> SoydelaVirgen : 08/11/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

Letanías a santa Filomena, virgen y mártir

                                        


LETANÍAS A SANTA FILOMENA

(Compuestas por San Juan María Vianney) 

Señor, ten misericordia de nosotros. 

Cristo, ten misericordia de nosotros 

Señor, ten misericordia de nosotros

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, 

Dios Espíritu Santo, 

Trinidad santa, que eres un solo Dios, 

Santa María, ruega por nosotros

Reina de las Vírgenes,

Sta. Filomena,

Sta. Filomena, llena de abundantes gracias desde tu nacimiento,

Sta. Filomena, fiel imitadora de María,

Sta. Filomena, modelo de Vírgenes,

Sta. Filomena, templo de la más perfecta humildad,

Sta. Filomena, inflamada con el celo por la gloria de Dios,

Sta. Filomena, víctima de amor por Jesús,

Sta. Filomena, ejemplo de fortaleza y perseverancia,

Sta. Filomena, invencible campeona de la castidad,

Sta. Filomena, espejo de las más heroicas virtudes,

Sta. Filomena, firme e intrépida frente a los tormentos,

Sta. Filomena, azotada como tu Divino Esposo,

Sta. Filomena, traspasada por una lluvia de flechas,

Sta. Filomena, consolada por la madre de Dios, cuando estabas encadenada,

Sta. Filomena, milagrosamente curada en la prisión,

Sta. Filomena, confortada por ángeles en tus tormentos,

Sta. Filomena, que preferiste los tormentos y la muerte a los esplendores de un trono,

Sta. Filomena, que convertiste a los testigos de tu martirio,

Sta. Filomena, que terminaste con la furia de tus ejecutores,

Sta. Filomena, protectora de los inocentes,

Sta. Filomena, patrona de la juventud,

Sta. Filomena, refugio de los infortunados,

Sta. Filomena, salud delos débiles y enfermos,

Sta. Filomena, nueva luz de la Iglesia militante,

Sta. Filomena, que confundes la impiedad del mundo,

Sta. Filomena, que estimulas la fe y el coraje de los fieles,

Sta. Filomena, cuyo nombre es glorificado en el Cielo y temido en el Infierno,

Sta. Filomena, famosa por los más extraordinarios milagros,

Sta. Filomena, todopoderosa con Dios,

Sta. Filomena, que reinas en la Gloria.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

Perdónanos Señor

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

Escúchanos Señor

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

Ten misericordia de nosotros

- Ruega por nosotros, Gran Santa Filomena,

- Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo

ORACIÓN

Os imploramos, Oh Señor, que por intercesión de Santa Filomena, Virgen y Mártir, a quien siempre miraste con complacencia  por su gran pureza y práctica de todas las virtudes, perdones nuestro pecados y concédenos todas las gracias que necesitamos especialmente (aquí se pide la gracia especial que pedimos). Amén.

11 de Agosto: Memoria Litúrgica de Santa Filomena, virgen y mártir

 


A pesar de tener sus restos mortales, la Iglesia aun no sabía nada sobre la vida de Santa Filomena.
Lo que sabemos de esta santa es gracias a las revelaciones privadas recibidas de la santa en 1863 por tres diferentes personas, en respuesta a las oraciones de muchos a que dejara saber quién era ella y como llegó al martirio.

Las personas favorecidas fueron un joven artista de buena moral y vida piadosa, un devoto sacerdote y una piadosa religiosa de Nápoles, la Venerable Madre María Luisa de Jesús quien murió en olor de santidad.

(Estas revelaciones han recibido el Imprimátur de la Santa Sede dando testimonio de que no hay nada contrario a la fe. La Santa Sede dio la autorización para la propagación de estas el 21 de diciembre de 1883.)

Historia de la vida según las revelaciones a la Madre María Luisa de Jesús

"Yo soy la hija de un príncipe que gobernaba un pequeño estado de Grecia. Mi madre era también de la realeza. Ellos no tenían niños. Eran idolatras y continuamente ofrecían oraciones y sacrificios a sus dioses falsos.
Un doctor de Roma llamado Publio, vivía en el palacio al servicio de mi padre. Este doctor había profesado el cristianismo.

Viendo la aflicción de mis padres y por un impulso del Espíritu Santo les habló acerca de nuestra fe y les prometió orar por ellos, si consentían a bautizarse.
La gracia que acompañaba sus palabras, iluminaron el entendimiento de mis padres y triunfó sobre su voluntad. Se hicieron cristianos y obtuvieron su esperado deseo de tener hijos.

Al momento de nacer me pusieron el nombre de Lumena, en alusión a la luz de la fe, de la cual era fruto. El día de mi bautismo me llamaron Filumena, hija de la luz (filia luminis) porque en ese día había nacido a la fe.
Mis padres me tenían gran cariño y siempre me tenían con ellos. Fue por eso que me llevaron a Roma, en un viaje que mi padre fue obligado a hacer debido a una guerra injusta.
Yo tenía trece años. Cuando arribamos a la capital nos dirigimos al palacio del emperador y fuimos admitidos para una audiencia. Tan pronto como Diocleciano me vio fijo los ojos en mí.

El emperador oyó toda la explicación del príncipe, mi padre. Cuando este acabó y no queriendo ser ya más molestado le dijo: yo pondré a tu disposición toda la fuerza de mi imperio. Yo solo deseo una cosa a cambio, que es la mano de tu hija.
Mi padre deslumbrado con un honor que no esperaba, accede inmediatamente a la propuesta del emperador y cuando regresamos a nuestra casa, mi padre y mi madre hicieron todo lo posible para inducirme a que cediera a los deseos del emperador y los suyos. Yo lloraba y les decía:
¿Ustedes desean que por el amor de un hombre yo rompa la promesa que he hecho a Jesucristo? Mi virginidad le pertenece a Él y yo ya no puedo disponer de ella.
Pero eres muy joven para ese tipo de compromiso -me decían- y juntaban las más terribles amenazas para hacerme que aceptara la mano del emperador.
La gracia de Dios me hizo invencible. Mi padre no pudiendo hacer al emperador ceder y para deshacerse de la promesa que había hecho, fue obligado por Diocleciano a llevarme a su presencia.

