> SoydelaVirgen : 09/13/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

13 de Septiembre: Solemnidad de la Virgen del Milagro de Salta

 


En el año 1692 la imagen de Inmaculada Concepción de María, que luego se llamaría Virgen del Milagro, se encontraba en Iglesia Matriz para la Fiesta de la Natividad de la Virgen, pero providencialmente ese año quedó unos días más en el templo, y ese trece de septiembre se encontraba a tres metros de altura en un nicho del retablo del Altar Mayor. Cuenta la historia que aquel 13 de septiembre, después de los fuertes y reiterados temblores que destruyeron la ciudad de Esteco y fueron percibidos con singular intensidad en la ciudad de Salta,, se encontró la imagen de la Inmaculada en el suelo sin que sufrieran daño su rostro y manos y según la tradición perdió los colores del rostro que quedó pardo y macilento. La imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde se oró toda la noche. Al día siguiente, 14 de septiembre, se colocó la imagen, que todos querían venerar, en el exterior de la Iglesia Matriz donde continuaron los cambios de colores del rostro y fue entonces cuando muchos fieles comenzaron a llamarla “del Milagro”. Una nueva historia empezaba para esta sencilla imagen y para los salteños., que jamás abandonarían su culto y su devoción.

La Imagen 

La imagen de la Virgen del Milagro representa a María de pie sobre la luna en cuarto creciente aplastando el dragón que enrosca por delante su cabeza y cola aseteada (con forma de flecha).

La procedencia de la imagen no está determinada, pero su análisis muestra que la cabeza y las manos son de distinto origen al cuerpo tallado, al que fueron añadidas.

Inicialmente la Virgen del Milagro fue una Inmaculada de bulto completo con manto, todo tallado en madera. Esta imagen fue labrada nuevamente para hacerla articulada y poder vestirla con indumentarias de tela. Al respecto, Monseñor Toscano escribió: “La novedad que todo lo invade, comenzó por ponerle vestidos de tela, costumbre que se ha perpetuado hasta hoy, desperfeccionándosele, con este motivo, algo de la cabeza para acomodarle pelo postizo, y los brazos para hacerlos susceptibles de ser cubiertos de ropa”.
El ajuste a la nueva moda fue realizado por Tomás Cabrera, como consta en la tarjeta orlada sobre el pecho que dice: “Tomás Cabrera, la encarnó. Año 1795”. (Encarnar significa darle color carne a las esculturas, y nada tiene que ver con el tallado del cuerpo completo). La túnica tallada está ornamentada con finas líneas de oro sobre pintura que simulan brocato y una ancha faja de pan de oro en su borde inferior.

La Corona de la Virgen 

La corona de la Virgen del Milagro es una corona inperial de oro, constituida por cerco y diademas formados por dos rebordes en perilla y circunferencia de turquesas, con un espacio tachonado de esmeraldas y amatistas, un orbe de Lapislázuli, y coronamiento de la cruz con brillantes y esmeraldas.


Oración a la Virgen del Milagro

Virgen del Milagro, dulce y compasiva Reina mía,
vengo lleno de confianza
a pedirte tu amparo de amorosa Madre
y tu ayuda sin igual de Señora de misericordia.

Como fuisteis protectora en las horas de aflicción
del pueblo de Salta,
que encontró en tu intercesión poderosa 
el remedio de sus males,
te ruego me asistas en mis necesidades
y protejas desde el trono de tu poder. 

Madre de bondad, Señora del Milagro, 
bajo tu singular patrocinio me acojo
y te ruego hagas uso de tu valiosa intercesión
para que mi solicitud llegue hasta el Señor
y pueda conseguir lo que tanto preciso
en estos difíciles momentos de adversidad
en el que los problemas me agobian
y no encuentro solución por mi mismo,
Madre de Corazón compasivo haz un milagro
y ruega por mi para que obtenga:

(Se pide lo que se desea conseguir).

