> SoydelaVirgen : 08/06/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

Letanías de la Transfiguración del Señor




Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros

ten misericordia de nosotros.
Dios Padre Celestial,
Dios Hijo Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo Paráclito,

Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
ten misericordia de nosotros.

Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, 
Palabra eterna y creadora,
Dios de Dios,
Luz de luz, 
Hijo del Padre de las luces,
Esplendor de la gloria del Padre,
Prez de la Luz paterna,
Generoso Dador del Espíritu Santo,
Luz verdadera que ha venido al mundo,
Luz a la que los suyos rechazaron,
Luz para iluminar a las naciones,
Luz que brilla en medio de las tinieblas, 
Día sin ocaso,

Sol de justicia,
Sol que naces de lo alto,
Sol que iluminas a los que viven en la oscuridad de la muerte,
Sol radiante de la Pascua,
Sol de vida nueva,

Mesías prometido por el Altísimo, 
Mesías implorado por los patriarcas,
Mesías anunciado por los profetas,
Mesías esperado por los pobres,
Mesías nacido de María Virgen, 

Deseado de las gentes,
Antorcha de la Nueva Jerusalén,
Fuego todopoderoso que consume todo vicio,
Tea incandescente de infinito amor,
Astro refulgente del Monte Tabor,

Jesús, transfigurado ante Pedro, Santiago y Juan,
Jesús transfigurado, resplandeciente con níveas vestiduras, 
Jesús transfigurado, reconocido como Mesías por Moisés y Elías,
Jesús transfigurado, testificado por el Padre de la gloria,
Jesús transfigurado, en Quien el Padre se complace,
Jesús transfigurado, a Quien el Padre nos manda escuchar,
Jesús transfigurado, nuevo Moisés y Supremo Legislador,
Jesús transfigurado, nuevo Elías, adorado por ardientes serafines,
Jesús transfigurado, preludio de la victoria pascual,
Jesús transfigurado, suma constelación de gracias,
Jesús transfigurado, manto viviente de los auténticos cristianos, 
Jesús transfigurado, sanación de los enfermos,
Jesús transfigurado, dulce compañía de los afligidos,
Jesús transfigurado, tesoro precioso de los pobres,
Jesús transfigurado, lámpara de los agonizantes, 
Jesús transfigurado, esperanza de las Almas del Purgatorio, 
Jesús transfigurado, único anhelo de los bienaventurados,
Jesús transfigurado, áurea corona de todos los santos,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, 
ten piedad de nosotros

Oración
Señor Jesucristo, Lucero Eterno, engendrado antes que el alba y concebido como hombre en el tiempo: Tú que te transfiguraste en el Monte santo, socorre a los que peregrinamos a tientas en medio de las tinieblas de la hora presente; acrecienta nuestra fe en Ti, para que como Pedro, Santiago y Juan, seamos alcanzados por los rayos de tu gloria y podamos reflejarlos siempre y en todas partes. Que vives y reinas con tu Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Primer Jueves de Mes: Jueves Sacerdotal


El Jueves es el día tradicionalmente dedicado a recordar a los sagrados ministros de Dios al haber Nuestro Señor Jesucristo instituido el Jueves Santo el Sacerdocio juntamente con la Eucaristía. Práctica particularmente laudable es la de los Primeros Jueves de Mes, en el que se hacen especiales ejercicios de piedad para pedir por los sacerdotes y religiosos, así como por las vocaciones para que el Señor envíe operarios a su mies y extiendan su Reino en el mundo entero (por lo que también se elevan preces especialmente por los misioneros católicos).

El Sacerdocio está en función de la Misa y ésta, que es el sacrificio eucarístico, es el culmen de la vida espiritual del cristiano. De la Eucaristía dimana la eficacia de todos los demás sacramentos, por lo cual se la llama “magnum mysterium” o “mysterium fidei”, es decir, el gran sacramento, el sacramento o misterio de la Fe. El Sacerdocio, pues, es clave en la Iglesia. Los sacerdotes quiere San Pablo que sean considerados como: “ministros Christi et dispensatores mysteriorum Dei”. El sacerdote católico es, en razón de ello, sacrificador y santificador: ofrece la Santa Misa como sacrificio propiciatorio por vivos y difuntos y administra los Sacramentos, que son los medios ordinarios y seguros de la salvación.