Antes tuve que soportar nuevos ataques de parte de mis padres hasta el punto, que de rodillas ante mí, imploraban con lágrimas en sus ojos, que tuviera piedad de ellos y de mi patria.
Mi respuesta fue: No, no, Dios y el voto de virginidad que le he hecho, esta primero que ustedes y mi patria. Mi reino es el Cielo.
Mis palabras los hacían desesperar y me llevaron ante la presencia del emperador, el cual hizo todo lo posible para ganarme con sus atractivas promesas y con sus amenazas, las cuales fueron inútiles.
Él se puso furioso e, influenciado por el demonio, me mandó a una de las cárceles del palacio donde fui encadenada.
Pensando que la vergüenza y el dolor iban a debilitar el valor que mi Divino Esposo me había inspirado.
Me venía a ver todos los días y soltaba mis cadenas para que pudiera comer la pequeña porción de pan y agua que recibía como alimento, y después renovaba sus ataques, que si no hubiera sido por la gracia de Dios no hubiera podido resistir.
Yo no cesaba de encomendarme a Jesús y su Santísima Madre.
Mi cautiverio duró treinta y siete días, y en el medio de una luz celestial, vi a María con su Divino Hijo en sus manos, la cual me dijo: "Hija, tres días más de prisión y después de cuarenta días, se acabará este estado de dolor."
Las felices noticias hicieron mi corazón latir de gozo, pero como la Reina de los Ángeles había añadido, dejaría la prisión, para sostener un combate más terrible que los que ya había tenido. Pasé del gozo a una terrible angustia, que pensaba me mataría.
Hija, ten valentía, dijo la Reina de los Cielos y me recordó mi nombre, el cual había recibido en mi Bautismo diciéndome:
"Tu eres Lumena, y tu Esposo es llamado Luz. No tengas miedo. Yo te ayudaré. En el momento del combate, la gracia vendrá para darte fuerza. El ángel Gabriel vendrá a socorrerte, Yo le recomendaré especialmente a él, tu cuidado".

Las palabras de la Reina de las Vírgenes me dieron ánimo. La visión desapareció dejando la prisión llena de un perfume celestial.
Lo que se me había anunciado, pronto se realizó. Diocleciano perdiendo todas sus esperanzas de hacerme cumplir la promesa de mi padre, tomó la decisión de torturarme públicamente y el primer tormento era ser flagelada.
Ordenó que me quitaran mis vestidos, que fuera atada a una columna en presencia de un gran número de hombres de la corte, me hizo que me latigaran con tal violencia, que mi cuerpo se bañó en sangre, y lucía como una sola herida abierta.
El tirano pensando que me iba a desmayar y morir, me hizo arrastrar a la prisión para que muriera.
Dos ángeles brillantes con luz, se me aparecieron en la oscuridad y derramaron un bálsamo en mis heridas, restaurando en mí la fuerza, que no tenía antes de mi tortura.
Cuando el emperador fue informado del cambio que en mi había ocurrido, me hizo llevar ante su presencia y trato de hacerme ver que mi sanación se la debía a Júpiter el cual deseaba que yo fuera la emperatriz de Roma.
El espíritu Divino, al cual le debía la constancia en perseverar en la pureza, me llenó de luz y conocimiento, y a todas las pruebas que daba de la solidez de nuestra fe, ni el emperador ni su corte podían hallar respuesta.
Entonces, el emperador frenético, ordenó que me enterraran, con un ancla atada al cuello en las aguas del río Tiber. La orden fue ejecutada inmediatamente, pero Dios permitió que no sucediera.

En el momento en el cual iba a ser precipitada al río, dos ángeles vinieron en mi socorro, cortando la soga que estaba atada al ancla, la cual fue a parar al fondo del río, y me transportaron gentilmente a la vista de la multitud, a las orillas del río.
El milagro logró que un gran número de espectadores se convirtieran al cristianismo.
El emperador, alegando que el milagro se debía a la magia, me hizo arrastrar por las calles de Roma y ordenó que me fuera disparada una lluvia de flechas. Sangre brotó de todas las partes de mi cuerpo y ordenó que fuera llevada de nuevo a mi calabozo.

El cielo me honró con un nuevo favor. Entré en un dulce sueño y cuando desperté estaba totalmente curada. El tirano lleno de rabia dijo: Que sea traspasada con flechas afiladas.
Otra vez los arqueros doblaron sus arcos, cogieron todas sus fuerzas, pero las flechas se negaron a salir.
El emperador estaba presente y se puso furioso y pensando que la acción del fuego podía romper el encanto, ordenó que se pusieran a calentar en el horno y que fueran dirigidas a mi corazón.

Él fue obedecido, pero las flechas, después de haber recorrido parte de la distancia, tomaron la dirección contraria y regresaron a herir a aquellos que la habían tirado.
Seis de los arqueros murieron. Algunos de ellos renunciaron al paganismo y el pueblo empezó a dar testimonio público del poder de Dios que me había protegido. Esto enfureció al tirano. Este determinó apresurar mi muerte, ordenando que mi cabeza fuera cortada con un hacha.
Entonces, mi alma voló hacia mi Divino Esposo, el cual me puso la corona del martirio y la palma de la virginidad”.
Filomena, una joven mártir de la Iglesia primitiva durmió en el olvido de la historia hasta el hallazgo de sus restos mortales el 24 de mayo de 1802.
Ocurrió en el día de María Auxiliadora, durante una de las excavaciones que se hacen constantemente en Roma. La encontraron en la Catacumba de Santa Priscilla, en la Vía Salaria.

En una tumba había tres losas juntas que cerraban la entrada y en ellas había una inscripción que estaba rodeada de símbolos que aludían al martirio y a la virginidad de la persona ahí enterrada. Los símbolos eran: ancla, tres flechas, una palma y una flor.

La inscripción decía: Lumena paxte cum fi
Se entiende que estas losas pueden haber sido puestas, en el orden incorrecto, debido a la prisa o al poco conocimiento del latín del obrero. Por lo tanto, la inscripción correctamente puesta se leería: Pax tecum Filumena, en español: ¡La paz sea contigo Filomena!