Dame esperanza para que no me sienta solo,
dame tu cariño para que pueda salir victorioso,
auxíliame en mis dificultades para que pueda continuar. 

Alienta mi fe, Virgen Fidelísima,
para que la doctrina de tu divino Hijo
ilumine siempre mi vida y pueda,
con el testimonio de mis buenas obras,
hacer triunfar en el mundo 
el Reino de Cristo crucificado. 

Te pido además me guíes y enseñes
a hacer siempre el bien a mis hermanos
en este mundo de odios, males y rencores. 

Sé siempre mi amparo en las luchas diarias
y condúceme por el sendero luminoso  
que lleva hacia la patria del Cielo,
y que por tu cariñosa protección de madre
pueda recibir el premio a mi lealtad de hijo de Dios
en la feliz morada en la que tu eres Reina y Soberana. Amén. 

Rezar la Salve.

13 de Septiembre: Memoria Litúrgica de san Juan Crisóstomo, Obispo y doctor de la Iglesia

 


Cada 13 de septiembre celebramos la fiesta de San Juan Crisóstomo (347-407), llamado así por su elocuencia al predicar, la belleza y profundidad de sus homilías, y la fuerza de sus escritos. “Crisóstomo” quiere decir “Boca de oro” (yuxtaposición de dos términos griegos: chrysós, 'oro', y stoma, 'boca'). Juan de Antioquía -como también se le conoce- fue obispo de Constantinopla. Es considerado uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia y uno de los más grandes oradores de todos los tiempos.

San Juan Crisóstomo nació en Antioquía en el 347, se bautizó a los 23 años. Después de haber vivido como monje eremita en su casa y en el desierto, fue ordenado sacerdote y empezó a hacerse conocido por sus sermones. Más adelante, Arcadio -emperador romano de Oriente- solicitó a Teófilo, patriarca de Alejandría, que lo nombre obispo de Constantinopla.

Como obispo se consagró a enseñar la recta doctrina, con celo y cuidado, al tiempo que criticó las formas judaizantes del cristianismo y los lujos e indiferencia de los emperadores frente a los necesitados. Se deshizo de bienes superfluos de la Iglesia y con las riquezas obtenidas atendía las necesidades de los pobres. Le exigió a sacerdotes y monjes vestir con sencillez, y comer con moderación; pidió recato a las mujeres y piedad dentro de los templos. Se preocupó también por la formación catequética de los fieles.

La firmeza de su actitud le causó roces e incomprensiones. Vivió sus últimos días en el destierro y murió el 14 de septiembre de 407. Quienes lo acompañaron en su agonía testificaron sus últimas palabras: “sea dada gloria a Dios por todo”.

“Si te encuentras en el camino con un sacerdote y un ángel, ve a besar la mano del sacerdote, ya que los ángeles, aunque quieren ser capaces de administrar el Sacramento de la Eucaristía, no pueden; ya que esto es propio sólo de seres humanos”, San Juan Crisóstomo.


Oración a san Juan Crisóstomo 

¡Oh doctor insigne, san Juan Crisóstomo!,
tú que siempre alentaste con sabiduría
la práctica de la justicia y de la caridad
y que con tus elocuentes sermones
predicaste con brillantez la Palabra Divina,
ilumínanos con tu obras y palabras
y fortalécenos en los momentos difíciles
con el ejemplo de tu invencible constancia.
Obispo San Juan Crisóstomo
tú que demostraste enorme fortaleza y valor
ante las más duras pruebas a que fuiste sometido,
que fuiste difamado, injustamente acusado,
perseguido, agredido brutalmente y desterrado,
concédenos le energía y el ánimo necesario
para sobrellevar estos momentos difíciles
llenos de amargura y desconsuelo,
haz que no nos abandonen la fe y la esperanza,
para que podamos continuar la lucha
a pesar de las injusticias que nos rodean,
para que, fortalecidos y ayudados
con tu benéfica intercesión
podamos salir victoriosos en:

(hacer la petición)

