Día I
Por la señal de la Santa Cruz.
Oración preparatoria para todos los días
Madre mía amantísima del Carmen, aquí vengo a vuestra presencia con el más profundo respeto y veneración a ofreceros el ejercicio de este día, que consagro a vos por haberme admitido, a mí, el más miserable de los hombres, entre vuestros hijos predilectos los Carmelitas, para favorecerme con vuestra especial protección y amor. Yo os doy miles de gracias por ello, Madre mía, y os suplico que iluminéis mi entendimiento e inflaméis los efectos de mi corazón, para hacer con verdadero fruto este ejercicio, a fin de que merezca ser recibido por vos como un obsequio de vuestro hijo. Amén.
Nubecilla de Elías
I
Olvidado el pueblo de Israel de los beneficios que recibió de aquel Señor le dijeron que le libró con mano fuerte del cautiverio del faraón, prevarico contra su Dios y se hizo reo del crimen de idolatría. Los Profetas del señor habían sido todos muertos por Acab, rey de Israel, y sustituidos por los profetas falsos de Baal. Sólo había quedado Elías, que al ver la ingratitud de aquel pueblo y la perversidad de su rey, se presenta ante Acab para reconvertirle, Diciéndole de parte de Dios, que no vería agua ni rocío sobre la tierra hasta que el los pidiese. Atónito el rey al oír estas amenazadoras palabras, no supo que responder; pero volviendo luego en sí y reanimando su valor, mando buscar a Elías para quitarle la vida. Mas Dios, que lee en el corazón del hombre, y ante quien los reyes de la tierra son como si no fueran, salvó a su profeta diciéndole: “Anda, retírate de aquí y vete hacia el Oriente y escóndete en el torrente Carith que está enfrente del Jordán. Allí beberás del arroyo, y he mandado a los cuervos que te alimenten.”
Tres años y medio pasaron sin caer una gota de agua sobre la tierra, hasta que, compadecido el Señor de su pueblo por las súplicas del grande Elías, como asegura San Crisóstomo, llamó a su profeta y le dijo: “Anda y muéstrate á Acab, para que yo dé lluvia sobre la tierra.” Elías obedeciendo al Señor, se presenta al rey y le dice: “Si deseas remediar los males de tu pueblo, congrégame en el Carmelo a todo Israel con los profetas de Baal. Congregados en el Carmelo el pueblo y los profetas, dijo Elías a éstos: Escoged vosotros un buey y sacrificadlo a vuestro Dios, yo tomaré otro y lo sacrificaré a mi Dios, y el que oyere por fuego, sea el verdadero Dios. Convenidos así, tomaron los profetas de Baal un buey, y haciéndole trozos lo pusieron sobre el altar y clamaban a su Dios; pero el Señor no permitió que el demonio humillara a su profeta. Llegado el tiempo en que debía sacrificar Elías, colocó otro buey sobre el altar que había levantado, y en que debía postrado en tierra con la más profunda veneración, lleno de fe y confianza hizo una breve oración a Dios, y al instante descendió del cielo un fuego abrasador que consumió el holocausto, la leña, las piedras y hasta el agua que habla puesto alrededor. Al ver Israel un prodigio tan raro, exclamo:
"El Señor es el Dios, el Señor es el Dios." Viendo Elías el entusiasmo del pueblo convertido ya a su Dios, mando que cogieran a todos los falsos profetas, y llevándolos al torrente Cison, los hizo matar para que pagaran así el enorme crimen de idolatría con Después de esto dijo Elías al rey y beber, que habían pervertido al pueblo. Después de esto dijo Elías al rey Acab que subiera a comer y beber, mientras él subía al monte, donde habla ofrecido el sacrificio, a orar y pedir a Dios el remedio de aquel pueblo. Allí postrado en tierra y humillado, clamó a Dios para que enviara sobre la tierra el agua fertilizadora. Siete veces mandó a su compañero que mirase hacia el mar, y la séptima vez vio una nubecilla, como la huella de un pie de un hombre, que subía de entre las amargas aguas del mar, y en ella contempló Elías, con su espíritu profético, a la Inmaculada Madre de Dios con sus más gloriosas prerrogativas.
