> SoydelaVirgen : 07/06/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

Mes de la Virgen del Carmen - Día Anterior



Este mes de Julio nos consagraremos con ayuda de un antiguo devocionario Carmelita  llamado “Aromas del Carmelo”. A diario compartiremos  oraciones y reflexiones para la consagración a nuestra Señora del Carmen pertenecientes a este mismo devocionario. 
 
Mes de julio consagrado a la Virgen del Carmen

De rodillas ante una imagen de la Virgen del Carmen y hecha la señal de la cruz, se dirá lo siguiente

Oración para el Primer día 
antes de comenzar la preparación

 Oh Reina  del Carmelo y madre mía amantísima, os doy infinitas gracias por el singular beneficio  que me habéis hecho al dirigir hacia  mí,  pobre  pecador,  vuestros ojos misericordiosos y recibirme en vuestra compañía y en la santa confraternidad de vuestro escapulario, donde dispensáis las más singulares gracias de vuestro amor, haciendo a los cofrades afortunados siervos vuestros, hijos predilectos y hermanos de vuestro corazón. Yo,  vuestro  hijo y devoto ¡oh amorosa madre del Carmelo!,    postrado ante vuestras plantas y en presencia de la Santísima Trinidad, con todos los  bienaventurados del cielo, a vos  me ofrezco, a vos consagro todo mi corazón y toda mis fuerzas, y prometo de hoy en adelante poner un empeño especial para corresponder al tierno amor que me habéis dispensado y a los beneficios tan singulares de que me habéis colmado, haciendo así digno de conseguir los privilegios que lleva a vuestro santo escapulario, siendo para mi alma salud y para mi cuerpo segura defensa, qué me ayude en  los peligros, me salve en la muerte  y me lleve pronto  del purgatorio al  monte santo de la gloria.  Yo os suplico, madre mía, que entendáis en mi corazón un grande amor hacia vos, que me inspiréis lo que debo hacer, para agradaros lo que debo rechazar para nunca ofenderos y esta divisa celestial que me habéis dado guardará mi cuerpo y mi alma, y será la señal de que mi corazón  es todo vuestro, y que me he   consagrado todo a vuestro servicio queriendo vivir siempre obediente a vos.

 Continuad, madre mía, dispensándome vuestras gracias y velando solicito por este hijo vuestro;   y sobre todo en estos días del mes de julio, qué quiero consagrarlo de una manera especial a vos, haced que sienta yo los efectos de vuestro especial amor y protección, que mi  corazón os amé más, que vea el remedio de mis necesidades, que alcance las virtudes y que no me falte jamás vuestra asistencia. Dignaos, madre mía carísima, aceptar al pobre obsequio qué os ofrezco consagrando este mes a la memoria de vuestras glorias, de vuestras grandezas, de vuestros beneficios y de las obras de nuestro amor que habéis hecho a los Carmelitas, que son todos los que visten vuestro santo escapulario. No  me falte nunca vuestra protección, y haced  que  viviendo  según  mis promesas,  merezca ser ayudado de vos en mi última hora y pueda gozar  después en vuestro regazo las eternas delicias de vuestro amor en la patria de los santos. Amen.

Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!

- Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 

- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

6 de Julio: Memoria Litúrgica de santa Nazaria Ignacio March Mesa, virgen



Nazaria Ignacia March Mesa nació el 10 de enero de 1889, en Madrid (España), en el seno de una familia obrera con la que, debido a los problemas económicos que atravesaban, se trasladó a México. Allí inició su vida religiosa: pronto ingresó a la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y tomó el nombre de Nazaria de Santa Teresa.

En 1912, como primera misión, fue enviada a Oruro (Bolivia) lugar en el que permaneció 12 años, los que dedicó al cuidado de ancianos. Tiempo después, en 1920, durante sus ejercicios espirituales Nazaria sintió un llamado interior que la llevó a fundar una nueva congregación religiosa que portaría el estandarte de la Cruz.