Al abrir la tumba descubrieron su esqueleto que era de huesos pequeños y notaron a la vez, que su cuerpo había sido traspasado por flechas.
Al examinar los restos los cirujanos atestiguaron la clase de heridas que la joven mártir recibió y los expertos coincidieron en calcular que la niña fue martirizada entre la edad de 12 o 13 años.
Cuando los científicos estaban transfiriendo la sangre seca a un nuevo frasco transparente, ante todos los que estaban presentes, se sucedió un hecho extraordinario.
Para su asombro vieron que las pequeñas partículas de la sangre seca cuando caían en el nuevo frasco, brillaban como oro, diamantes y piedras preciosas y resplandecían en todos los colores del arco iris. (Hasta el presente, se puede observar en algunos momentos de gracia, que estas partículas cambian de color).
Los huesos, cráneo y cenizas junto con el frasco que contenía la sangre fueron depositados en un ataúd, el cual fue cerrado y triplemente sellado.
Bajo guardia de honor el ataúd de ébano fue llevado a la custodia del Cardenal Vicario de Roma, a una capilla donde se guardan los cuerpos de santos.
La Congregación de Indulgencias y Reliquias declaró la autenticidad de las reliquias de la mártir.
Papa Gregorio XVI, en Enero 30 de 1837, solemnemente la elevó al altar dando completa autoridad a su culto en todo el mundo católico y por toda la eternidad. Le dio el título de Patrona del Rosario Viviente.

Pío IX -En 1849 la nombró Patrona de los Hijos de María.
Papa San Pío X elevó la Archicofraternidad de Santa Filomena a Universal y nombró a San Juan Vianney su Patrón. Este Papa y gran Santo de la Santa Madre Iglesia solemnemente declaró:
"... desacreditar las presentes decisiones y declaraciones concernientes a Santa Filomena como no siendo permanentes, estables, válidas y efectivas, necesarias de obediencia, y en completo efecto para toda la eternidad, procede de un elemento que es nulo y vano y sin mérito y autoridad." (1912)

Leo XIII - Antes de su elección al Papado, fue dos veces en peregrinación a su Santuario. Después de ser nombrado el Vicario de Cristo, le dio una cruz de mucho valor al Santuario.
Aprobó la Confraternidad de Santa Filomena y la enriqueció con indulgencias. La elevó a Archicofraternidad.
Pío X - Elevó la Archicofraternidad a Universal y nombró a San Juan María Vianney su Patrón.
San Juan Vianney era muy devoto de Santa Filomena. Existía un perfecto entendimiento entre el Cura de Ars y la Santa. La eligió como su patrona y el sentía su presencia constantemente.

La llamaba con los nombres mas tiernos y familiares y no dudaba en inducir a otros a que invocaran su intercesión en sus necesidades de cuerpo y alma.

Santuario y Reliquias
El Santuario de Santa Filomena está localizado en Mugnano, Italia en la diócesis de Nola, cerca de Nápoles. Fue en esta iglesia que el párroco Don Francis di Lucia, trajo las reliquias de Santa Filomena en 1805.

La Iglesia se convirtió en un lugar de peregrinación, donde numerosos favores e inclusive milagros fueron concedidos por la intercesión de Santa Filomena.

La capilla de Santa Filomena se encuentra a media nave, a la izquierda. Arriba del altar se puede ver la figura de la Santa en papier-maché, la cual fue hecha para guardar su huesos.
Esta estatua de Santa Filomena fue hecha en 1805. Si se mira de cerca, debajo de las almohadas se puede ver el envase el cual contiene la sangre cristalizada (la religiosa que custodia el santuario nos aseguró cuando visitamos -1998- que la sangre ha sido robada).

Esta figura milagrosamente ha cambiado de posición varias veces a través de los años.

En 1961, durante la revisión del martirologio romano (libro donde se inscriben los santos y beatos), el papa Juan XXIII firmó el decreto de la Sagrada Congregación de Ritos en el que se suprimía del calendario la fiesta de Santa Filomena (y de varios santos más), previamente fijada para el 11 de agosto.

Tanto el oficio propio como la Misa fueron borrados. ¿Qué había pasado? Pues simplemente se dudaba de la existencia histórica de la santa aunque, oficialmente, nunca se dio una respuesta contundente para tal acto.

11 de Agosto: Memoria Litúrgica de santa Clara de Asís, virgen y fundadora de las Clarisas

 


Cada 11 de agosto, la Iglesia Católica celebra a Santa Clara de Asís, patrona de la televisión y de las telecomunicaciones. Fundó, junto a San Francisco de Asís, la Orden de las Hermanas Pobres (clarisas), un instituto perteneciente a la Segunda Orden de los “hermanos menores” (franciscanos). Las clarisas constituyen la rama femenina de los franciscanos.

Santa Clara nació en Asís, Umbría, el 16 de julio de 1194. Conquistada por la predicación de San Francisco que escuchó en 1210, le confió su deseo de entrar en religión para consagrarse totalmente a Dios.

Santa Clara, cuyo nombre significa “vida transparente”, fue gran amiga de San Francisco de Asís. Pertenecía a una de las familias nobles de la ciudad. Desde muy pequeña se esforzó por adquirir y acrecentar una vida de virtud. Practicaba con asiduidad la oración y la penitencia. Solía tomar los trabajos más difíciles y preocuparse por los detalles más pequeños.

Huyó de su familia para escapar de un matrimonio de conveniencia y se unió a San Francisco en la Porciúncula el Domingo de Ramos de 1212. Vestida con un lienzo grueso, se refugió en un convento benedictino de Córcega, luego en Umbría, antes de fundar el convento de San Damián donde San Francisco la instaló como abadesa en 1214.

Bajo su dirección, Santa Clara fundó la Orden de las Damas Pobres, que pronto fueron llamadas Clarisas. La Regla que ella escribe, inspirada en la de San Francisco, se centra en la práctica radical de la pobreza y de muchas austeridades. El Papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte y aprobó la Regla de la Orden de las Damas Pobres dos días antes de su fallecimiento.