El sacerdote tiene la gracia unitiva, que es la particular del sacramento del orden. Éste imprime en él un carácter indeleble y lo configura con Jesucristo para que actúe en su nombre y persona. Cuando el sacerdote ofrece su misa es Cristo quien ofrece; cuando absuelve de los pecados en el tribunal de la penitencia, es Cristo el que perdona. Ese carácter sacramental y esa configuración con Jesucristo hacen que el sacerdote no sea “un hombre como todos los demás”, sino que tenga un plus ontológico que lo distingue del resto de los hombres. Tras recibir la ordenación presbiteral, el nuevo sacerdote ya no es simplemente hombre, sino que es hombre-sacerdote.

De aquí se deduce que el sacerdocio ministerial es esencialmente distinto del sacerdocio común de todos los bautizados. No es una diferencia de grado, sino cualitativa y substancial. Y, como el sacerdote ordenado tiene un carácter indeleble que lo hace ontológicamente hombre-sacerdote, su ministerio implica una forma y estado de vida y no un ejercicio transitorio. No se puede ser, como hoy en día se pretende, una suerte de “sacerdote a tiempo parcial”, un simple funcionario de lo sagrado sujeto a nómina y a horarios. El sacerdote lo es las veinticuatro horas de cada día de su existencia aunque no se encuentre ejerciendo su sacerdocio. Y seguirá siendo sacerdote por toda la eternidad, ya sea que se salve o que tenga la desgracia de condenarse.

Sin los sacerdotes estaríamos desamparados espiritualmente. No tendríamos la misa ni los sacramentos, es decir que no dispondríamos de los medios ordinarios para salvarnos. La vida católica no podría desarrollarse normalmente sin ellos. Allí donde han faltado o faltan por diversas circunstancias (por falta de clero, por persecución, por abandono) los fieles sufren y languidecen espiritualmente, aunque ciertamente Dios no abandona a sus hijos. Por eso es tan importante rezar por las vocaciones y por la santificación y perseverancia del clero. Para que haya muchos sacerdotes que santifiquen al pueblo de Dios y lleven las almas al cielo. La santidad no es indispensable para que el sacerdote católico ejerza eficazmente su ministerio, ¡afortunadamente! Nuestra salvación no depende de la bondad o maldad de los sacerdotes, que no son sino los instrumentos a través de los cuales Jesucristo actúa: ya darán cuenta a Dios de su vida personal. Pero qué duda cabe que un sacerdote santo edifica, consuela y llama a la santidad.

El quinto precepto general de la Santa Madre Iglesia manda “contribuir al sostenimiento de la Iglesia de Dios” (antiguamente se decía “pagar los diezmos y las primicias”, que viene a ser lo mismo). Quiere decir que los fieles tenemos el deber de mantener el culto católico y a sus ministros, que es por quienes nos viene la gracia. Es natural, pues como dice San Pablo: “tiene el operario derecho a su salario” y los sacerdotes son los operarios de la viña del Señor. También dice el Apóstol de las Gentes que “quien sirve el altar que viva del altar”, por lo cual los sacerdotes, que son los ministros del altar tienen el derecho a vivir de él, del cual, por cierto, nos beneficiamos todos.

Ahora bien, contribuir al sostenimiento de la Iglesia se hace de dos maneras: material y espiritualmente. Se contribuye materialmente aportando dinero, bienes y trabajo en la medida de las posibilidades reales de cada quien. Debemos considerar siempre si en conciencia hacemos todo lo que podemos. Muchas veces no somos generosos con la Iglesia mientras somos capaces de gastarnos dinerales en caprichos, vicios o cosas superfluas. Tengamos siempre en cuenta que, como pasa con nosotros, los sacerdotes no viven del aire y que tienen necesidad de nuestra asistencia material. A cambio ellos nos dan los medios de salvación. Realmente, salimos ganando siempre porque los fieles les damos bienes perecederos, mientras ellos nos dan la posibilidad de ganar el bien duradero de la vida eterna.

Pero también espiritualmente podemos sostener a la Iglesia y a sus ministros: encargando misas, ofreciendo nuestras oraciones y difundiendo propaganda a favor de las vocaciones. En esta categoría de limosna entra la práctica de los Primeros Jueves de mes, en los cuales invertimos una pequeña parte de nuestro tiempo para orar por los sacerdotes, religiosos, vocaciones y misiones, es decir, para mantener vivo el organismo de nuestra religión. Acostumbrémonos a santificar los Jueves Sacerdotales ofreciendo en ellos nuestras preces y nuestros pensamientos, participando de las funciones que se organizan en las parroquias o desde casa si no podemos estar en ellas presentes. Es la mejor manera de preparar el Primer Viernes, consagrado al corazón Divino según el cual queremos que sean nuestros sacerdotes. También para preparar el Primer Sábado en honor del Corazón inmaculado de María, modelo de almas consagradas.

