> SoydelaVirgen : 08/01/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

Ejercicio del Mes de Agosto en honor al Inmaculado Corazón de María



PRECES

Jesús, María, José.

- Dígnate que yo te alabe, Virgen sagrada.
- Dame fuerza contra tus enemigos.
- Oh Dios, venid en mi auxilio.
- Señor, date prisa en socorrerme.
- Gloria al Padre…
- Como era en el principio… Amén.

Acto de contrición breve.

Dios mío, me arrepiento sinceramente con todo mi corazón de mis pecados y los odio y detesto por ser un ultraje a vuestra Divina Majestad y causa de la muerte de vuestro Divino Hijo y de mi ruina espiritual. No quiero cometerlos más en adelante y estoy dispuesto a evitar las ocasiones. Señor, misericordia, perdonadme.


I

Virgen inmaculada que, concebida sin pecado, enderezasteis hacia dios todos los movimientos de vuestro Purísimo Corazón, siempre dócil a su divino querer; alcanzadme que, aborreciendo de todo corazón la culpa, aprenda de Vos a vivir resignado en la voluntad de Dios. 
Ave María.


II

Admiro, oh María, aquella profunda humildad con que se conturbó vuestro bendito Corazón, al anunciaros el Arcángel san Gabriel, que habíais sido escogida por Madre del Hijo del Altísimo, haciendo protestas de que erais su humildísima esclava; y, confundido a la vista de mi soberbia, os pido la gracia de un corazón contrito y humillado, para que, conociendo mi miseria, pueda llegar a conseguir aquella gloria prometida a los verdaderos humildes de corazón. 
Ave María.


III

Virgen bendita, que en vuestro Corazón dulcísimo conservabais el precioso tesoro de las palabras de vuestro Hijo Jesús, y meditando los sublimes misterios no sabíais vivir sino para Dios, ¡cuánto me confunde la frialdad de mi corazón! ¡Ah. Amada Madre mía, alcanzadme la gracia de que, meditando constantemente la ley santa de Dios, procure imitaros en el fervoroso ejercicio de las cristianas virtudes. Ave María.


IV

¡Oh gloriosa Reina de los Mártires!, cuyo Corazón sagrado, durante la pasión del Hijo, fue acerbamente traspasado por aquella espada que había profetizado Simeón, alcanzad a mi corazón una verdadera fortaleza y una santa paciencia para soportar las tribulaciones y las adversidades de esta vida y para que, crucificando mi carne con sus concupiscencias, me muestre verdadero hijo vuestro en el seguimiento de la mortificación de la cruz. 
Ave María.


V

¡Oh mística Rosa, María!, cuyo amabilísimo Corazón, ardiendo en las llamas de la más viva caridad, nos aceptó por hijos al pie de la Cruz, llegando a ser de esta manera nuestra tiernísima Madre, ¡ah!, haced que sienta la dulzura de vuestro Corazón maternal y la fuerza de vuestro poder ante Jesús, en todos los peligros de mi vida y, particularmente, en la hora terrible de mi muerte, y que mi corazón, unido al vuestro, ame siempre a Jesús, ahora y por los siglos de los siglos. Así sea. Ave María.


LETANÍAS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, 
Dios Espíritu Santo, 
Santa Trinidad, un solo Dios, 

Santa María, ruega por nosotros.
Corazón Inmaculado de María,
Corazón de María, lleno de gracia,
Corazón de María, vaso del amor más puro,
Corazón de María, consagrado íntegro a Dios,
Corazón de María, preservado de todo pecado,
Corazón de María, morada de la Santísima Trinidad,
Corazón de María, delicia del Padre en la Creación,
Corazón de María, instrumento del Hijo en la Redención,
Corazón de María, la esposa del Espíritu Santo,
Corazón de María, abismo y prodigio de humildad,
Corazón de María, medianero de todas las gracias,
Corazón de María, latiendo al unísono con el Corazón de Jesús,
Corazón de María, gozando siempre de la visión beatífica,
Corazón de María, holocausto del amor divino,
Corazón de María, abogado ante la justicia divina,
Corazón de María, traspasado de una espada,
Corazón de María, coronado de espinas por nuestros pecados,
Corazón de María, agonizando en la Pasión de tu Hijo,
Corazón de María, exultando en la resurrección de tu Hijo,
Corazón de María, triunfando eternamente con Jesús,
Corazón de María, fortaleza de los cristianos,
Corazón de María, refugio de los perseguidos,
Corazón de María, esperanza de los pecadores,
Corazón de María, consuelo de los moribundos,
Corazón de María, alivio de los que sufren,
Corazón de María, lazo de unión con Cristo,
Corazón de María, camino seguro al Cielo,
Corazón de María, prenda de paz y santidad,
Corazón de María, vencedora de las herejías,
Corazón de María, de la Reina de Cielos y Tierra,
Corazón de María, de la Madre de Dios y de la Iglesia,
Corazón de María, que por fin triunfarás,

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, 
perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, 
escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, 
ten misericordia de nosotros.

- Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
- Para que seamos dignos de alcanzar la promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos. 
Oh Dios, que nos has preparado en el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo, concédenos la gracia de vivir siempre conformes a sus enseñanzas y de cumplir sus deseos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

ACTO DE CONSAGRACIÓN
AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

(Compuesto por Pío XII)

(para el 22 de agosto)

¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.

En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.

Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.

Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.

Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.


ACTO DE REPARACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

(para los Primeros Sábados de Mes)

¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro Santísimo nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados.

Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.

Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo!, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.

Rezar tres Avemarías en honra del poder, sabiduría y misericordia del Inmaculado Corazón de María, menospreciado por los hombres. 

Terminar con las siguientes jaculatorias:

¡Oh Corazón Inmaculado de María, compadeceos de nosotros!

Refugio de pecadores, rogad por nosotros.

¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Padrenuestro, Ave María y Gloria al Padre por las intenciones del Romano Pontífice.

Agosto: Mes del Inmaculado Corazón de María


En el calendario del usus antiquior del rito romano se celebra la festividad del Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto, antigua octava de la Asunción, una de las fiestas más importantes en honor de la Santísima Virgen, como que fue la primera que se celebró en Oriente y en Occidente. Es por ello que tradicionalmente se ha dedicado este mes a honrar con especiales homenajes a tan dulcísimo instrumento de la misericordia divina, a través del cual nos vienen muchas gracias y que ha sido dado, junto con el Sagrado Corazón de Jesús, como extremo remedio para nuestra salvación. 

Esta devoción empezó a abrirse camino gracias a san Juan Eudes (1601-1680), el apóstol de los Sagrados Corazones en la Francia del Gran Siglo. Sin embargo, ya el Evangelio nos insinúa su importancia al repetirnos que “María guardaba en su corazón” los misterios que le tocó protagonizar. 

Recordemos también la profecía de Simeón, a la hora de la Presentación del Niño en el Templo: “una espada de dolor traspasará tu alma para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones” (Luc. II, 35). Como el corazón era considerado el principio de vida y la sede del alma, siempre se ha visto en estas palabras la descripción del Corazón dolorido de María y el preanuncio de su personal Pasión unida a la de su Divino Hijo en oblación corredentora. Algunos Padres de la Iglesia aluden más o menos claramente al Corazón de María.

Esta devoción tomó grandes vuelos con un santo español: san Antonio María Claret (1807-1870), arzobispo que fue de Santiago de Cuba y confesor de la reina Isabel II, que fundó la congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María (llamados Padres Claretianos). He aquí sus palabras, que expresan la tierna devoción que profesaba a la Madre de Dios:

“Ni en mi vida personal, ni en mis andanzas misioneras podía olvidarme de la figura maternal de María. Ella es todo corazón y toda amor. Siempre la he visto como Madre del Hijo amado y esto la hace Madre mía, Madre de la Iglesia, Madre de todos. Mi relación con María siempre ha sido muy íntima y a la vez cercana y familiar, de gran confianza. Yo me siento formado y modelado en la fragua de su amor de Madre, de su Corazón lleno de ternura y amor. Por eso me siento un instrumento de su maternidad divina. Ella está siempre presente en mi vida y en mi predicación misionera. Para mí, María, su Corazón Inmaculado, ha sido siempre y es mi fuerza, mi guía, mi consuelo, mi modelo, mi Maestra, mi todo después de Jesús".

Pero el impulso decisivo del culto a este Corazón amabilísimo se dio en las apariciones de Nuestra Señora en Fátima (1917). Aquí la Santísima Virgen se presentó bajo la advocación de su Inmaculado Corazón, pidiendo la comunión reparadora de los cinco Primeros Sábados, paralela a la comunión reparadora de los Nueve Primeros Viernes en honor al Sagrado Corazón de Jesús. 