Murió el 11 de agosto de 1253. El Papa y su corte asistieron a su funeral y dieron inicio al proceso que condujo a su canonización dos años más tarde, el 26 de septiembre de 1255. En 1260 su cuerpo fue trasladado a la basílica construida en Asís en su honor.

Verdadera esposa de Cristo, es un modelo del espíritu de fe y sacrificio.

El Sumo Pontífice, Inocencio III, la visitó en el monasterio hasta dos veces, durante alguno de los peores momentos de su enfermedad. En una oportunidad, después de verla, el Papa exclamó: "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita".
 
Muchas ciudades, santuarios y templos llevan su nombre. 
En septiembre del 2010, el Papa Emérito Benedicto XVI, comentó que la vida de Santa Clara es un ejemplo de cuán importantes son las mujeres en la vida eclesial. Para Benedicto XVI la santa había demostrado “cuánto debe toda la Iglesia a las mujeres valientes y ricas de fe como ella, capaces de dar un impulso decisivo a la renovación de la Iglesia".


Oración a santa Clara pidiendo 
por una petición urgente y difícil 

Gloriosísima virgen
y dignísima madre santa Clara de Asís,
espejo clarísimo de santidad y pureza,
base firme de la más viva fe,
llamarada de perfecta claridad
y erario riquísimo de todas las virtudes.
 
Por todos estos favores con que
el Divino Esposo os colmó,
y por la especial prerrogativa
de haber hecho a vuestra alma
trono de su infinita grandeza,
alcánzanos de tu inmensa piedad,
que limpie nuestras almas
de las manchas y de las culpas,
y, destituidas de todo efecto terreno,
sean templo digno de su morada.
 
También te suplicamos por la paz
y tranquilidad de la Iglesia,
para que se conserve siempre en la unidad de fe,
de la santidad y de las costumbres,
que la hacen incontrastable
a los esfuerzos de sus enemigos.
 
Y si fuese para mayor gloria de Dios
y bien espiritual mío
concededme, os ruego 
cuanto pido en esta oración,
y el favor especial que tanto necesito:
 
(hacer la petición).
 
Apiadaros de mi y conseguidme
rápida y favorable solución
a esta urgente y apremiante solicitud,
que agobia y entristece mi corazón. 
 
Vos, como Madre y protectora,
no me abandonéis en este difícil trance,
presentad mis deseos ante el Trono de Dios,
pues yo confío en la bondad infinita,
que por vuestros méritos alcanzaré,
para mayor honra y gloria
de Nuestro Señor,
que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
 
Rezar, con gran confianza y fe en la intercesión
de santa Clara de Asís,
tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.

Encuentro entre Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís

 


Cuenta  la tradición, que un día que estaba Santo Domingo en Roma pidiendo al Papa aprobase la fundación de su Orden, tuvo un éxtasis:

 Vio a Cristo suspendido en el aire y en actitud de arrojar sobre el mundo tres lanzas que tenía en su mano debido a la corrupción que reinaba en la tierra. La Virgen María viendo a su hijo en tal estado exclamó: ‘¡Hijo mío!, ¿Qué vas a hacer? Ten compasión de la humanidad. Voy a proporcionarte dos siervos fieles que lucharán para someter al mundo a tu voluntad.’ Cristo contestó a su Madre ‘Quisiera que me presentaras a esos dos hombres.’

 La Virgen presentó a Domingo de Guzmán y a Francisco de Asís a Cristo: él entonces dijo: ‘En efecto estos son verdaderos siervos míos. Estoy seguro que pondrán gran empeño en hacer lo que has dicho Madre.’

Al día siguiente después de la visión y estando Domingo en la iglesia de Roma, coincidió con Francisco en misa. Los dos se abrazaron y besaron, y Domingo le dijo: ‘Tú eres mi compañero; conmigo recorrerás el mundo. Establezcamos entre nosotros un compromiso de colaboración. Seamos fieles a Cristo, y no habrá adversario que pueda vencernos.’

 De allí data la tradición de que en la fiesta de San Francisco, los dominicos se reúnen con ellos y celebran la Eucaristía, y de la misma manera, los hermanos Franciscanos en la fiesta de Santo Domingo.”

 Los hijos espirituales de ambos, asumieron que la amistad entre los dos santos, significaba la unión fraternal.

Prefacio Propio de san Lorenzo, diácono y mártir

 


PREFACIO

Realmente es justo y necesario, 
es nuestro deber y salvación darte gracias 
siempre y en todo lugar, Señor, 
Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
 
Cristo, tu Hijo, ofreció su vida 
por nuestro rescate, nos amó hasta el fin, 
y así nos enseñó que no hay amor más grande 
que el de aquel que acepta la (propia) muerte 
en favor de sus hermanos.

En esta escuela, Lorenzo, 
discípulo verdadero y fiel, 
con su martirio, dio a los hombres, 
la suprema prueba de amor.

Hoy la Iglesia se alegra y une su voz 
al canto de los ángeles y de todos los mártires 
que, sin cesar, alaban tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

10 de Agosto: Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir

 


San Lorenzo, nacido en Huesca, fue el primer diácono de San Sixto II, Papa y mártir. Cuando el prefecto de Roma lo arrestó, él distribuyó las posesiones de la Iglesia entre los pobres, para salvarlas de la confiscación. Fue condenado a morir en una parrilla, quemándose a fuego lento en el año 258.

"La Iglesia Romana, dice San Agustín, nos invita a celebrar este día, como triunfal, en que San Lorenzo venció al mundo atónito. Roma da testimonio de cuán gloriosa e inmensa multitud de virtudes (tan variada como las flores), matiza la corona de San Lorenzo.

Era diácono de aquella Iglesia. En ella distribuía la preciosa sangre de Cristo y en ella derramó su propia sangre por el nombre de Cristo. Amó a Cristo en vida y le imitó en su muerte."

Pocos mártires hay en la Iglesia tan famosos como San Lorenzo. Los más ilustres padres latinos celebraron sus alabanzas y, como dice San Máximo toda la Iglesia se une para cantar al unísono, con gran gozo y devoción, el triunfo del mártir.