San Juan Crisóstomo,
tú que fuiste sal de la tierra y luz del mundo,
tú que difundiste con claridad las Enseñanzas,
y con santa paciencia resististe en los infortunios
defiéndenos a todos de la injusticia y el error,
lleva nuestras suplicas a Dios Padre Todopoderoso
y ruégale nos conceda lo que confiadamente solicitamos.
San Juan Crisóstomo,
pídele también que nos ayude a amar al prójimo,
que nos de la gracia de asumir el Evangelio
como camino, regla y vida en nuestro ser y actuar,
y que nos bendiga con los dones y talentos necesarios
para alcanzar la Gloria Celestial.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Rezar con gran fervor el Credo, tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.

MES DE SEPTIEMBRE: 13° Día de la Mes de la Virgen de los Dolores

 



MES DE SEPTIEMBRE CONSAGRADO A LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA

ORACIÓN DE PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios y Señor mío, que por el hombre ingrato os hicisteis también hombre, sin dejar por eso la divinidad, y os sujetasteis a las miserias que consigo lleva tal condición; a vuestros pies se postran la más inferior de todas vuestras criaturas y la más ingrata a vuestras misericordias, trayendo sujetas las potencias del alma con las cadenas fuertes del amor, y los sentidos del cuerpo con las prisiones estrechísimas de la más pronta voluntad, para rendirlos y consagrarlos desde hoy a vuestro santo servicio. Bien conozco, dueño mío, que merezco sin duda alguna ser arrojado de vuestra soberana presencia por mis repetidas culpas y continuos pecados, sepultándome vuestra justicia en lo profundo del abismo en castigo de ellos; más la rectitud de mi intención, y el noble objeto que me coloca ante vos en este afortunado momento, estoy seguro, mi buen Dios, Dios de mi alma, suavizará el rigor de vuestra indignación, y me hará digno de llamaros sin rubor.... Padre de misericordia.

No es esta otra más que el implorar los auxilios de vuestra gracia y los dones de vuestra bondad para que, derramados sobre el corazón del más indigno siervo de vuestra Madre, que atraído por su amor y dulcemente enajenado por su fineza viene a pedir esta merced, reflexione y contemple debidamente sus amargos dolores, y causarla de esta manera algún alivio en cuanto sea susceptible con esta ocupación y la seria meditación de mis culpas. Concededme, Señor, lo que os pido por la intercesión de vuestra Madre, a quien tanto amáis. Y vos, purísima Virgen y afligidísima Reina mía, interponed vuestra mediación para que vuestro siervo consiga lo que pide. Yo, amantísima Madre de mi corazón, lo tengo por seguro de vuestra clemencia; porque sé que todo el que os venera alcanzará lo que suplica, y. aunque este en la tribulación se librará de ella, pues no tenéis corazón para deleitaros en nuestras desgracias, y disfrutáis de tanto poder en el cielo que tenéis el primado en toda nación y pueblo ¡Feliz mil veces acierto a conseguir vuestras gracias para emplearme en tan laudable ejercicio! Derramad, Señora, sobre mí vuestras soberanas bendiciones; muévase mi alma a sentimiento en la consideración de vuestros santísimos dolores; inflamese mi voluntad para amaros cada vez más. Entonces sí que os podré decir: "Oh Señora, yo soy tu siervo" Consiga yo, en fin, cuanto os pido, siendo para mayor honra de Dios y gloria vuestra, como lo espero, consiguiendo seguro la salvación de mi alma. Amén.