Tras ese grito interior, el 16 de junio de 1925 dejó la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y fundó la Congregación de Misioneras de la Cruzada Pontificia. Las religiosas que se unían a ella debían emprender una cruzada de amor en torno a la Iglesia y tenían la misión de realizar actividades pastorales en las escuelas.

Para 1931, Nazaria fue elegida superiora general de la Congregación y encabezó la misión de llevar el mensaje que profesaban en Bolivia, Argentina, Uruguay y España. Nunca dejó de crecer: actualmente tiene presencia en 21 países de los cuatro continentes.

Pero la misión de Nazaria no atendía solo cuestiones de fe sino que amparó a su rebaño desde los derechos: en 1933 organizó a las mujeres de los mercados y comercios de Oruro para formar el primer sindicato obrero femenino de Bolivia.

Poco después regresó a España, de donde casi no regresa. En 1936, durante la Guerra Civil, fue apresada junto a varias de sus compañeras. Iban a ser castigadas por su condición de religiosas, sin embargo, gracias a la mediación de los consulados de Argentina y Uruguay fueron deportadas.

Nazaria fue trasladada a Argentina y vivió en el barrio Villa Pueyrredón donde continuó con su labor y levantó una parroquia donde hasta la fecha se la venera. Murió en Buenos Aires el 6 de julio de 1943. Su cuerpo fue trasladado a Oruro en 1972, como pidió antes de su muerte.

Las personas que la conocieron dejaron testimonio de cómo era y qué decía: "Ella visitaba a los enfermos por las tardes. Era increíble la atracción que ejercía sobre grandes y chicos. En el trayecto se le acercaban mujeres a pedirle consejos. Había que ver a los niños… venían como enjambres de abejas, se apiñaban a besarle la cruz, sus manos, el hábito. Con los más pobres era más amable y a todos invitaba al hogar. 

El 13 de octubre de 2018 el Papa Francisco la Canonizó y en 1992, el papa Juan Pablo II la había beatificado en Roma.

6 de Julio: Memoria Litúrgica de santa María Goretti, virgen y mártir



El 6 de julio es la fiesta de Santa María Goretti, la niña de once años que fue asesinada de 14 puñaladas por resistirse a una violación y que antes de morir perdonó a su asesino; el Papa Pío XII la definió como “pequeña y dulce mártir de la pureza”.

María nació el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo, provincia de Ancona, Italia. Hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, tercera de siete hijos de una familia pobre de bienes terrenales pero rica en fe y virtudes, cultivadas por medio de la oración en común, rosario todos los días y los domingos Misa y sagrada Comunión. Al día siguiente de su nacimiento fue bautizada y consagrada a la Virgen. A los seis años recibirá el sacramento de la Confirmación.

Después del nacimiento de su cuarto hijo, Luigi Goretti, por la dura crisis económica por la que atravesaba, decidió emigrar con su familia a las grandes llanuras de los campos romanos, todavía insalubres en aquella época. Se instaló en Ferriere di Conca, poniéndose al servicio del conde Mazzoleni, es aquí donde María muestra claramente una inteligencia y una madurez precoces, donde no existía ninguna pizca de capricho, ni de desobediencia, ni de mentira. Es realmente el ángel de la familia.

Tras un año de trabajo agotador, Luigi contrajo una enfermedad fulminante, el paludismo, que lo llevó a la muerte después de padecer diez días. Como consecuencia de la muerte de Luigi, Assunta tuvo que trabajar dejando la casa a cargo de los hermanos mayores. María lloraba a menudo la muerte de su padre, y aprovecha cualquier ocasión para arrodillarse delante de su tumba, para elevar a Dios sus plegarias para que su padre goce de la gloria divina.