Era Lorenzo uno de los siete diáconos de la Iglesia de Roma, cargo de gran responsabilidad, ya que consistía en el cuidado de los bienes de la Iglesia y en la distribución de limosnas a los pobres.

El año 257, el emperador Valeriano publicó el edicto de persecución contra los cristianos y, al año siguiente, fue arrestado y decapitado el Papa San Sixto II. San Lorenzo le siguió en el martirio cuatro días después.
Esto es todo lo que sabemos de cierto sobre la vida y muerte del santo; pero la piedad cristiana ha aceptado y consagrado los detalles que nos proporcionan San Ambrosio, el poeta Prudencio y otros autores.
Según las tradiciones, cuando el Papa San Sixto se dirigía al sitio de la ejecución, San Lorenzo iba junto a él y lloraba. "¿A dónde vas sin tu diácono, padre mío?", le preguntaba.
El Pontífice respondió: "No pienses que te abandono, hijo mío, pues dentro de tres días me seguirás." Lorenzo se regocijó mucho al saber que Dios le llamaría pronto a Sí.
Inmediatamente fue en busca de todos los pobres, viudas y huérfanos y les repartió todo el dinero que tenía; también vendió los vasos sagrados y les regaló el producto de la venta.

Cuando el prefecto de Roma lo supo, se imaginó que los cristianos escondían grandes tesoros y decidió descubrirlos, pues adoraba la plata y el oro tanto como a Júpiter y a Marte. Inmediatamente mandó llamar a San Lorenzo y le dijo:
"Vosotros, los cristianos, os quejáis con frecuencia de que ostratamos con crueldad. Pero hoy no se trata de suplicios; simplemente quiero hacerte unas preguntas. Me han dicho que vuestros sacerdotes emplean patenas de oro, que beben la Sangre sagrada en cálices de plata y que los cirios de los sacrificios nocturnos están en candelabros de oro. Tráeme esos tesoros, pues el emperador los necesita para mantener sus ejércitos y tu doctrina te manda dar al César lo que es del César. No creo que tu Dios mande acuñar monedas de oro, pues lo único que trajo al venir al mundo fueron palabras. Así pues, entréganos el dinero y quédate con las palabras."
San Lorenzo replicó sin inmutarse: "La Iglesia es, en verdad, muy rica y todos los tesoros del emperador no igualan lo que ella posee. Te voy a mostrar los tesoros más valiosos; pero para ello necesito que me des un poco de tiempo, a fin de poner las cosas en orden y hacer el inventario."
El prefecto no comprendió a qué tesoros se refería Lorenzo y, al pensar que ya tenía en sus manos las riquezas escondidas, quedó satisfecho con la respuesta del diácono y le concedió tres días de plazo.

En el intervalo, Lorenzo recorrió toda la ciudad en busca de los pobres a los que la Iglesia sostenía. Al tercer día, reunidos ya en gran números, los separó en distintas filas: los decrépitos, los ciegos, los baldados, los mutilados, los leprosos, los huérfanos, las viudas y las doncellas.
En seguida, fue en busca del prefecto para invitarle a ver los tesoros de la Iglesia. El prefecto, atónito ante aquella multitud de pacientes y miserables, se volvió furioso hacia Lorenzo y le preguntó qué significaba aquello y dónde estaban los tesoros. Lorenzo respondió: "¿Por qué te enojas? Estos son los tesoros de la Iglesia."

El prefecto se enfureció todavía más y exclamó: "¿Te estás burlando de mí? Sábete que nadie se burla impunemente de las insignias del poder romano. Yo sé muy bien que lo que buscas es que te condene a muerte, pues eres loco y vanidoso; pero no vas a morir tan pronto como quisieras, sino que vas a morir pedazo a pedazo."
Inmediatamente mandó disponer una gran parrilla sobre el fuego para que el santo se asara lentamente. Los verdugos desnudaron a Lorenzo y le ataron sobre la parrilla, donde empezó a quemarse a fuego lento.
Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un resplandor hermosísimo y respiraron el fragante perfume que despedía su cuerpo; pero los perseguidores no vieron el resplandor ni percibieron el aroma.

San Agustín dice que el gran deseo que tenía San Lorenzo de unirse con Cristo le hizo olvidar los rigores de la tortura, y San Ambrosio comenta que las llamas del amor divino eran mucho más ardientes que las del fuego material, de suerte que el santo no experimentaba dolor alguno.

Después de un buen rato de estar sobre las brasas, Lorenzo se volvió hacia el juez y le dijo sonriendo: "Manda que me vuelvan del otro lado, pues éste ya está bien asado." El verdugo le dio entonces la vuelta.

Lorenzo dijo al fin: "La carne está a punto; ya podéis comer." En seguida oró por la ciudad de Roma, por la difusión de la fe en todo el mundo y exhaló el último suspiro.
Prudencio atribuye a la oración del santo la conversión de Roma y dice que Dios la escuchó en aquel mismo momento, porque a la vista de la heroica constancia y piedad de Lorenzo se convirtieron varios senadores.

Esos distinguidos personajes transportaron sobre sus hombros el cuerpo del mártir y le dieron honrosa sepultura en la Vía Tiburtina. La muerte de San Lorenzo, comenta Prudencio, fue la muerte de la idolatría en Roma, porque desde entonces comenzó a declinar y, actualmente (c.403 d.C.), el cuerpo senatorial venera las tumbas de los apóstoles y de los mártires.

El poeta describe la devoción y el fervor con que los romanos frecuentaban la iglesia de San Lorenzo y se encomendaban a su intercesión y hace notar que la respuesta infalible que obtenían dichas oraciones prueba el poder del mártir ante Dios.

San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma por la intercesión de San Lorenzo; San Gregorio de Tours, Fortunato y otros autores, hablan de los milagros del santo en otros sitios.

San Lorenzo ha sido, desde el siglo IV, uno de los mártires más venerados y su nombre aparece en el canon de la misa. Es absolutamente cierto que fue sepultado en el cementerio de Ciriaca, en Agro Verano, sobre la Vía Tiburtina.
Constantino erigió la primera capilla en el sitio que ocupa actualmente la iglesia de San Lorenzo extra muros, que es la quinta basílica patriarcal de Roma.