DÍA XIII

No encuentra, Virgen tristísima, mi consideración un momento de desconsuelo y aflicción comparable con este, en el cual veis en tan funesta situación a vuestro muy querido hijo Jesús... ¿Qué esperanzas concebiríais Madre mía, sabiendo era conducido de un tribunal a otro en manos de tan perversa canalla, y en poder de hombres tan desalmados? En la meditación anterior vimos como apenas os quedaba alguna, más en la presente le lloráis con justa razón perdido ¡Ah! ¡Qué tormento os causarían las pruebas que os daban de ser muy próxima su muerte! ¡Cuánto la sentiríais! ¿Pero no me será lícito, Reina de mi corazón, exclamar lleno de júbilo, Oh muerte dichosa, que librándole de la venganza de sus enemigos y poniendo fin a sus padecimientos, le vas a resucitar más glorioso, ¿y a abrirnos las puertas del cielo que nuestra culpa había cerrado? ¡Ojalá que en nuestra muerte permaneciéramos en el estado en que la del Señor nos constituyó! Quiero decir ¡ojalá que en aquel trance nos hallásemos dignos de tal

herencia por haber conservado con una vida justa la gracia que nos mereció Jesucristo! Mas los sentimientos únicos que hoy me animan , son solo los de tener siempre presente la importancia de una buena muerte No, cristiano, no debes ignorar que en aquella hora, cuando ya se acabó el tiempo de merecer, si te hayas acreedora del infierno , has de convencerte con claridad del desprecio de los pasos tan costosos que hoy ves dar a tu Dios humanado por tu bien, y de los tormentos y aflicciones que por esta causa oprimen al corazón de su bendita Madre ¡Cuánto te importa por esta razón el recordar siempre el momento de tu muerte!

¡Ah! ¡Nótalo muy bien, y repara las muchas dificultades que se oponen respecto de sus circunstancias! ¡Qué avisos serán estos para tu bien! Si reflexionas su incertidumbre en cuanto al tiempo, ¡o Dios mío! y cómo puede suceder en acabando de cometer un pecado me sorprenda y traslade al tribunal del Eterno o bien sea por la mañana o por la tarde, o por el día o por la noche, o a los veinte, a los cuarenta, o a los setenta Si consideras el cómo y adónde ¿quién te ha asegurado que no morirás o de un accidente, o de una puñalada, o cayéndote un porrazo, o ahogándote, o en la cama, en la calle, en el paseo, en la iglesia, en la visita, según todos los días lo estás presenciando? Si recuerdas, por fin, lo que sirven entonces las riquezas, los honores, las comodidades y la fortuna, hallarás que todo se queda por acá, y que de nada te aprovechan entonces ¿Qué les ha quedado, si no, a tantos generales poderosos y hombres del siglo, si aunque por mucho tiempo hayan sido afamados y célebres, el mismo tiempo, que es el padre del olvido, ha depositado en su tenebroso seno las victorias, los aplausos y las conquistas? ¿Qué utilidad le ha resultado al rico orgulloso de sus bienes y cuantiosas sumas, si ahora se quedan por aquí para que los disfruten otros, sin que les fuera posible llevarlos en su compañía? ¿Qué ventajas le han resultado al voluptuoso, al rencoroso, al murmurador, al envidioso y al que tanto aborreció la religión de Jesucristo y sus máximas, de sus vicios y locuras?

 ¡Oh! ¡Cuántos en aquella hora desearían no haber cometido tales culpas, y haber dado oído a tantas verdades como les anunciaron los predicadores y libros santos! Con que de aquí, alma mía, la consecuencia es muy natural Con que solo en aquella hora te aprovecharán las obras buenas y santas Con que si yerras el golpe, entonces tu error es para siempre inevitable Con que según es la vida así es la muerte Pues desde ahora, Virgen dolorosísima, he de vivir empleado en tan santo pensamiento A mí no me asustará, Madre mía, porque estoy seguro de que si vivo bien es el principio de mi felicidad A mí no me causará pavor como a los que viven olvidados de que ha de llegar, antes por el contrario me estimulará para obrar bien, y así después reinar en vuestra compañía para siempre.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.