II
Alma mía, si en tus angustias y necesidades acudes à Dios con verdadera devoción, con espíritu humilde, llena de fe y confianza, también Dios oirá tus súplicas como las del profeta Elías, porque la oración humilde penetra los cielos, y enviará sobre ti el roció y las aguas de su misericordia, haciendo que se disipen y desaparezcan las tinieblas y necesidades que te afligen, y dé tu corazón verdaderos frutos de gracia y santidad. Persevera humilde en tu oración como el Profeta Elías, porque Dios quiere probar tu constancia; repite tus súplicas y llama de nuevo al Corazón de Jesús, que no será en vano, pues Él ha dicho: "Al que llame se le abrirá." Pero si te cansa tu oración y desistes de suplicar, es señal de que no tienes aquella fe viva y aquella confianza ilimitada con que Dios quiere ver revestidas las súplicas que a Él se dirigen, para que consigan su efecto. Por eso dijo el Señor: " si tuvierais fe como un grano de simiente, y dijereis a este monte: Trasládate allá, luego se trasladará."
Imita, pues, tú, alma mía, al profeta Elías, que después de una y otra vez repite su oración hasta que el Señor, vencido de ella, le concede lo que pide.
Oración final
Gloriosísima Virgen, Reina de los Ángeles, Madre de Dios y de los Carmelitas, María Santísima, yo el más indigno de vuestros hijos acudo a vuestras plantas con el afecto que me inspira vuestro amante corazón y la confianza que me da en santo escapulario, prenda vuestra riquísima y señal de mi salvación, para presentaros las suplicas y afectos que mi corazón ha formado en este día en obsequio vuestro para más amaros y mejor serviros. Vos como Madre de Dios y dispensadora de todas las gracias del cielo, todo lo podéis, y como Madre amante y especial de los que visten vuestro santo escapulario, no os negareis a recibir mis pobres suplicas y alcanzarme el remedio de mis necesidades, la gracia de que mi alma os ame y sirva cada día más durante mi vida y después merezca ser ayudado de vos en la hora de mi muerte.
Pídase ahora con toda confianza la gracia que se desea alcanzar de la Virgen del Carmen
EJEMPLO
En una villa cerca de Tolosa se apareció varias veces la Virgen Santísima à un hombre llamado Samuel Grossi para que cediese a los Carmelitas un lugar donde fundasen convento. Fueron allá los Carmelitas, pero no sufriendo el Gobernador que habitaran allí los religiosos, les mandó salir; mas ellos no quisieron dejar el lugar. Irritado el Gobernador, los encerró en el convento de tal manera que no pudiesen salir, para que muriesen dentro como en una cárcel. Pero los religiosos, llenos de fe y confianza, acudieron a su amantísima Madre la Virgen del Carmen, repitiéndole una y súplica de San Simón Stock: Ave, Stella matutina, etc. A los pocos días que repitieron esta súplica, estando cantándola, y al llegar a aquellas palabras: Tu nos in carcere solare propitia, que quiere decir: "Piadosísima Madre nuestra María, consoladnos en esta cárcel," al instante desaparecieron todos los obstáculos que impedían salir a los religiosos, y al mismo tiempo se le saltaron los ojos al sacrílego Gobernador, quedándole colgados de dos pequeños nervios. Al verse así, reconoció su yerro, e hizo que le llevaran al convento para pedir perdón à los religiosos y demandar sus oraciones. Los Carmelitas acudieron de nuevo a su Madre y Protectora cantando la Salve. Cuando llegaron a aquellas palabras: illos tuos misericordes oculos ad nos converte, volvieron a su lugar natural los ojos del Gobernador, quedando sano y bueno, y haciéndose después religioso en aquel mismo convento.
Obsequio. Rezar el Avemaría siempre que se oiga dar horas al reloj.
Sentencia. ¡Cuán seguros debemos estar bajo la protección de tal Madre! ¿Quién podrá apartarnos de su seno? ¿Qué tentación o pasión podrá vencernos, si ponemos nuestra confianza en el patrocinio de María Madre de Dios y nuestra?
- Regina decor Carmeli.
- Dedisti nobis signum protectionis tuæ
Oremus.
Deus, qui Beatissimae semper virginis, et genitricis tuae Mariae singulari titulo Carmeli ordinem decorasti: concede propitius, ut cujus hodie commemorationem solemni celebramus officio, ejus muniti presidiis ad gaudia sempiterna pervenire mereamur. Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.