Ofrecemos unas cuantas sugerencias sobre el modo práctico de hacer el Jueves Sacerdotal:

1. Exposición del Santísimo Sacramento
2. Rosario meditado
3. Preces por los Sacerdotes, religiosos y religiosas
4. Preces para pedir vocaciones
5. Preces por las misiones
6. Reserva y bendición con el Santísimo Sacramento.
7. Misa votiva de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.


Oración del Venerable Pío XII por los sacerdotes

Oh Jesús, Pontífice Eterno, Buen Pastor, Fuente de vida, que por singular generosidad de vuestro dulcísimo Corazón nos habéis dado a nuestros sacerdotes para que podamos cumplir plenamente los designios de santificación que vuestra gracia inspira en nuestras almas; os suplicamos: venid y ayudadlos con vuestra asistencia misericordiosa.

Sed para ellos, oh Jesús, fe viva en sus obras, esperanza inquebrantable en las pruebas, caridad ardiente en sus propósitos. Que vuestra Palabra, rayo de la eterna Sabiduría, sea, por la constante meditación, el alimento diario de su vida interior. Que el ejemplo de vuestra vida y Pasión se renueve en su conducta y en sus sufrimientos para enseñanza nuestra, y alivio y sostén en nuestras penas.

Concededles, oh Señor, desprendimiento de todo interés terreno y que sólo busquen vuestra mayor gloria. Concededles ser fieles a sus obligaciones con pura conciencia hasta el postrer aliento. Y cuando con la muerte del cuerpo entreguen en vuestras manos la tarea bien cumplida, dadles, Jesús, Vos que fuisteis su Maestro en la tierra, la recompensa eterna: la corona de justicia en el esplendor de los santos. Amén.

Preces litánicas por los sacerdotes

Respondemos: "Danos sacerdotes santos"

- Para que sea santificado tu nombre
- Para que venga a nosotros tu reino
- Para que tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo
- Para que no nos falte el pan espiritual de tu Palabra ni el Divino Pan Eucarístico cada día
- Para que en tu nombre perdonen nuestros pecados
- Para que nos enseñen a perdonar las ofensas
- Para que nos auxilien en la lucha contra las tentaciones
- Para que nos ayuden a librarnos del mal, sobre todo en la hora de la muerte

Oración del Venerable Pío XII
por las vocaciones sacerdotales y religiosas

Señor Jesús, Supremo Sacerdote y Pastor universal, que nos habéis enseñado a rezar diciendo: “Rogad al dueño de la mies que envíe operarios a su mies” (Mat. IX, 38), escuchad con benevolencia nuestras súplicas, y suscitad un gran número de almas generosas que, animadas por vuestro ejemplo y sostenidos por vuestra gracia, aspiren a ser los ministros y los continuadores de vuestro verdadero y único sacerdocio.

Haced que las trampas y calumnias del enemigo malo, secundado por el espíritu indiferente y materialista del mundo, no obscurezcan entre los fieles el sublime esplendor y la profunda estima debida a la misión de aquellos que, sin ser del mundo, viven en el mundo, para ser los dispensadores de los divinos misterios. Haced que, para preparar buenas vocaciones, continúen promoviéndose en la juventud la instrucción religiosa, la piedad sincera, la pureza de la vida y el cultivo de las ideas más elevadas. Haced que, para secundarles, la familia cristiana, consciente del honor que significa destinar al Señor a algunos de sus retoños, no deje nunca de ser un vivero de almas puras y fervorosas. Haced que no falten nunca en tu Iglesia extendida por todo el mundo los medios necesarios para acoger, favorecer, formar y llevar a término las buenas vocaciones que se le ofrecen. Y, a fin de que todo ello se convierta en realidad, oh Jesús, que deseáis tanto el bien y la salvación de todos, haced que el poder irresistible de vuestra gracia no cese de bajar del cielo de modo que numerosas almas reciban vuestra llamada silenciosa, os den una respuesta generosa y perseveren, en fin, en vuestro santo servicio.