¿Por qué, o Dios mío, no he de daros las más humildes gracias, cuando en esta breve consideración os habéis dignado comunicar a mi alma los importantísimos conocimientos de unas verdades que tan olvidadas y menospreciadas tenía por mi abandono y necedad? ¿Por qué no he de concluir este saludable ejercicio rindiéndoos las más profundas alabanzas, cuando en él siento haberse encendido en mi corazón la llama del amor divino, que tan amortiguada es taba por un necio desvarío y por una fatal corrupción de mi entendimiento? Y pues que vos, que sois la verdad infalible y el verdadero camino que conduce a la patria celestial, habéis tenido a bien de comunicar a mi alma los efectos propios de vuestro amor, con los que puedo distinguir lo cierto é indudable que me sea útil a la salvación, y lo falso y mentiroso que me precipitará a mi perdición, por tanto, Señor, quiero aprovecharme desde este momento de tan divinas instrucciones, para caminar con libertad y seguridad entre tantos estorbos y peligros como me presenta este mundo miserable, y de este modo llegar más pronto a unirme con vos. Consígalo así, Virgen Santísima, para vivir compadeciéndome de vuestros dolores y aflicciones, y cumpliendo la promesa que os hice de ser siervo vuestro. Esta sea mi ocupación, estos mis desvelos y cuidados en este valle de lágrimas, porque así después disfrute en la celestial Jerusalén de vuestra compañía, en unión de tantos fieles Servitas que recibieron ya el premio de vuestros servicios, reinando a vuestro lado por los siglos de los siglos. Amén.

MES DE SEPTIEMBRE: 12° Día de la Mes de la Virgen de los Dolores

 


MES DE SEPTIEMBRE CONSAGRADO A LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA

ORACIÓN DE PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios y Señor mío, que por el hombre ingrato os hicisteis también hombre, sin dejar por eso la divinidad, y os sujetasteis a las miserias que consigo lleva tal condición; a vuestros pies se postran la más inferior de todas vuestras criaturas y la más ingrata a vuestras misericordias, trayendo sujetas las potencias del alma con las cadenas fuertes del amor, y los sentidos del cuerpo con las prisiones estrechísimas de la más pronta voluntad, para rendirlos y consagrarlos desde hoy a vuestro santo servicio. Bien conozco, dueño mío, que merezco sin duda alguna ser arrojado de vuestra soberana presencia por mis repetidas culpas y continuos pecados, sepultándome vuestra justicia en lo profundo del abismo en castigo de ellos; más la rectitud de mi intención, y el noble objeto que me coloca ante vos en este afortunado momento, estoy seguro, mi buen Dios, Dios de mi alma, suavizará el rigor de vuestra indignación, y me hará digno de llamaros sin rubor.... Padre de misericordia.

No es esta otra más que el implorar los auxilios de vuestra gracia y los dones de vuestra bondad para que, derramados sobre el corazón del más indigno siervo de vuestra Madre, que atraído por su amor y dulcemente enajenado por su fineza viene a pedir esta merced, reflexione y contemple debidamente sus amargos dolores, y causarla de esta manera algún alivio en cuanto sea susceptible con esta ocupación y la seria meditación de mis culpas. Concededme, Señor, lo que os pido por la intercesión de vuestra Madre, a quien tanto amáis. Y vos, purísima Virgen y afligidísima Reina mía, interponed vuestra mediación para que vuestro siervo consiga lo que pide. Yo, amantísima Madre de mi corazón, lo tengo por seguro de vuestra clemencia; porque sé que todo el que os venera alcanzará lo que suplica, y. aunque este en la tribulación se librará de ella, pues no tenéis corazón para deleitaros en nuestras desgracias, y disfrutáis de tanto poder en el cielo que tenéis el primado en toda nación y pueblo ¡Feliz mil veces acierto a conseguir vuestras gracias para emplearme en tan laudable ejercicio! Derramad, Señora, sobre mí vuestras soberanas bendiciones; muévase mi alma a sentimiento en la consideración de vuestros santísimos dolores; inflamese mi voluntad para amaros cada vez más. Entonces sí que os podré decir: "Oh Señora, yo soy tu siervo" Consiga yo, en fin, cuanto os pido, siendo para mayor honra de Dios y gloria vuestra, como lo espero, consiguiendo seguro la salvación de mi alma. Amén.