Esta devoción está muy vinculada al desarrollo de la Historia del siglo XX. De hecho, la Virgen en Fátima reveló que Rusia sería el azote del mundo mediante la expansión de sus errores (el comunismo, parece olvidarse, denunciado como “intrínsecamente perverso" por Pío XI, ha sido el sistema más mortífero que ha existido), pero vinculó su conversión a su consagración colegial por el Papa y por todos los obispos del mundo (cosa que sólo se ha realizado parcialmente). 

El Inmaculado Corazón de María se proyecta como la devoción salvadora en los Últimos Tiempos. De hecho, por ella vendrá el triunfo de los buenos: “Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”. La Virgen se presenta así como la precursora de Cristo en su Parusía o Segunda Venida.

El papa Pío VII instituyó una fiesta en honor del Purísimo Corazón de María, la cual fue confirmada por el beato Pío IX. Pero fue Pío XII quien el 4 de mayo de 1944 la extendió oficialmente con el nombre del Corazón Inmaculado de María a la Iglesia universal por el papa Pío XII, el 4 de mayo de 1944, con el fin de obtener por medio de la intercesión de María "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes". Ordenó que se celebrara el día de la Octava de la Asunción. Con la reforma litúrgica postconciliar vaticano II, la fecha se trasladó al sábado siguiente de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Letanías del Inmaculado Corazón de María



LETANÍAS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, 
Dios Espíritu Santo, 
Santa Trinidad, un solo Dios, 

Santa María, ruega por nosotros.
Corazón Inmaculado de María,
Corazón de María, lleno de gracia,
Corazón de María, vaso del amor más puro,
Corazón de María, consagrado íntegro a Dios,
Corazón de María, preservado de todo pecado,
Corazón de María, morada de la Santísima Trinidad,
Corazón de María, delicia del Padre en la Creación,
Corazón de María, instrumento del Hijo en la Redención,
Corazón de María, la esposa del Espíritu Santo,
Corazón de María, abismo y prodigio de humildad,
Corazón de María, medianero de todas las gracias,
Corazón de María, latiendo al unísono con el Corazón de Jesús,
Corazón de María, gozando siempre de la visión beatífica,
Corazón de María, holocausto del amor divino,
Corazón de María, abogado ante la justicia divina,
Corazón de María, traspasado de una espada,
Corazón de María, coronado de espinas por nuestros pecados,
Corazón de María, agonizando en la Pasión de tu Hijo,
Corazón de María, exultando en la resurrección de tu Hijo,
Corazón de María, triunfando eternamente con Jesús,
Corazón de María, fortaleza de los cristianos,
Corazón de María, refugio de los perseguidos,
Corazón de María, esperanza de los pecadores,
Corazón de María, consuelo de los moribundos,
Corazón de María, alivio de los que sufren,
Corazón de María, lazo de unión con Cristo,
Corazón de María, camino seguro al Cielo,
Corazón de María, prenda de paz y santidad,
Corazón de María, vencedora de las herejías,
Corazón de María, de la Reina de Cielos y Tierra,
Corazón de María, de la Madre de Dios y de la Iglesia,
Corazón de María, que por fin triunfarás,

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, 
perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, 
escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, 
ten misericordia de nosotros.

- Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
- Para que seamos dignos de alcanzar la promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos. 
Oh Dios, que nos has preparado en el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo, concédenos la gracia de vivir siempre conformes a sus enseñanzas y de cumplir sus deseos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Dulce Corazón de María, sed la salvación mía. (3 veces)

Mes de Agosto: dedicado en honor a Dios Padre y al Inmaculado Corazón de María



El mes de agosto está dedicado a Dios Padre, a quien no se dedica una fiesta durante el año litúrgico.

Fue a través de la madre Eugenia Elisabetta Ravasio (1907-1990) que el Padre solicitó el establecimiento de una fiesta en su honor. En este mes deberíamos dirigirnos a Dios Padre renovando la voluntad de confiarse por completo a Él, consagrándose a Su voluntad e invocando la Gracia para uno mismo y para los que se aman.


También el mes de agosto está dedicado al Corazón Inmaculado de la Virgen Maria.

Esta devoción proviene de la anterior fecha en que se celebraba al Corazón de la Virgen (22 de agosto), antigua Octava de la Asunción. 

Con la Reforma Litúrgica del Concilio Vaticano II, esta festividad se traslado al sábado siguiente a la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, marcan así una relación intrínseca entre los corazones del Hijo y el de la Madre.

Supliquemos en este Mes de Agosto la bendición de Dios Padre y que siempre podamos encontrar refugio seguro en la Corazón Inmaculado de la Virgen María.

