que los Carmelitas veneraran a María antes que naciera, habiendo sido conocida en grandeza por Elías, capitán y fundador del Carmen. Este que le había consagrado ya su virginidad y la Orden que fundaba para su perpetua gloria, después de formar el espíritu en sus discípulos en la devoción a aquella Virgen que había de ser Madre del Redentor, revelándoles los misterios que en la visión profética el Señor le había manifestado, levantó una capilla en el Monte Carmelo a la memoria y honra de la Madre del Mesías, en la cual capilla él y luego sus discípulos se juntaban para venerarla con preces y oraciones.
Es esta una tradición de la Orden Carmelitana que no carece de fundamento; porque si Elías pudo conocer en la nubecilla a María con las gloriosas prerrogativas de su concepción inmaculada, el tiempo nacimiento de su perpetua virginidad y su maternidad divina, ¿qué extraño es que, poseído del dulce amor y devoción a aquella Virgen singular, que a semejanza de Dios con un "fiat" debía producir el Sol Divino, le levantara un monumento o capilla, ya que desde entonces la había escogido para que fuera protectora y la Madre de su religión? ¿Qué extraño es que le levantara una capilla donde reunir pudiera a sus discípulos para instruirles y enfervorizarles, debiendo esta Orden tributarle un culto especial, por estar de un modo particular consagrada a ella desde su cuna? De esta capilla erigida por San Elías en el Monte Carmelo habla expresamente Juan, Patriarca de Jerusalén, diciendo que había una "sagrada capilla en el Monte Carmelo erigida por el mismo Elías a la Virgen que había de parir". En esta capilla, pues, se encendían los corazones de los discípulos de Elías en el amor a Aquella que era protectora y su Madre y había de ser Madre del Redentor del mundo; su allí le dirigían fervorosas plegarias para que acelerase su venida, supuesto que de ella debía nacer el Salvador de la humanidad perdida, el reconciliador del hombre con Dios.
Gloria singular de los Carmelitas, que nadie les puede disputar, haber conocido y venerado a la Madre de Dios antes que todos los mortales.
II
Es cierto que los dones de Dios son todos gratuitos y que sin injusticia los reparte como quiere y a quien quiere. Si a los Carmelitas, pues, les hizo la gracia de darles conocimiento de su Madre María Santísima para que la veneraran tantos siglos antes de su nacimiento, es porque los escogía para que fueran la compañía que defendiera y honrara a su Madre desde la antigüedad de los siglos hasta la consumación de los mismos.
Fue gracia para ellos sin duda muy singular. Pero también es grande la gracia que me hace a mí dándome conocimiento de su Madre e inspirándome sentimientos de amor y veneración hacia Ella, ahora que, dichosa, reina en los Cielos. Pero ¿me sirvo yo de estas luces e inspiraciones? ¿Venero yo a María conforme a conocimiento que tengo de ella? ¡Ah! yo sé que es todopoderosa ahora que reina en los Cielos, y no obstante, apenas me acuerdo de acudir a ella en mis necesidades y aflicciones, y si lo hago es con tibieza y frialdad: yo sé que sólo espera mis ruegos para concederme gracias, y no obstante, si acudo a ella, es dudando de su protección. ¿Por qué no la amo y venero como aquellos religiosos, lleno de fe y esperanza en su protección? Y ¿por qué espero acudir a ella cuando la necesidad me obliga? Si mi corazón no está dispuesto a amarla y venerarla en toda ocasión, no tengo verdadera devoción y puede decirme la Virgen: "Acudes a mí, no por honrarme, sino por librarte de la necesidad." Quiero, pues, preparar mi corazón y sellarlo con esa devoción tan grata y consoladora, a fin de que ningún otro amor, sino el de Jesús, pueda dominar en él.
Oración final
Gloriosísima Virgen, Reina de los Ángeles, Madre de Dios y de los Carmelitas, María Santísima, yo el más indigno de vuestros hijos acudo a vuestras plantas con el afecto que me inspira vuestro amante corazón y la confianza que me da en santo escapulario, prenda vuestra riquísima y señal de mi salvación, para presentaros las suplicas y afectos que mi corazón ha formado en este día en obsequio vuestro para más amaros y mejor serviros. Vos como Madre de Dios y dispensadora de todas las gracias del cielo, todo lo podéis, y como Madre amante y especial de los que visten vuestro santo escapulario, no os negareis a recibir mis pobres suplicas y alcanzarme el remedio de mis necesidades, la gracia de que mi alma os ame y sirva cada día más durante mi vida y después merezca ser ayudado de vos en la hora de mi muerte.
Pídase ahora con toda confianza la gracia que se desea alcanzar de la Virgen del Carmen.
EJEMPLO
Después que los herejes dieron pruebas de su impiedad en varios lugares de Flandes, fueron el 12 de Febrero a un Convento de religiosas Carmelitas, situado en la Villa de San Martin, y mientras las religiosas, temiendo algún siniestro accidente, se habían reunido todas para suplicar con fervorosas plegarias a la Virgen del Carmen, de la cual eran hijas, para que las salvase, siete de aquellos impíos soldados subieron sin obstáculo a los muros del Convento; pero encontrando allí a la Virgen Santísima vestida con el hábito Carmelitano y en actitud de defender aquel lugar, tomaron tal espanto, que todos se precipitaron de aquella altura. Pero no acabó aquí la protección de María a favor de sus hijas.
Algunos compañeros de aquellos sacrilegios que aterrados se echaron del muro, forzando las puertas de la clausura subieron a los dormitorios, y penetrando donde estaban aquellas buenas religiosas orando, la misma Señora vista por los primeros puso también en precipitada fuga a los segundos. Así fueron defendidas por la amorosa Madre del Carmelo aquellas sagradas vírgenes y pudieron luego refugiarse en la ciudad vecina. Volviendo poco tiempo después los herejes a la misma ciudad y corriendo furibundos al convento de las religiosas, entraron en él violentamente y comenzaron a buscar a aquellas vírgenes, que todas juntas estaban en el coro ocupadas en la oración mental y sin saber lo que pasaba. En tan grave peligro, la Virgen del Carmen las hizo invisibles a los ojos de aquellos malvados, que habiendo recorrido todo el convento, no pudieron encontrarlas. Viéndose ya cansados y sin esperanza de poderlas hallar, añadiendo nueva maldad, dieron fuego al convento por los cuatro lados, para que fueran consumidas por él las que no habían sido halladas. Pero ¿qué puede la humana astucia contra la Virtud celeste? En un momento y de improviso vino una lluvia tan abundante, que apagó el incendio en su corazón de aquellas buenas religiosas amor a su Madre, que así velaba por ellas para protegerlas en toda necesidad.
Así acude la Virgen del Carmen a socorrer a sus hijos y devotos, si la aman de corazón y la invocan en sus necesidades.
Obsequio. Confesar y comulgar con mucho fervor en todas las festividades de la Virgen nuestra madre.
Sentencia. Mayor deseo tiene María de hacerte el bien y darte la gracia, que tú de recibirla (Bernardino de Busto).
Oremus.
Deus, qui Beatissimae semper virginis, et genitricis tuae Mariae singulari titulo Carmeli ordinem decorasti: concede propitius, ut cujus hodie commemorationem solemni celebramus officio, ejus muniti presidiis ad gaudia sempiterna pervenire mereamur. Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.