DÍA XII

No es extraño, Virgen angustiadísima, que receléis mucho del porte y malos modos de los bárbaros judíos, pues los advertís preocupados y frenéticos por el odio contra vuestro amantísimo Hijo Jesús ¡Cuántos sustos y temores agitan a los corazones de las madres, cuando sus hijos que están en el servicio de las armas tienen que entrar en una cruel y sangrienta batalla, con unos enemigos cuya ferocidad ha llegado a distinguirlos con el dictado de bárbaros, en cuyas manos son acuchillados los contrarios sin atender a tratados, sin admitir distinciones y sin remisión alguna! Mas estas, sin embargo, tienen todavía alguna esperanza, y no desconfían totalmente por depender sus vidas de la fortuna o ventajas de la acción; pero con todo se angustian y sobrecogen sin consuelo.

Pues ¿qué habíais de hacer vos Madre la más amante del mundo, sabiendo de cierto que tenían la victoria por suya unos hombres sin comparación inhumanos, bárbaros y sanguinarios? ¿Qué confianza habíais de concebir? ¡Ah! Toda su barbarie y obstinación provenía de su orgullo y soberbia Este abominable monstruo, este principio y raíz de todo pecado, esta pasión horrorosa y vicio execrable que domina tanto a las criaturas, ¿en cuántas ocasiones Madre mía, nos hace semejantes a los obstinados judíos? ¿Cuántas veces, endureciendo nuestro corazón, nos abandona a un porte tan reprensible como el de aquellos?

¿Cuántas, posesionada de nuestra alma, de clara guerra descubierta a Jesucristo, a sus instrucciones y a la humildad que nos dejó enseñada? ¡Oh qué verdad tan funesta! Entronizada en algunas ocasiones la soberbia en nuestra alma, ¿cuáles son si no los efectos? ¡Dios mío! Si por vuestras soberanas disposiciones nos habéis constituido en el estado de la pobreza, o por vuestros incomprensibles juicios no se logran nuestras pretensiones o encargos ¿quién nos puede ver, ni oír ni aguantar? ¡Qué votos qué por vidas qué maldiciones qué desesperación! Si nos hacen alguna injuria u ofensa, ¡qué cólera tan furiosa se enciende en nosotros qué deseos de venganza! ¡Quisiéramos, como aquellos inconsiderados discípulos, que bajase fuego del cielo para devorarlos! ¡Qué discurrir qué cavilar qué buscar medios para saciar la soberbia! Si por vuestra inefable bondad nos constituisteis en alguna dignidad, o en la opulencia y riquezas, ¡qué vanidad qué orgullo qué desdén y menosprecio de los otros qué superioridad para con los subalternos qué imperio qué modales tan soeces para tratar á los pobres desvalidos! Si para nuestro bien del alma y utilidad de nuestros prójimos nos habéis dotado de algún talento o ingenio particular, ¡qué hinchazón qué gravedad... qué prurito porque todos lo sepan, lo conozcan y lo alaben qué rabia si vemos algo igual en otros qué empeño por desconceptuarle... qué si lo copió qué si se lo dijeron que si no es capaz.

En todas nuestras obras, por último, no respiramos más que soberbia y vanidad Queremos ser preferidos a los otros que nadie nos resuelle que todo se gobierne a nuestro antojo Si así sucede, es Dios un bendito y digno de alabanza; pero si no es un injusto un cruel un qué sé yo ¿Y qué resulta de esto? ¡Qué dolor causa solo el escribirlo! Lo que dice la sagrada Escritura: " Entre los soberbios siempre hay desazones se hacen odiosos de Dios y de los mismos hombres;" son castigados siempre por Dios como Lucifer y, por último, que es muy suficiente, "es un mal incurable" Alma mía, despierta alma mía, sal de tu sopor, y vigila para no dejarte sorprender... mira que has de estar tanto más avisada, cuanto es un vicio que se introduce con mucha sagacidad, y no se suele llegar a sentir sino de un pronto Advierte que tiene muchos pretextos para ocultar su veneno el honor el cuidar de su reputación el no mostrarse cobarde el no dejarlo pasar así el me toca de justicia la satisfacción son otros tantos pasos y pretextos para llegar a este formidable vicio Ea, alma mía, al cielo por los caminos de la humildad á consolar a nuestra Madre en sus dolores, que ningún soberbio puede llamarse con verdad siervo de María, sino un fiel imitador de los bárbaros judíos.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.