Junto a la labor de cuidar de sus hermanos menores, María seguía rezando y asistiendo a sus cursos de catecismo. Posteriormente, su madre contará que el rosario le resultaba necesario y, de hecho, lo llevaba siempre enrollado alrededor de la muñeca. Así como la contemplación del crucifijo, que fue para María una fuente donde se nutría de un intenso amor a Dios y de un profundo horror por el pecado.

Amor intenso al Señor

María desde muy chica anhelaba recibir la Sagrada Eucaristía. Según era costumbre en la época, debía esperar hasta los once años, pero un día le preguntó a su madre: -Mamá, ¿cuándo tomaré la Comunión?. Quiero a Jesús. -¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes leer, no tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo, y no tenemos ni un momento libre. -¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo no puedo estar sin Jesús! -Y, ¿qué quieres que haga? No puedo dejar que vayas a comulgar como una pequeña ignorante. Ante estas condiciones, María se comenzó a preparar con la ayuda de una persona del lugar, y todo el pueblo la ayuda proporcionándole ropa de comunión. De esta manera, recibió la Eucaristía el 29 de mayo de 1902.

La comunión constante acrecienta en ella el amor por la pureza y la anima a tomar la resolución de conservar esa angélica virtud a toda costa. Un día, tras haber oído un intercambio de frases deshonestas entre un muchacho y una de sus compañeras, le dice con indignación a su madre: -Mamá, ¡qué mal habla esa niña! -Procura no tomar parte nunca en esas conversaciones. -No quiero ni pensarlo, mamá; antes que hacerlo, preferiría...Y la palabra morir queda entre sus labios. Un mes después, sucedería lo que ella sentenció.

Pureza eterna

Al entrar al servicio del conde Mazzoleni, Luigi Goretti se había asociado con Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro. Las dos familias viven en apartamentos separados, pero la cocina es común. Luigi se arrepintió enseguida de aquella unión con Giovanni Serenelli, persona muy diferente de los suyos, bebedor y carente de discreción en sus palabras.

Después de la muerte de Luigi, Assunta y sus hijos habían caído bajo el yugo despótico de los Serenelli, María, que ha comprendido la situación, se esfuerza por apoyar a su madre: -Ánimo, mamá, no tengas miedo, que ya nos hacemos mayores. Basta con que el Señor nos conceda salud. La Providencia nos ayudará. ¡Lucharemos y seguiremos luchando!

Desde la muerte de su marido, Assunta siempre estuvó en el campo y ni siquiera tiene tiempo de ocuparse de la casa, ni de la instrucción religiosa de los más pequeños. María se encarga de todo, en la medida de lo posible. Durante las comidas, no se sienta a la mesa hasta que no ha servido a todos, y para ella sirve las sobras. Su obsequiosidad se extiende igualmente a los Serenelli. Por su parte, Giovanni, cuya esposa había fallecido en el hospital psiquiátrico de Ancona, no se preocupa para nada de su hijo Alessandro, joven robusto de diecinueve años, grosero y vicioso, al que le gusta empapelar su habitación con imágenes obscenas y leer libros indecentes. En su lecho de muerte, Luigi Goretti había presentido el peligro que la compañía de los Serenelli representaba para sus hijos, y había repetido sin cesar a su esposa: -Assunta, regresa a Corinaldo! Por desgracia Assunta está endeudada y comprometida por un contrato de arrendamiento.

Después de tener mayor contacto con la familia Goretti, Alessandro comenzó a hacer proposiciones deshonestas a la inocente María, que en un principio no comprende. Más tarde, al adivinar las intenciones perversas del muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas.

Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no se atreve a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la ha amenazado: -Si le cuentas algo a tu madre, te mato. Su único recurso es la oración. La víspera de su muerte, María pide de nuevo llorando a su madre que no la deje sola, pero, al no recibir más explicaciones, ésta lo considera un capricho y no concede ninguna importancia a aquella reiterada súplica.