Comentarios litúrgicos para la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir

Oh Roma, alguna vez madre de los dioses falsos, pero ahora Novia de Cristo, ¡es a través de Lorenzo que eres victoriosa! Has conquistado monarcas soberbios y has sometido naciones enteras a tu imperio; pero aunque conquistaste el barbarismo, tu gloria estaba incompleta hasta que derrotaste a los ídolos impuros. Ésta fue la victoria de San Lorenzo, una lucha sangrienta pero no turbulenta, como aquella otra de San Camilo o del César; fue el combate de la fe, donde el yo se inmola y la muerte vence a la muerte misma.

¿Qué palabras, que alabanzas serán suficientes para celebrar tal muerte? ¿Cómo puedo alabar dignamente tan gran martirio? Así comienza el sublime poema de Prudencio, escrito poco más de un siglo después del martirio del santo. En esta obra, el poeta ha preservado las tradiciones existentes en su época, cuando el nombre del diácono romano era tan ilustre.

Casi al mismo tiempo San Ambrosio, con su irresistible elocuencia describía la reunión de Sixto y su diácono mientras se dirigían al martirio. Pero, antes de Ambrosio y Prudencio, el Papa San Dámaso documentó la victoria de la fe de Lorenzo.

En sus majestuosas y monumentales inscripciones, Roma era espléndida en sus demostraciones de honor hacia el paladín que había rezado por su liberación mientras yacía sobre el acero al rojo vivo. Insertó su nombre en el Canon de la Misa, y además celebró el aniversario de su nacimiento al cielo con tanta solemnidad como la de los apóstoles, y con los mismos privilegios de un Virgilio o un Octavio.

Ha sido teñida con la sangre de muchos otros testigos de Cristo, sin embargo, Roma le agradece de forma especial a San Lorenzo, cada uno de los puntos relacionados con él ha sido honrado con una iglesia. Entre todos estos santuarios dedicados a él, el que contiene el cuerpo del mártir sigue en importancia a las iglesias de San Juan de Letrán, Santa María en la Esquilina, San Pedro en el Vaticano y San Pablo en la vía Ostiense.

San Lorenzo extramuros completa el número de las cinco grandes basílicas que conforman el apéndice y posesión exclusiva del Pontífice Romano. Representan a los patriarcados de Roma, Alejandría, Antioquía, Constantinopla y Jerusalén, donde el mundo queda dividido, y expresa la jurisdicción universal e inmediata de los obispos de Roma sobre todas las iglesias. Es así que a través de San Lorenzo la Ciudad Eterna se completa, y demuestra ser el centro del mundo y la fuente de todas las gracias. Así como San Pedro y San Pablo constituyen las riquezas, no sólo de Roma, sino de todo el mundo, así también San Lorenzo es llamado la gloria del mundo, pues él personificó la valentía del martirio. 

En San Lorenzo, parece que la lucha y la victoria del martirio llegan a su punto máximo; aunque es verdad que las persecuciones se renovaron al siglo siguiente, dando un gran número de víctimas, su triunfo es considerado el golpe final al paganismo.


"El demonio," dice Prudencio, "luchó ferozmente con el testigo de Dios, pero quedó herido y postrado para siempre. La muerte del mártir de Cristo dio el golpe final a la idolatría, y desde ese día Vesta no pudo evitar que su templo quedara abandonado. Senadores ilustres y sacerdotes de Luperco, veneran las tumbas de los apóstoles y los santos. Vemos a los patricios y matronas de las más nobles familias postrarse frente a Dios. El pontífice de los ídolos, cuya frente estaba ceñida con el cinto sagrado, ahora muestra la Cruz, y la virgen vestal Claudia visita el santuario. Oh Lorenzo."

No es de sorprender que la solemnidad de este día lleve la alegría triunfante de la ciudad de las siete colinas al universo entero.

"Así como es imposible que Roma se oculte," dice San Agustín, "igual de imposible es ocultar la corona de Lorenzo."

Tanto en el oriente como en el occidente, se han construido iglesias en su honor; y a cambio, como atestigua el obispo de Hipona, los favores que ha conferido son incontables, y demuestran la grandeza de su poder con Dios; ¿existe acaso alguien que se haya dirigido a él sin ser escuchado? Que en la devoción con que se celebra el triunfo de San Lorenzo en todo el mundo, reconozcamos que es agradable a Dios honrar, con todo el fervor de nuestras almas, el nacimiento para el cielo del mártir que con sus radiantes flamas ha difundido la gloria de su victoria sobre toda la Iglesia.

Debido a la pureza sin mancha de su alma, que lo convirtió en un verdadero levita, y por la plenitud de su fe que le ganó la palma del martirio, es apropiado que honremos a San Lorenzo casi del mismo modo que a los apóstoles.

Oración a san Lorenzo, diácono y mártir 

Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante para soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad total en favor de los necesitados. 
Haz que esas dos cualidades las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia: generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres, y constancia heroica para soportar los males y dolores que tú permites que nos lleguen. Amén.

Domingo XIX° Per Annum - Evangelio y Reflexión Dominical


+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo 
según san Mateo     14, 22-33

    Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
    La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
    Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman».
    Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
    «Ven,» le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
    En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante Él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios».

Reflexión: 

Queridos hermanos: 

Este domingo nos encontramos con Jesús caminando sobre el agua. Pero también Pedro, por el poder de Cristo, caminó sobre el agua. Y todos nosotros estamos llamados a caminar sobre el agua. 

Caminar sobre el agua significa no tener piso, es decir caminar sin seguridades, con la sola luz de la fe. Esta es una gracia que hemos de pedir al Señor: no aferrarnos a nuestras seguridades para ir en pos de Jesús. Dejar que su voz nos diga: "Ven", y echarnos a andar sobre el agua para acercarnos al Señor. Por tanto, una pregunta a la que hemos de responder con sinceridad es: "¿cuáles son mis seguridades?". Incluso en nuestra vida espiritual podemos tener ciertas seguridades. A veces creemos, por ejemplo, que tales o cuales prácticas de piedad ya nos consiguen el cielo, pero la auténtica vida espiritual es más profunda que hacer ciertas cosas de determinada manera. No cabe duda que los modos externos ayudan, pero lo externo ha de ser preparación y/o manifestación de lo interior. También podemos creer que estamos cerca de Dios por sentir determinados consuelos sensibles, pero lo cierto es que no se puede estar todo el tiempo en el Monte Tabor, también hay que subir al Calvario. Por eso, muchas veces cuando dejamos de sentir esos consuelos y experimentamos la aridez espiritual, tenemos la tentación de abandonarlo todo. Es que habíamos puesto nuestra seguridad en los consuelos de Dios y no en el Dios de los consuelos. 