¿Acaso no os aflige, oh Señor, la visión de tantas muchedumbres semejantes a ovejas sin pastor, sin nadie que parta para ellas el pan de vuestra Palabra y las sacie con el agua de vuestra gracia, quedando así a merced de los lobos rapaces, que las acechan sin cesar? ¿No sufrís al contemplar tantos campos en los que aún no ha penetrado la reja del arado y donde crecen espinas y abrojos sin que nadie les dispute el terreno? ¿No os apena considerar tantos de vuestros jardines ayer floridos y frondosos y hoy en peligro de marchitarse y volverse áridos? ¿Permitiréis que la mies ya madura se disperse y se pierda a falta de brazos para cosecharla?

Oh María, Madre purísima, de cuyas piadosísimas manos hemos recibido al más santo de todos los sacerdotes; oh glorioso Patriarca San José, ejemplo perfecto de correspondencia a la llamada divina; oh santos sacerdotes, que en el cielo formáis alrededor del Cordero de Dios un coro de predilección; obtenednos numerosas y santas vocaciones, a fin de que el rebaño del Señor, protegido y guiado por pastores vigilantes y solícitos, pueda alcanzar el dulcísimo pasturaje de la bienaventuranza eterna. Amén.


Oración por los misioneros

Corazón de Jesús, tended una mirada hacia las tierras de infieles y hacia los trabajos de los misioneros, quienes, por vuestro amor y por el de las almas, tan preciosas para Vos, han abandonado su casa, su patria y sus afectos más íntimos. Bendecid sus trabajos y concededles la gracia de repartir el pan de la divina Palabra entre los mendigos de la Verdad. Hacedles sentir que Vos estáis con ellos en sus trabajos y preocupaciones, y dadles la gracia de perseverar hasta el fin en la vida de abnegación para la que los habéis escogido. Sagrado Corazón de Jesús, por amor de vuestra misma gloria, proteged y haced fructificar los esfuerzos de vuestros misioneros. Amén.

6 de Agosto: Fiesta de la Transfiguración del Señor


El 6 de agosto se celebra la fiesta de la Transfiguración de Cristo, un gran evento, donde, por segunda ocasión, Dios Padre proclama a Jesús como su Hijo unigénito muy amado. Al resplandecer frente a Pedro, Santiago y Juan, en el Monte Tabor, Cristo reveló su gloria divina a los discípulos y fortaleció su fe antes de la Pasión.

El episodio de la vida de Cristo relatado por los Evangelios sinópticos manifiesta la divinidad de la Palabra de Dios que vino a habitar entre los hombres. 

En un monte alto, alejado, el rostro de Cristo comienza a resplandecer como el sol, mientras sus vestiduras se vuelven blancas como la luz (Mt 17, 2). Con Él están los apóstoles principales: San Pedro, cabeza de la Iglesia; Santiago, el primer apóstol mártir; San Juan, el discípulo a quien Jesús amaba (Lc 9, 28).

Testigos de la gloria de su Maestro, los apóstoles también reconocen a Moisés y Elías que hablan con Cristo en majestad. Estas dos figuras simbolizan la Ley y los Profetas, y la profunda unidad entre el Antiguo Testamento y la realidad mesiánica que se cumple en el Nuevo.

Como explica san León Magno: "Todo lo que se usaba para dar testimonio en la antigüedad se encuentra en la enseñanza del Evangelio. Las páginas de ambos pactos se confirman mutuamente, y a aquél, que los antiguos símbolos habían prometido bajo el velo del misterio, el resplandor de su gloria lo muestra manifiesto y cierto. Porque, como dice San Juan, "la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos llegaron por medio de Jesucristo", en quien se cumplieron tanto la promesa de las figuras proféticas como el sentido de los preceptos de la ley. Porque por su presencia enseña la verdad de la profecía, y por su gracia hace posible la práctica de los mandamientos".

Ésta es la gloria de Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que es celebrado por la liturgia para animar al pueblo cristiano a no temer los sufrimientos y las cruces de esta vida. Es a este precio que la recompensa de la vida eterna y la bienaventuranza del Cielo se ganan.

Fue el Papa Calixto III quien extendió la fiesta de la Transfiguración como solemnidad a toda la Iglesia. De hecho, la noticia de la victoria de Belgrado llegó a Roma el 6 de agosto de 1456.