El 5 de julio, a unos cuarenta metros de la casa, están trillando las habas en la tierra. Alessandro lleva un carro arrastrado por bueyes. Lo hace girar una y otra vez sobre las habas extendidas en el suelo. Hacia las tres de la tarde, en el momento en que María se encuentra sola en casa, Alessandro dice:

-"Assunta, ¿quiere hacer el favor de llevar un momento los bueyes por mí?" Sin sospechar nada, la mujer lo hace. María, sentada en el umbral de la cocina, remienda una camisa que Alessandro le ha entregado después de comer, mientras vigila a su hermanita Teresina, que duerme a su lado.

-"¡María!, grita Alessandro. -¿Qué quieres? -Quiero que me sigas. -¿Para qué? -¡sígueme!

-Si no me dices lo que quieres, no te sigo".

Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra violentamente del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta. La niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a temblar pero no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la ropa, pero María se deshace de la mordaza y grita:

-No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno.

Poco cuidadoso del juicio de Dios, el desgraciado levanta el arma:

-Si no te dejas, te mato.

Ante aquella resistencia, la atraviesa a cuchilladas. La niña se pone a gritar:

-¡Dios mío! ¡Mamá!, y cae al suelo.

Creyéndola muerta, el asesino tira el cuchillo y abre la puerta para huir, pero, al oírla gemir de nuevo, vuelve sobre sus pasos, recoge el arma y la traspasa otra vez de parte a parte; después, sube a encerrarse a su habitación. María recibió catorce heridas graves y quedó inconsciente. Al recobrar el conocimiento, llama al señor Serenelli: -¡Giovanni! Alessandro me ha matado... Venga. Casi al mismo tiempo, despertada por el ruido, Teresina lanza un grito estridente, que su madre oye. Asustada, le dice a su hijo Mariano: -Corre a buscar a María; dile que Teresina la llama.

En aquel momento, Giovanni Serenelli sube las escaleras y, al ver el horrible espectáculo que se presenta ante sus ojos, exclama: -¡Assunta, y tú también, Mario, venid!. Mario Cimarelli, un jornalero de la granja, trepa por la escalera a toda prisa. La madre llega también: -¡Mamá!, gime María. -¡Es Alessandro, que quería hacerme daño! Llaman al médico ya los guardias, que llegan a tiempo para impedir que los vecinos, muy excitados, den muerte a Alessandro en el acto.

Sufrimiento redentor

Al llegar al hospital, los médicos se sorprendieron de que la niña todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al diagnosticar que no tiene cura, llamaron al capellán. María se confiesa con toda claridad. Luego, durante dos horas, los médicos la cuidaron sin dormirla.

María no se lamenta, y no deja de rezar y de ofrecer sus sufrimientos a la santísima Virgen, Madre de los Dolores. Su madre consiguió que le permitan permanecer a la cabecera de la cama. María aún tiene fuerzas para consolarla: -Mamá, querida mamá, ahora estoy bien... ¿Cómo están mis hermanos y hermanas?

En un momento, María le dice a su mamá: -Mamá, dame una gota de agua. -Mi pobre María, el médico no quiere, porque sería peor para ti. Extrañada, María sigue diciendo: -¿Cómo es posible que no pueda beber ni una gota de agua? Luego, dirige la mirada sobre Jesús crucificado, que también había dicho ¡Tengo sed!, y entendió.

El sacerdote también está a su lado, asistiéndola paternalmente. En el momento de darle la Sagrada Comunión, le preguntó: -María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino? Ella le respondió: -Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado.

Pasando por momentos análogos por los que pasó el Señor Jesús en la Cruz, María recibió la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila, humilde en el heroísmo de su victoria.

Después de breves momentos, se le escucha decir: "Papá". Finalmente, María entra en la gloria inmensa de la Comunión con Dios Amor. Es el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde.