Una vez que identificamos nuestras seguridades y rompemos con ellas, aferrándonos a Dios como a la más verdadera y plena seguridad, entonces nos lanzamos al agua. Lanzarse al agua es andar, como decía San Juan de la Cruz, "sin otra luz ni guía, sino la que en el corazón ardía". Pero puede sucedernos como a Pedro que, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo y empezó a hundirse. Esa sensación de hundimiento es terrible, y casi con desesperación gritamos desde lo más profundo del alma: "¡Señor, sálvame!. Aquí el remedio es confiar en el Buen Dios. Sí, nos hundimos porque dejamos de mirar a Jesús, y fuerza del viento, es decir las pruebas de la vida, la sensación de vacío, las contrariedades, nuestras heridas y miserias, nos hacen temer y, como estamos sin piso, empezamos a caer en el desaliento. Pero hemos de confiar en que Cristo interviene en nuestra vida, no nos deja solos a merced de esos violentos vientos, no permite que nos hundamos del todo, sino que extiende su mano, nos agarra y nos dice: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". 

Pidamos a la Virgen que nos alcance del Señor la gracia de despojarnos de nuestras seguridades y empezar a caminar sobre el agua, con la sola fe, y si por nuestra debilidad empezamos a temer y a hundirnos, que nos dejemos tomar por Jesús. Que conozcamos y experimentemos que todo viento o huracán, sea cual fuere, es calmado por Jesús, y que ante esa manifestación de su omnipotencia, amor y misericordia, también nosotros, como los apóstoles, le digamos a Cristo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios". 

Amén. 

9 de Agosto: Memoria Litúrgica de santa Teresa Benedicta de la Cruz, virgen

 

Edith Stein (1891-1942) -quien adoptaría el nombre religioso de Sor Teresa Benedicta de la Cruz- nació en Breslau, una ciudad de Alemania que posteriormente pasó a ser parte de Polonia. Nació en el seno de una familia judía y se educó en el judaísmo. Sin embargo, durante su adolescencia y los primeros años de juventud empezó a cuestionar su religión y llegó a abrazar el ateísmo.

Años más tarde, se convirtió en estudiante de filosofía en la universidad de Gotinga (Gottingen). Fue allí donde tomó contacto con la fenomenología, novedosa perspectiva filosófica que pretendía la renovación de las ciencias y el saber. Como Edith destacó por su brillantez, el filósofo Edmund Husserl -padre de la fenomenología- la escogió como asistente de cátedra, incluso antes que a Martín Heidegger (uno de los filósofos más importantes del siglo XX). Finalmente, Edith obtuvo el título de Filosofía de la Universidad de Friburgo.

Por su elevado sentido de la solidaridad, se enlistó en la Cruz Roja como enfermera durante la Primera Guerra Mundial. Edith destacó por su amabilidad y espíritu de servicio.

En 1921, Edith decide visitar a una amiga que había quedado viuda, con el propósito de hacerle compañía. Grande fue su sorpresa al encontrarla con una serenidad y resignación inesperadas. Edith quedó impactada por la paz y la fe que irradiaba esta mujer a pesar del natural dolor a causa de su pérdida. Su amiga le confesó que era la fe en Dios la que la sostenía. Es así que Edith se interesó aún más en conocer la fuente de aquella paz espiritual, y empezó por leer la autobiografía de Santa Teresa de Jesús. Por ese entonces, varios de sus amigos del círculo fenomenológico se habían convertido al cristianismo.  

El contacto con la vida de Santa Teresa la cambió profundamente. El largo cuestionamiento sobre el sentido de su propia vida y su búsqueda de la verdad culminaron en el abrazo a la fe católica. Después de un tiempo de purificación personal pidió ser bautizada. Entonces buscó la ayuda de un sacerdote y, después de una etapa de preparación, recibió el sacramento en 1922. Había encontrado aquello que buscó siempre, desde lo más hondo de su ser. Edith decía que al haberse hecho católica, de una manera muy peculiar, “se siente más judía”, porque el pueblo judío había esperado por un mesías, y ella lo había encontrado. Jesucristo es ahora el sentido de toda su fe y vida.

Poco a poco brotarán otros cuestionamientos en ella y aparece la inquietud vocacional.  Edith continúa su itinerario personal acompañada de un director espiritual. Ingresa a trabajar como maestra en la escuela de formación de maestras de las dominicas de Santa Magdalena, dicta conferencias, traduce libros, destaca profesionalmente, y cada vez que puede se escapa para encontrar la paz que necesita en la abadía benedictina de Beuron.

La situación política en Alemania empieza a empeorar, son años de deterioro moral en su país. El régimen nacional-socialista le prohibió la enseñanza. A pesar de ello, Edith no se desanima e ingresa al Carmelo, en Colonia. Con ese paso, Edith rompe definitivamente con su pasado y renuncia al prestigio y la fama del mundo académico. El 15 de abril de 1934 toma el hábito carmelita y cambia su nombre a Teresa Benedicta de la Cruz. 

Para ese momento, la situación de los judíos había empeorado muchísimo y Edith pide ser trasladada de monasterio para no poner en riesgo a las hermanas religiosas del lugar. Edith es enviada a una comunidad en Holanda, junto con su hermana Rosa, quien también se había convertido al cristianismo y servía como hermana lega. Los nazis amenazan con deportar a los judíos de Europa, incluyendo a los conversos. 

El curso que había tomado el partido nazi generó el rechazo del mundo libre y la condena de las religiones de Europa. La Iglesia Católica tiene en la figura del Papa Pío XII un bastión en defensa del pueblo judío. A pesar de las innumerables presiones que recibió, Pio XII se mantiene firme.