¿Por qué, o Dios mío, no he de daros las más humildes gracias, cuando en esta breve consideración os habéis dignado comunicar a mi alma los importantísimos conocimientos de unas verdades que tan olvidadas y menospreciadas tenía por mi abandono y necedad? ¿Por qué no he de concluir este saludable ejercicio rindiéndoos las más profundas alabanzas, cuando en él siento haberse encendido en mi corazón la llama del amor divino, que tan amortiguada es taba por un necio desvarío y por una fatal corrupción de mi entendimiento? Y pues que vos, que sois la verdad infalible y el verdadero camino que conduce a la patria celestial, habéis tenido a bien de comunicar a mi alma los efectos propios de vuestro amor, con los que puedo distinguir lo cierto é indudable que me sea útil a la salvación, y lo falso y mentiroso que me precipitará a mi perdición, por tanto, Señor, quiero aprovecharme desde este momento de tan divinas instrucciones, para caminar con libertad y seguridad entre tantos estorbos y peligros como me presenta este mundo miserable, y de este modo llegar más pronto a unirme con vos. Consígalo así, Virgen Santísima, para vivir compadeciéndome de vuestros dolores y aflicciones, y cumpliendo la promesa que os hice de ser siervo vuestro. Esta sea mi ocupación, estos mis desvelos y cuidados en este valle de lágrimas, porque así después disfrute en la celestial Jerusalén de vuestra compañía, en unión de tantos fieles Servitas que recibieron ya el premio de vuestros servicios, reinando a vuestro lado por los siglos de los siglos. Amén.

12 de Septiembre: Memoria Litúrgica del Santísimo Nombre de María

 

Unos días después de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen, la Iglesia celebra el santo Nombre de María, nombre que le fue dado por sus padres, Ana y Joaquín.

Miriam en hebreo, Mariam en arameo. Se atribuyen muchas etimologías al significado de este nombre: "dueña del mar", "iluminación", "caída" o "estrella del mar".

Un significado probable es "hermosa" que corresponde – ¡y en qué medida! – a la belleza interna y externa de Nuestra Señora. En Lourdes, Santa Bernardette describe a la Inmaculada Madre de Dios, diciendo "que era joven y hermosa, hermosa sobre todo, cuál no había visto jamás... Ella es hermosa como, creo, se es hermoso en el cielo". Santa Catalina Labouré la describe de manera semejante: "Era muy hermosa ... Era tan hermosa que me sería imposible expresar su deslumbrante belleza". La liturgia, sirviéndose del Cantar de los Cantares, exclama: Tota pulchra es, o Maria - "Eres toda hermosa, oh María".

Miriam está relacionado con la lengua egipcia - la hermana de Moisés y Aarón, nacida en Egipto, como ellos, se llama María - y significa "amada de Dios". Oh, ¡cuán apropiada es esta etimología para la Virgen María, que es, por excelencia, la Amada del Padre, y de su Hijo, y del Espíritu Santo.

En las lecciones del Breviario Romano, la Iglesia cita no sólo a San Bernardo, que canta las alabanzas de la estrella del mar, sino también a San Pedro Crisólogo, que celebra en María el santo nombre de la "dama", la princesa, la reina. Ella es realmente nuestra Señora.

