Este blog, dedicado enteramente a la Santísima Virgen María, tendrá el objetivo de difundir la devoción a esta Santa Madre, la fe y doctrina de la Iglesia Católica y todo lo relacionado a Nuestro Señor Jesucristo. Interesados en la restauración de la Tradición de la Iglesia Católica y la convivencia del Rito Ordinario con el Rito Tridentino.
13 de Septiembre: Solemnidad de la Virgen del Milagro de Salta
13 de Septiembre: Memoria Litúrgica de san Juan Crisóstomo, Obispo y doctor de la Iglesia
Cada 13 de septiembre celebramos la fiesta de San Juan Crisóstomo (347-407), llamado así por su elocuencia al predicar, la belleza y profundidad de sus homilías, y la fuerza de sus escritos. “Crisóstomo” quiere decir “Boca de oro” (yuxtaposición de dos términos griegos: chrysós, 'oro', y stoma, 'boca'). Juan de Antioquía -como también se le conoce- fue obispo de Constantinopla. Es considerado uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia y uno de los más grandes oradores de todos los tiempos.
San Juan Crisóstomo nació en Antioquía en el 347, se bautizó a los 23 años. Después de haber vivido como monje eremita en su casa y en el desierto, fue ordenado sacerdote y empezó a hacerse conocido por sus sermones. Más adelante, Arcadio -emperador romano de Oriente- solicitó a Teófilo, patriarca de Alejandría, que lo nombre obispo de Constantinopla.
Como obispo se consagró a enseñar la recta doctrina, con celo y cuidado, al tiempo que criticó las formas judaizantes del cristianismo y los lujos e indiferencia de los emperadores frente a los necesitados. Se deshizo de bienes superfluos de la Iglesia y con las riquezas obtenidas atendía las necesidades de los pobres. Le exigió a sacerdotes y monjes vestir con sencillez, y comer con moderación; pidió recato a las mujeres y piedad dentro de los templos. Se preocupó también por la formación catequética de los fieles.
La firmeza de su actitud le causó roces e incomprensiones. Vivió sus últimos días en el destierro y murió el 14 de septiembre de 407. Quienes lo acompañaron en su agonía testificaron sus últimas palabras: “sea dada gloria a Dios por todo”.
“Si te encuentras en el camino con un sacerdote y un ángel, ve a besar la mano del sacerdote, ya que los ángeles, aunque quieren ser capaces de administrar el Sacramento de la Eucaristía, no pueden; ya que esto es propio sólo de seres humanos”, San Juan Crisóstomo.
MES DE SEPTIEMBRE: 13° Día de la Mes de la Virgen de los Dolores
MES DE SEPTIEMBRE CONSAGRADO A LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA
ORACIÓN DE PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios y Señor mío, que por el hombre ingrato os hicisteis también hombre, sin dejar por eso la divinidad, y os sujetasteis a las miserias que consigo lleva tal condición; a vuestros pies se postran la más inferior de todas vuestras criaturas y la más ingrata a vuestras misericordias, trayendo sujetas las potencias del alma con las cadenas fuertes del amor, y los sentidos del cuerpo con las prisiones estrechísimas de la más pronta voluntad, para rendirlos y consagrarlos desde hoy a vuestro santo servicio. Bien conozco, dueño mío, que merezco sin duda alguna ser arrojado de vuestra soberana presencia por mis repetidas culpas y continuos pecados, sepultándome vuestra justicia en lo profundo del abismo en castigo de ellos; más la rectitud de mi intención, y el noble objeto que me coloca ante vos en este afortunado momento, estoy seguro, mi buen Dios, Dios de mi alma, suavizará el rigor de vuestra indignación, y me hará digno de llamaros sin rubor.... Padre de misericordia.
No es esta otra más que el implorar los auxilios de vuestra gracia y los dones de vuestra bondad para que, derramados sobre el corazón del más indigno siervo de vuestra Madre, que atraído por su amor y dulcemente enajenado por su fineza viene a pedir esta merced, reflexione y contemple debidamente sus amargos dolores, y causarla de esta manera algún alivio en cuanto sea susceptible con esta ocupación y la seria meditación de mis culpas. Concededme, Señor, lo que os pido por la intercesión de vuestra Madre, a quien tanto amáis. Y vos, purísima Virgen y afligidísima Reina mía, interponed vuestra mediación para que vuestro siervo consiga lo que pide. Yo, amantísima Madre de mi corazón, lo tengo por seguro de vuestra clemencia; porque sé que todo el que os venera alcanzará lo que suplica, y. aunque este en la tribulación se librará de ella, pues no tenéis corazón para deleitaros en nuestras desgracias, y disfrutáis de tanto poder en el cielo que tenéis el primado en toda nación y pueblo ¡Feliz mil veces acierto a conseguir vuestras gracias para emplearme en tan laudable ejercicio! Derramad, Señora, sobre mí vuestras soberanas bendiciones; muévase mi alma a sentimiento en la consideración de vuestros santísimos dolores; inflamese mi voluntad para amaros cada vez más. Entonces sí que os podré decir: "Oh Señora, yo soy tu siervo" Consiga yo, en fin, cuanto os pido, siendo para mayor honra de Dios y gloria vuestra, como lo espero, consiguiendo seguro la salvación de mi alma. Amén.
