> SoydelaVirgen : 07/05/20

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5 de Julio: Memoria Litúrgica de san Antonio María Zaccaría, presbítero


En este sacerdote que murió muy joven, sí que se cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia "Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga".

Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenia muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años, renunció a nuevos matrimonios que se le ofrecían con tal de dedicarse totalmente a la educación de su hijita y los resultados que obtuvo fueron admirables.

Estudió medicina en la Universidad de Padua, y allí supo cuidarse muy bien para huir de las juergas universitarias y así conservar la santa virtud de la castidad. Desde joven renunció a los vestidos elegantes y costosos, y vistió siempre como la gente pobre, y el dinero que ahorraba con esto, lo repartía entre los más necesitados.

A los 22 años se graduó de médico y su gran deseo era dedicarse totalmente a atender a las gentes más pobres, la mayor parte de las veces gratuitamente, y aprovechar su profesión para ayudarles también a sus pacientes a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse de sacerdote. Así fue doblemente médico: de los cuerpos y de las almas.

Antonio María tuvo siempre desde muy pequeño un inmenso amor por los pobres. Ya en la escuela, volvía a veces a casa sin saco, porque lo había regalado a algún pobrecito que había encontrado por ahí tiritando de frío. Durante sus años de profesional y sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los más necesitados.

Se trasladó a Milán (la ciudad de mayor número de habitantes en Italia) porque en esa gran ciudad tenía más posibilidades de extender su apostolado a muchas gentes. Y allí, por medio de la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas llamadas "Angelicales" (nombre que les pusieron porque su convento se llamaba de "Los Santos Ángeles"). El fin de esta comunidad era preservar a las jovencitas que estaban en peligro de caer en vicios, y redimir y volver al buen camino a las que ya habían caído. Estas hermanas le ayudaron muchísimo a nuestro santo en todos sus apostolados.

Luego con otros compañeros fundó la Comunidad llamada "Clérigos de San Pablo" los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por la gente "Los Padres Bernabitas". Esta congregación tenía por fin predicar para convertir a los pecadores, extender por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de Cristo, y a su santa Cruz. Y esforzarse lo más posible por tratar de obtener la renovación de la vida espiritual y piadosa entre el pueblo, que estaba muy decaída y relajada. Estos religiosos hicieron tanto bien en la ciudad y sus alrededores que unos años mas tarde, San Carlos, gran arzobispo de Milán, dirá de ellos: "Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis".

San Antonio María sentía un gran cariño por la Sagrada Eucaristía, donde está Cristo presente en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Por eso propagó por todas partes la devoción de las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Sma. Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de culto.

Otra de sus grandes devociones era la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las campanas, para recordar a la gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor. Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que sus oyentes meditaran en los sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor. Y una tercera devoción que lo acompaño en sus años de sacerdocio fue un enorme entusiasmo por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo emocionaba hasta el extremo, y de ellas predicaba, y a sus discípulos les insistía en que leyeran tan preciosas cartas frecuentemente, y que meditaran en sus importantísimas enseñanzas. A él le sucedió lo que le ha pasado a miles y millones de creyentes en el mundo entero, que al leer las Cartas de San Pablo han descubierto en ellas unos mensajes celestiales tan interesantes que quedan entusiasmados para siempre por su lectura y meditación.

A nuestro santo le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania el falso reformador Lutero proclamaba una falsa reforma en la religión, y en Roma y España, San Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar por conseguir una verdadera reforma de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían un intenso deseo de que empezara una era de mayor fervor y menos frialdad y maldad. San Antonio María fue uno de los que con su enorme apostolado preparó la gran Reforma de la Iglesia Católica que iba a traer el Concilio de Trento.

Siendo aún muy joven, sintió que de tanto trabajar por el apostolado, le faltaban las fuerzas. Se fue a casa de su santa madre, y en sus brazos murió el 5 de julio de 1539. Tenía apenas 37 años, pero había hecho labores apostólicas como si hubiera trabajado por tres docenas de años más. El Papa León XIII lo declaró santo en 1897. Y nosotros le pedimos a San Antonio Zaccaría, que pida mucho al buen Dios para que la Iglesia Católica se renueve día por día y no vaya a caer nunca en la relajación y que no se enfríe nunca en el santo fervor que Nuestro Señor quiere de cada uno de los creyentes.



Oración a san Antonio María Zaccaría 

Señor, que encendiste en el corazón de san Antonio María Zaccaría un ardiente celo por la salvación de sus hermanos. Te pedimos por su intercesión que nos sintamos siempre urgidos a evangelizar a los hombres de nuestro tiempo por amor a Ti. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén. 

Domingo XIV° Per Annum y Reflexión del Evangelio



+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo 
según san Mateo     11, 25-30

Jesús dijo:
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Reflexión del Evangelio Dominical 

Queridos hermanos: 

     Jesús nos dice este domingo: "Aprendan de Mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio" (Mt. 11, 29). 

   Podemos pensar que el Señor Jesús tiene todas las virtudes en grado sumo, por lo tanto Él puede decirnos que aprendamos de Él todas las virtudes. Sin embargo, pareciera que, además de la caridad en la que nos insiste tantas veces (Cf. Mt. 22, 39), hay dos virtudes que Él prefiere de un modo especial: la paciencia y la humildad. Por eso, nos pide aprender su paciencia y humildad de corazón. 

  Detengámonos en la paciencia. Algunos, en vez de "paciente" traducen "manso". Por tanto, se puede decir que la paciencia es la mansedumbre, y consiste en "saber esperar". ¿Esperar en quién? Sólo en Dios. ¿Esperar qué? Las promesas de Dios porque Él es fiel. 
 
  Ante un mundo violento que pretende imponerse por la fuerza, el cristiano se sabe en manos de Dios y espera mansamente en Él. Este pretender imponerse por la fuerza y el poder se lleva a cabo incluso de modos sutiles, haciendo parecer que no se ejerce la coacción, pero en realidad sirviéndose de ella astutamente, pues muchas veces en palabras que suenan dulces y hasta en modos aparentemente "mansos" y "amigables", se esconde una violencia inusitada y un afán de dominio y control sobre el otro. Así, mansedumbre no implica callar ante la injusticia, aunque se ponga la otra mejilla, como Cristo cuando le dijo al que lo abofeteó: "Si he hablado mal, dime en qué, y si he hablado bien, ¿por qué me pegas?" (Jn. 18, 23). En definitiva, la mansedumbre es un fruto del Espíritu Santo (Cf. Gal. 5, 22) por el cual la persona alcanza la paz interior y se encuentra en completa docilidad a la acción de gracia divina aunque deba enfrentar grandes contrariedades. 

  Pidamos a la Virgen Santísima, Reina de la Paz, nos alcance la gracia de ser mansos y humildes de corazón. Amén.