Roma aprobó, en 1513, la fiesta del santo nombre de María celebrada por una diócesis de España. Pero fue el Beato Papa Inocencio XI quien extendió la fiesta a toda la cristiandad después de la victoria del rey polaco Jan Sobieski sobre los turcos, el 12 de septiembre de 1683, bajo los muros de Viena.

Dedicada al dulce nombre de María, esta victoria no sólo destaca el triunfo de la belleza de la Madre de Dios y la religión sobre la fealdad de la infidelidad y el paganismo, sino también la victoria de los ejércitos cristianos cuando confían en la Reina de los cielos, que preside las batallas de la Iglesia, "fuerte como un ejército armado en la batalla".

“Del tesoro de su divinidad sacó el Señor el nombre de la Virgen María, decretando que todo se haga por Ella, en Ella, con Ella y de Ella; y que de la misma manera que nada se hizo sin Él, así nada deberá rehacerse sin Ella”, dice San Pedro Damiano del dulcísimo Nombre de la Madre de Dios, cuya fiesta fue declarada universal en el año 1683, por decreto del Papa Inocencio XI. Dio ocasión a ella la gloriosa victoria del gran Sobieski, rey de Polonia, sobre las huestes sarracenas. La ciudad de Viena estaba cercada por el ejército musulmán y a punto ya de rendirse; pero se presentó Sobieski con sus bravos el día 8 de septiembre; asistió a la Santa Misa con los brazos en cruz, y en ella comulgó. De allí salió al combate invocando el Santísimo Nombre de María, y logró tan señalado triunfo, que más de mil sarracenos quedaron tendidos en el campo de batalla. Sobieski entró en la ciudad seguido del Emperador de Austria, para dar gracias en el templo a Dios y a su Madre, entonando el Te Deum. Y porque esta victoria se alcanzó el 12 de septiembre, en su recuerdo se celebra en este día la fiesta del Dulce Nombre de María.

Nombre bendito y santo, superior a cualquier otro nombre después del de Jesús. Nombre dulcísimo para los ángeles en el cielo, por ser el nombre de su Reina; y dulcísimo también para los hombres en la tierra, por ser el nombre de nuestra Madre. Nombre tan dulce y amable, que no se puede pronunciar sin que el que lo profiera se sienta inflamado en el amor de Dios y de María. Como el de Jesús, él es también júbilo para el corazón, miel para la boca y melodía para el oído de sus devotos, según San Antonio de Padua.

En medio de las amarguras de este mundo, hagamos nuestra la exclamación de San Alfonso María de Ligorio: “Oh María, llena de gracia, haced que vuestro nombre sea la respiración de mi alma! No me cansaré jamás de acudir a Vos, repitiendo constantemente: María! María! Qué inefable consuelo, qué dulcedumbre, qué ternura experimenta mi alma! Oh María!, amable María, cuando pronuncio vuestro nombre, doy gracias a Dios por haberos dado para mi felicidad nombre tan dulce y amable.”


Oración al Santísimo Nombre de María 

¡Madre de Dios y Madre mía María!
Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación,
me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura,
que pueda llamar en mi socorro
tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María!
haz que tu nombre, de hoy en adelante,
sea la respiración de mi vida.
No tardes, Señora, en auxiliarme
cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata,
y en cualquier necesidad que experimente,
quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida,
y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado:
“¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!”
¡Qué aliento, dulzura y confianza,
qué ternura siento
con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios,
que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso.
Señora, no me contento
con sólo pronunciar tu nombre;
quiero que tu amor me recuerde
que debo llamarte a cada instante;
y que pueda exclamar con san Anselmo:
“¡Oh nombre de la Madre de Dios,
tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío,
que vivan siempre en mi corazón y en el de todos,
vuestros nombres salvadores.
Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre,
para acordarme sólo y siempre,
de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María,
cuando llegue la hora de dejar esta vida,
concédeme entonces la gracia de deciros:

“Os amo, Jesús y María;
Jesús y María,
os doy el corazón y el alma mía”.