DÍA XIII
No encuentra, Virgen tristísima, mi consideración un momento de desconsuelo y aflicción comparable con este, en el cual veis en tan funesta situación a vuestro muy querido hijo Jesús... ¿Qué esperanzas concebiríais Madre mía, sabiendo era conducido de un tribunal a otro en manos de tan perversa canalla, y en poder de hombres tan desalmados? En la meditación anterior vimos como apenas os quedaba alguna, más en la presente le lloráis con justa razón perdido ¡Ah! ¡Qué tormento os causarían las pruebas que os daban de ser muy próxima su muerte! ¡Cuánto la sentiríais! ¿Pero no me será lícito, Reina de mi corazón, exclamar lleno de júbilo, Oh muerte dichosa, que librándole de la venganza de sus enemigos y poniendo fin a sus padecimientos, le vas a resucitar más glorioso, ¿y a abrirnos las puertas del cielo que nuestra culpa había cerrado? ¡Ojalá que en nuestra muerte permaneciéramos en el estado en que la del Señor nos constituyó! Quiero decir ¡ojalá que en aquel trance nos hallásemos dignos de tal
herencia por haber conservado con una vida justa la gracia que nos mereció Jesucristo! Mas los sentimientos únicos que hoy me animan , son solo los de tener siempre presente la importancia de una buena muerte No, cristiano, no debes ignorar que en aquella hora, cuando ya se acabó el tiempo de merecer, si te hayas acreedora del infierno , has de convencerte con claridad del desprecio de los pasos tan costosos que hoy ves dar a tu Dios humanado por tu bien, y de los tormentos y aflicciones que por esta causa oprimen al corazón de su bendita Madre ¡Cuánto te importa por esta razón el recordar siempre el momento de tu muerte!
¡Ah! ¡Nótalo muy bien, y repara las muchas dificultades que se oponen respecto de sus circunstancias! ¡Qué avisos serán estos para tu bien! Si reflexionas su incertidumbre en cuanto al tiempo, ¡o Dios mío! y cómo puede suceder en acabando de cometer un pecado me sorprenda y traslade al tribunal del Eterno o bien sea por la mañana o por la tarde, o por el día o por la noche, o a los veinte, a los cuarenta, o a los setenta Si consideras el cómo y adónde ¿quién te ha asegurado que no morirás o de un accidente, o de una puñalada, o cayéndote un porrazo, o ahogándote, o en la cama, en la calle, en el paseo, en la iglesia, en la visita, según todos los días lo estás presenciando? Si recuerdas, por fin, lo que sirven entonces las riquezas, los honores, las comodidades y la fortuna, hallarás que todo se queda por acá, y que de nada te aprovechan entonces ¿Qué les ha quedado, si no, a tantos generales poderosos y hombres del siglo, si aunque por mucho tiempo hayan sido afamados y célebres, el mismo tiempo, que es el padre del olvido, ha depositado en su tenebroso seno las victorias, los aplausos y las conquistas? ¿Qué utilidad le ha resultado al rico orgulloso de sus bienes y cuantiosas sumas, si ahora se quedan por aquí para que los disfruten otros, sin que les fuera posible llevarlos en su compañía? ¿Qué ventajas le han resultado al voluptuoso, al rencoroso, al murmurador, al envidioso y al que tanto aborreció la religión de Jesucristo y sus máximas, de sus vicios y locuras?
¡Oh! ¡Cuántos en aquella hora desearían no haber cometido tales culpas, y haber dado oído a tantas verdades como les anunciaron los predicadores y libros santos! Con que de aquí, alma mía, la consecuencia es muy natural Con que solo en aquella hora te aprovecharán las obras buenas y santas Con que si yerras el golpe, entonces tu error es para siempre inevitable Con que según es la vida así es la muerte Pues desde ahora, Virgen dolorosísima, he de vivir empleado en tan santo pensamiento A mí no me asustará, Madre mía, porque estoy seguro de que si vivo bien es el principio de mi felicidad A mí no me causará pavor como a los que viven olvidados de que ha de llegar, antes por el contrario me estimulará para obrar bien, y así después reinar en vuestra compañía para siempre.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
¿Por qué, o Dios mío, no he de daros las más humildes gracias, cuando en esta breve consideración os habéis dignado comunicar a mi alma los importantísimos conocimientos de unas verdades que tan olvidadas y menospreciadas tenía por mi abandono y necedad? ¿Por qué no he de concluir este saludable ejercicio rindiéndoos las más profundas alabanzas, cuando en él siento haberse encendido en mi corazón la llama del amor divino, que tan amortiguada es taba por un necio desvarío y por una fatal corrupción de mi entendimiento? Y pues que vos, que sois la verdad infalible y el verdadero camino que conduce a la patria celestial, habéis tenido a bien de comunicar a mi alma los efectos propios de vuestro amor, con los que puedo distinguir lo cierto é indudable que me sea útil a la salvación, y lo falso y mentiroso que me precipitará a mi perdición, por tanto, Señor, quiero aprovecharme desde este momento de tan divinas instrucciones, para caminar con libertad y seguridad entre tantos estorbos y peligros como me presenta este mundo miserable, y de este modo llegar más pronto a unirme con vos. Consígalo así, Virgen Santísima, para vivir compadeciéndome de vuestros dolores y aflicciones, y cumpliendo la promesa que os hice de ser siervo vuestro. Esta sea mi ocupación, estos mis desvelos y cuidados en este valle de lágrimas, porque así después disfrute en la celestial Jerusalén de vuestra compañía, en unión de tantos fieles Servitas que recibieron ya el premio de vuestros servicios, reinando a vuestro lado por los siglos de los siglos. Amén.
MES DE SEPTIEMBRE: 12° Día de la Mes de la Virgen de los Dolores
12 de Septiembre: Memoria Litúrgica del Santísimo Nombre de María