Las fuerzas nazis de ocupación en Holanda declaran a todos los católicos judíos como “apátridas”, por lo que deberán ser detenidos. Un cuerpo militar nazi ingresa al convento carmelita donde vive Edith y Rosa y se las llevan. 

Ambas fueron trasladadas al campo de concentración de Westerbork. Edith, en medio de aquella situación extrema, se preocupa por ayudar y consolar a sus compañeros de prisión. Las condiciones en las que vivían incluían las humillaciones, la tortura y, por supuesto, la muerte.

Semanas después, Edith y Rosa son enviadas al campo de concentración de Auschwitz, junto a unos mil judíos. Las hermanas llegan el 9 de agosto de 1942. Poco después, sucede lo inevitable: los recién llegados prisioneros son organizados para ser conducidos a la cámara de gas. Santa Edith es ejecutada en uno de esos grupos. Murió ofreciendo su vida por la salvación de las almas, la liberación de su pueblo y la conversión de Alemania.

Santa Edith Stein fue canonizada por San Juan Pablo II en 1998, quien le dio el título de “mártir por amor”. En octubre de 1999 fue declarada copatrona de Europa.


Plegaria a santa Teresa Benedicta de la Cruz

Amada Santa Teresa Benedicta de la Cruz

Hija del Día del Perdón Mártir de Auschwitz 

Maestra de la Iglesia. Abrazadora de la Cruz con un amor como el de Cristo, Descendiente de Abraham, Hija de Nuestra Señora del Monte Carmelo, 

Tú que profundamente te gozas en los corazones del Mesías y de su Madre, por favor intercede por mi.  Amén.

Prefacio Propio de Santo Domingo de Guzmán

 La Orden de los Predicadores o Dominicos honra a su santo fundador Domingo de Guzmán en dos oportunidades, el 24 de mayo y el 8 de agosto. La primera es la "memoria litúrgica (obligatoria)" de la "Traslación" de su cuerpo bendito desde las afueras de Bolonia hasta la iglesia de san Nicolás, en la misma ciudad.

PREFACIO

 El hombre evangélico

V. El Señor este con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.


En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, nuestro Señor.


Tú quisiste renovar la vida de los Apóstoles,

mediante nuestro padre santo Domingo,

para dar a tu santa Iglesia

esplendor y seguridad.


Él, viviendo como Cristo en pobreza,

devolvió mediant su predicación

a la luz del Evangelio,

a los que se habían alejado de ella,

ganando de este modo para Cristo,

a numerosos hermanos.


Él quiso con acierto reunir consigo

 otros predicadores que,

iluminados por la sabiduría celeste,

se dedicasen totalmente

a la obra de la evangelización.


Por eso, Señor,

con todos los ángeles y santos,

te alabamos cantando sin cesar.

Santo, Santo, Santo...




PREFACIO

Predicador eximio del Evangelio

V. El Señor este con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.


En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, nuestro Señor.


Porque con especial providencia,

enviaste a santo Domingo

como heraldo de la verdad

que él bebía de la sublime fuente del Salvador,

para quitar la sed del mundo.


Domingo, sostenido siempre

por la Madre de tu Hijo,

y lleno de celo

por la salvación de las almas,

encarnando la misma visión del Verbo

en sí mismo y en los discípulos,

que el Espíritu reunió con él, 

los hizo campeones de la fe

para la salvación de los demás,

llevando mediante su predicación y ejemplo,

muchos hermanos a Cristo.


Hablando siempre contigo o de ti,

creció en sabiduría,

y, haciendo brotar su apostolado

de la plenitud de la contemplación,

se dedicó totalmente 

a la renovación de tu Iglesia.


Por eso, con los ángeles y todos los santos,

proclamamos tu gloria,

cantando a una sola voz

Santo, Santo, Santo... 

Solemnidad de Santo Domingo de Guzmán: Secuencia

 


Secuencia

Resuene en los coros celestiales
una nueva armonía,
al son de un cántico nuevo.

Concuerde con ella la melodía
de nuestro coro de la Tierra
celebrando a Domingo.

Del Egipto de este inmenso mundo,
llama el Hacedor del universo
a este varón forjado según su corazón.

Embarcado en la cestilla de la pobreza
atraviesa el río de las vanidades, para
lanzarse a la salvación de los pueblos.

Este predicador del universso
le es mostrado por el Cielo a su madrre
antes de nacer, en figura de un cachorrillo.

Llevando en la boca una antorcha,
exhorta a los pueblos
al precepto de la caridad.

Este es el nuevo legislador,
este el émulo de Elías,
el enemigo de todo mal.

Como otro Sansón, ahuyenta las zorras,
y con la trompeta de Gedeón
pone en fuga a los ejércitos enemigos.

Viviendo él todavía, resucita
de los muertos a un hijo, y se lo
devuelve vivo a su madre.

Con la señal de la Cruz hace cesar
la lluvia, y alimenta a la Comunidad
con pan enviado por Dios.

¡Feliz tú por quien ya toda la Iglesia,
inundada de gozo, es exaltada!

Llena el mundo de la semilla de su Palabra,
y él, por fin, va a ocupar su lugar entre
los coros de los bienaventurados.

El grano yace oculto y la estrella
se esconde en la penumbra.

Pero el Creador de todos hace pulular
los huesos de José y resplandecer la estrella
para salvación de los pueblos.

¡Oh, cómo denuncia el aroma de su sepulcro
la frescura y lozanía de su cuerpo, fragante
más que todos los perfumes!

Acuden los enfermos y son curados,
ven los ciegos; los tullidos sanan
al conjuro de sus virtudes.

Por eso, proclamemos loores
con sentida voz
al admirable Domingo.

Clama, ¡oh, pueblo indigente!,
pidiéndole socorro
y siguiendo sus pisadas.

¡Y tú, padre clemente, buen pastor
de tu grey y patrono, eleva a Dios
tu oración siempre solícita!

Encomienda eternamente
ante el trono del Rey Altísimo
los intereses de tu grey desamparada.
Amén. Aleluya.