La conversión de Alessandro

En el juicio, Alessandro, aconsejado por su abogado, confesó: -"Me gustaba. La provoqué dos veces al mal, pero no pude conseguir nada. Despechado, preparé el puñal que debía utilizar". Por ello, fue condenado a 30 años de trabajos forzados. Aparentaba no sentir ningún remordimiento del crimen tanto así que a veces se le escuchaba gritar: -"¡Anímate, Serenelli, dentro de veintinueve años y seis meses serás un burgués!". Sin embargo, unos años más tarde, Mons. Blandini, Obispo de la diócesis donde está la prisión, decide visitar al asesino para encaminarlo al arrepentimiento. -"Está perdiendo el tiempo, monseñor -afirma el carcelero-, ¡es un duro!"

Alessandro recibió al obispo refunfuñando, pero ante el recuerdo de María, de su heroico perdón, de la bondad y de la misericordia infinitas de Dios, se deja alcanzar por la gracia. Después de salir el Prelado, llora en la soledad de la celda, ante la estupefacción de los carceleros.

Después de tener un sueño donde se le apareció María, vestida de blanco en los jardines del paraíso, Alessandro, muy cuestionado, escribió a Mons. Blandino: "Lamento sobre todo el crimen que cometí porque soy consciente de haberle quitado la vida a una pobre niña inocente que, hasta el último momento, quiso salvar su honor, sacrificándose antes que ceder a mi criminal voluntad. Pido perdón a Dios públicamente, ya la pobre familia, por el enorme crimen que cometí. Confío obtener también yo el perdón, como tantos otros en la tierra". Su sincero arrepentimiento y su buena conducta en el penal le devuelven la libertad cuatro años antes de la expiración de la pena. Después, ocupará el puesto de hortelano en un convento de capuchinos, mostrando una conducta ejemplar, y será admitido en la orden tercera de san Francisco.

Gracias a su buena disposición, Alessandro fue llamado como testigo en el proceso de beatificación de María. Resultó algo muy delicado y penoso para él, pero confesó: "Debo reparación, y debo hacer todo lo que esté en mi mano para su glorificación. Toda la culpa es mía. Me dejé llevar por la brutal pasión. Ella es una santa, una verdadera mártir. Es una de las primeras en el paraíso, después de lo que tuvo que sufrir por mi causa".

En la Navidad de 1937, Alessandro se dirigió a Corinaldo, lugar donde Assunta Goretti se había retirado con sus hijos. Lo hace simplemente para hacer reparación y pedir perdón a la madre de su víctima. Nada más llegar ante ella, le pregunta llorando. -"Assunta, ¿puede perdonarme? -Si María te perdonó -balbucea-, ¿cómo no voy a perdonarte yo?" El mismo día de Navidad, los habitantes de Corinaldo se ven sorprendidos y emocionados al ver aproximarse a la mesa de la Eucaristía, uno junto a otro, a Alessandro y Assunta.


San Juan Pablo II en el 2003 resaltó que “Marietta, como era llamada familiarmente, recuerda a la juventud del tercer milenio que la auténtica felicidad exige valentía y espíritu de sacrificio, rechazo de todo compromiso con el mal y disponibilidad para pagar con el propio sacrificio, incluso con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos”.

“Hoy se exalta con frecuencia el placer, el egoísmo, o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y felicidad. Es necesario reafirmar con claridad que la pureza del corazón y del cuerpo debe ser defendida, pues la castidad "custodia" el amor auténtico”, añadió.

Oración a santa María Goretti 

Señor Dios, que eres fuerza de las almas inocentes y te complaces en los corazones limpios, 
tú que otorgaste a santa María Goretti la palma del martirio en la edad juvenil, concédenos, por su intercesión, 
la constancia en tus mandamientos, el perdonar a los que nos ofenden y darnos a nosotros tambien, así como a esta virgen le diste la victoria en el combate, la posibilidad de que podamos librar el nuestro, tomados de la mano de Maria 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo y Señor Nuestro. Amén.

Santa María Goretti, ruega por nosotros