1° de Agosto: Memoria Litúrgica de san Alfonso María de Ligorio, Obispo y doctor de la Iglesia


San Alfonso nació cerca de Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Siendo aún niño fue visitado por San Francisco Jerónimo el cual lo bendijo y predijo para él grandes bendiciones y sabiduría. A los 16 años, caso excepcional obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios.
 
Para conservar la pureza de su alma escogió un director espiritual, visitaba frecuentemente a Jesús Sacramentado, rezaba con gran devoción a la Virgen y huía de todos los que tuvieran malas conversaciones.
 
Su padre, que deseaba hacer de él un brillante político, lo hizo estudiar varios idiomas modernos, aprender música, artes y detalles de la vida caballeresca. Como abogado, el santo obtenía importantes triunfos; sin embargo, no lo dejaba satisfecho ante el gran peligro que en el mundo existe de ofender a Dios.
 
Por revelación divina, San Alfonso abandona todo y decide convertirse en apóstol incansable del Señor Jesús. La tarea no fue fácil; tuvo que enfrentar, con gran lucha espiritual, a su padre y familia, a sus amigos y así mismo. Al fin, a los 30 años de edad logra ser ordenado sacerdote, y desde entonces se dedicó a trabajar con las gentes de los barrios más pobres de Nápoles y de otras ciudades, a quienes les enseñaba el catecismo.
 
El 9 de noviembre de 1752 fundó, junto con otros sacerdotes, la Congregación del Santísimo Redentor (o Padres Redentoristas), y siguiendo el ejemplo de Jesús se dedicaron a recorrer ciudades, pueblos y campos predicando el evangelio. Por 30 años, con su equipo de misioneros, el santo recorrió campos, pueblos, ciudades, provincias, permaneciendo en cada sitio 10 o 15 días predicando, para que no quedara ningún grupo sin ser instruido y atendido espiritualmente.
 
San Alfonso fue un escritor muy prolífico; al morir dejó 111 libros y opúsculos impresos y 2 mil manuscritos. Durante su vida vio 402 ediciones de sus obras.
 
En 1762 el Papa lo nombró obispo de Santa Agueda. San Alfonso, quien no deseaba asumir el cargo, aceptó con humildad y obediencia, permaneciendo al frente de la diócesis por 13 años donde predicó el Evangelio, formó grupos de misioneros y dio catequecis a los más pequeños y necesitados.
 
Sus ultimos años fueron llenos de sufrimientos y enfermedades dolorosas; el santo soportó pacientemente todos estos males, rezando siempre por la conversión de los pecadores y por su propia santidad. San Alfonso muere el 1 de agosto de 1787, a la edad de 90 años. El Papa Gregorio XVI lo declara Santo en 1839. El Papa Pío IX lo declara Doctor de la Iglesia en 1875.


Oración de San Alfonso María Ligorio

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono. Amén.

Oración de la Mañana (Sábado en Período de Pandemia)


En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. (Podemos hacer la Señal de la Cruz, mojando nuestra frente con Agua Bendita)

En este sábado siempre dedicado a la Virgen le pedimos a Jesús, que nos dé a su Madre para que nos acompañé. 

Respondemos rezando: 
 "Que hoy la Virgen nos acompañé Señor" 

- Tú que tuviste por Madre a María siempre dócil a tu Palabra, encamina hoy nuestros pasos para que obremos también como Ella según tu voluntad. 

- Haz que mientras vivimos aún en este mundo, tengamos la seguridad de vivir en compañía de tu Madre, la Virgen María.

Que venga en nuestra ayuda, Señor la poderosa intercesión de la Virgen María, así nos veremos libres de todo peligro y gozaremos de tu paz. Por Jesucristo nuestro Señor. 


A Cristo Crucificado, a Él le pedimos su protección: 

Señor Jesús, Santo Cristo Crucificado, Esperanza que nunca nos defrauda, ten piedad de nosotros y líbranos de todo mal. Te suplicamos que doblegues el flagelo de este virus que se difunde entre nosotros, que cures a los enfermos, preserves a los sanos, sostengas a quienes trabajan por la salud de todos. Muéstranos tu rostro de misericordia y sálvanos por tu Gran Amor. Te lo pedimos por la intercesión de María, Madre Tuya y madre nuestra, que con su amor fiel nos acompaña. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


María, Consuelo de los afligidos, Salud de los enfermos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libre con su mano poderosa de está terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad. Amén.