Después de la caída de Constantinopla en 1453, el sultán Mehmet II sitió Belgrado. Gracias a las heroicas acciones de las tropas de Michel Szilágyi y al contraataque encabezado por Jean Huniade, por no hablar de la decisiva acción del legado del Papa, San Juan de Capistrano, esta victoria decidió el destino de la Cristiandad frenando la invasión de la corriente del islamismo.

6 al 14 de Agosto: Novena en preparación a la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María



"La Inmaculada Madre de Dios, María siempre virgen, terminada su vida terrestre fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celeste". 

Justo después de esas palabras del Papa proclamando el Dogma, un rayo de sol bañó la Basílica de San Pedro. 

La solemne definición del dogma de la asunción de María fue proclamada en 1950 por Pío XII con la constitución apóstolica Munificentissimus Deus

Es célebre y comúnmente admitida la sentencia de san Bernardo: "que Dios no dispensa gracia sino por manos de María". Por esto es hoy sentir universal de la Iglesia que la intercesión de María no sólo es útil, sino también necesaria para conseguir las solicitudes que se imploran en el Cielo...
Debe el cristiano rezar esta Novena fervorosamente, para obtener la gracia necesaria a su alma (hacer la petición deseada). 

Primer Día 

Oh, María sin pecado concebida!
la más Preciosa Niña,
Reina de las Maravillas.
Regálame en este día, 
hacerme pequeñito,
y siempre ser tu verdadero hijo,
para llegar algún día al Dios de la Vida. Amén.

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Segundo Día 

María, princesa desde niña,
sobre la tierra sería ya nuestra guía
y en Tí resplandecería
el cumplimiento de las profecías.
Oh! mi dulce compañía,
guía a este siervo pequeñito,
que nada sería si en él no estaría
la Luz Divina. Amén. 

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Tercer Día

¡Vaso purísimo! ¡Estrella mía! 
Que hilabas en tu Seno, como Virgen Inmaculada,
al Dios que amabas, 
que por Él suspirabas
y que brillaba, en una Niña Casta
que se esposaba como Inmaculada.
Haz que la pureza en mí resplandezca
y que inunde toda la tierra que padece desierta. Amén.

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Cuarto Día 

Oh, María! del mismo Dios alegría.
Oh, María! a la que el ángel saludaría
y le confiaría la más hermosa noticia,
que en Ti viviría el Dios de la vida,
el Mesías esperado, ya anunciado 
y por los corazones anhelado. 
Oh, Lirio Perfumado! por el Señor siempre Santo!
haced que digamos siempre "Sí" y vivamos para Tí,
pues el Buen Dios a Tí nos dió
y desde la Encarnación te señaló
como Corredentora para nos. Amén.

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Quinto Día 

Madre mía, bella María! 
Que en tus brazos acunarías,
al Sol que iluminaría nuestras pobres vidas.
Oh, María! cuyos ojos mirarían 
con dulzura infinita al Niño que padecería
y nos redimiría en la Cruz un día.
Haz que seamos mansos y humildes de corazón
como lo fue siempre Nuestro Señor. Amén. 

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Sexto Día 

Oh, Madre de Redención! 
cáliz de amor! 
llévanos al Salvador, 
misterio de alegría en el corazón
y en el que palpita la alabanza al Padre Creador.
Haz que la esperanza inunde nuestra alma,
pues es nuestro Dios, escudo de Salvación,
quien es nuestra protección 
ya que con Su Sangre nos cubrió 
y nos enseñó lo que es el verdadero amor. Amén. 

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Séptimo Día 

Oh, María! Señora mía!
Enséñame en este día,
lo que la caridad sería,
para llegar algún día
a la Tierra Prometida! 
Oh, María! Rosa Castísima! 
Muéstrame el camino de la verdad 
para que llegue a la santidad. Amén. 

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Octavo Día 

Oh, María! Auxiliadora mía! 
Haced que el Espíritu Santo,
sea derramado 
en esta pobre vasija de barro
y que sea por Él llenada
para purificarla y habitarla,
labrándola a tu semejanza. Amén.

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

Noveno Día 

Oh, Amadísima! Oh, Madre mía! 
Oh, Virgen María! 
A la que los ángeles subirían
al Cielo con singular alegría.
Oh María, pináculo de amor! 
Oh, María! 
Reina hoy en cada corazón,
dándonos tu Inmaculado Corazón,
como Reina del Cielo y la tierra que sos! 
Oh, María, postrado ante Vos, 
sólo tuyo soy, como esclavo de amor. Amén. 

Padrenuestro, Ave María y Gloria.