> SoydelaVirgen : 07/13/20

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13 de Julio: Tercera Aparición de Nuestra Señora del Rosario de Fátima



Día 13 de julio de 1917. 

Cuenta la Hermana Lucía que Nuestra Señora se apareció a los pastorcitos, y entre otras cosas les dijo: "Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene; que continuéis rezando el #Rosario todos los días... para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra..." Y más adelante: "Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagáis algún sacrificio: «Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en desagravio por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María»."

Al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las manos y mostró el infierno a los niños, que, asustados, y como para pedir socorro, levantaron la vista hacia Nuestra Señora que les dijo entre bondadosa y triste: "Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor... Para impedirla, vendré a pedir... la Comunión reparadora de los primeros sábados." 

Los niños procuraron complacer estos deseos de la Santísima Virgen. Se privaban de su merienda, que daban a los corderitos o a otras familias pobres; y para engañar el hambre, buscaban raíces, moras y bellotas, prefiriendo las de los robles, por ser más amargas. Se privaban de la fruta y de otras golosinas. Se abstenían de beber agua, ofreciendo frecuentemente el sacrificio de la sed. Se mortificaban con ortigas, con las que se frotaban las manos y las piernas. Se ataban una cuerda con nudos a la cintura sobre la carne desnuda. Sufrían en silencio, y tanto mayor era su gozo cuantos más sacrificios hacían por la conversión de los pobres pecadores.

Memorias de Sor Lucía dos Santos: 

 – Momentos después de haber llegado a Cova de Iría, junto a la carrasca, entre una numerosa multitud del pueblo, estando rezando el Rosario, vimos el resplandor de la acostumbrada luz y, en seguida, a Nuestra Señora sobre la carrasca.

—¿Qué quiere Usted de mí? — pregunté.

—Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene; que continuéis rezando el Rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella lo puede conseguir.

—Quería pedirle que nos dijera quién es Vd., que haga un milagro para que todos crean que Vd. se nos aparece.

—Continuad viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quién soy, y lo que quiero y haré un milagro que todos han de ver para creer.

Aquí hice algunas peticiones que no recuerdo bien cuáles fueron. Lo que sí recuerdo es que Nuestra Señora dijo que era preciso rezar el Rosario para alcanzar esas peticiones durante el año. Y continuó:

—Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagáis algún sacrificio: «Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en desagravio por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María».

Al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las manos como en los meses pasados. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas de las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo cayendo por todos los lados, semejantes al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaban  y hacían estremecer de pavor. (Debe de haber sido a la vista   de esto cuando di aquel «¡Ay!», que dicen haberme oído). Los demonios distinguíanse por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones en brasa.


Asustados, y como para pedir socorro, levantamos la vista hacia Nuestra Señora que nos dijo entre bondadosa y triste:

—Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la grande señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.

Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la Comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre la doctrina de la Fe, etc. Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco, sí podéis decírselo.

Cuando recéis el Rosario, diréis, después de cada misterio: ¡Oh Jesús mío,

perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, principalmente las más necesitadas!Transcurrido un instante de silencio, pregunté:

—Usted ¿no quiere de mí nada más?

—No. Hoy no quiero nada más de ti.

Y, como de costumbre, comenzó a elevarse en dirección al naciente, hasta desaparecer en la inmensa lejanía del firmamento.



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13 de Julio: Santa Teresa de Jesús de los Andes



Virgen, Carmelita Descalza Primera Santa chilena

La joven que hoy es glorificada en la Iglesia con el título de Santa, es un profeta de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

TERESA DE JESUS DE LOS ANDES, con el ejemplo de su vida, pone ante nuestros ojos el evangelio de Cristo, encarnado y llevado a la práctica hasta las últimas exigencias.

Ella es para la humanidad una prueba indiscutible de que la llamada de Cristo a ser santos, es actual, posible y verdadera.

Ella se levanta ante nuestros ojos para demostrar que la radicalidad del seguimiento de Cristo es lo único que vale la pena y lo único que hace feliz al hombre.

Teresa de Los Andes, con el lenguaje de su intensa vida, nos confirma que Dios existe, que Dios es amor y alegría, que El es nuestra plenitud.

Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. En la pila bautismal fue llamada Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar. Familiarmente se la conocía, y todavía se la conoce hoy, con el nombre de Juanita.

Su niñez se desarrolló normalmente en el seno familiar: sus padres, don Miguel Fernández y Lucía Solar; sus tres hermanos y dos hermanas; el abuelo materno, tíos, tías y primos.

La familia gozaba de muy buena posición económica y conservaba fielmente la fe cristiana, viviéndola con sinceridad y constancia.

Juana recibió su formación escolar en el colegio de las monjas francesas del Sagrado Corazón. Entre la vida estudiantil y la vida familiar se desarrolló su corta e intensa historia. A los catorce años de edad, inspirada por Dios, decidió consagrarse a El como religiosa, en concreto, como carmelita descalza.

Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 kms. de Santiago.

El 14 de octubre de ese mismo año vistió el hábito de carmelita, iniciando así su noviciado con el nombre de Teresa de Jesús. Sabía desde mucho antes que moriría joven. Más aún, el Señor se lo había revelado, pues ella misma lo comunicó a su confesor un mes antes de su partida.

Asumió esa realidad con alegría, serenidad y confianza. Segura de que continuaría en la eternidad su misión de hacer conocer y amar a Dios.

Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920. Había recibido con sumo fervor los santos sacramentos de la Iglesia y el 7 de abril había hecho la profesión religiosa en el artículo de la muerte. Aún le faltaban 3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como novicia carmelita descalza.

Esa es toda la trayectoria externa de esta joven santiaguina. Desconcierta, y crece en nosotros el gran interrogante: ¿y qué hizo? Para tal pregunta hay una respuesta igualmente desconcertante: Vivir, creer, amar.

Cuando los discípulos preguntaron a Jesús qué debían hacer para vivir según Dios quiere, El respondió: "La obra de Dios es que creáis en quien El ha enviado" (Jn. 6, 28-29). Por lo tanto, para conocer el valor de la vida de Juanita, es necesario mirar hacia dentro, donde está el Reino de Dios.

Ella despertó a la vida de la gracia siendo todavía muy niñita. Asegura que a los seis años atraída por Dios empezó a volcar su afectividad totalmente en El.

"Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para sí" (Diario, n. 3, p. 26). Juanita poseyó una enorme capacidad de amar y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia. Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz. Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a El con radicalidad.

Desde niña comprendió que el amor se demuestra con obras más que con palabras, por eso lo tradujo en todos los actos de su vida, empezando por la raíz. Se miró con ojos sinceros y sabios y comprendió que para ser de Dios era necesario morir a sí misma y a todo lo que no fuera El.

Su naturaleza era totalmente contraria a la exigencia evangélica: orgullosa, egoísta, terca, con todos los defectos que esto supone. Como nos sucede a todos. Pero lo que ella hizo, a diferencia nuestra, fue librar batalla encarnizada contra todo impulso que no naciera del amor.

A los 10 años era una persona nueva. La motivación inmediata fue el Sacramento de la Eucaristía que iba a recibir. Comprendiendo que nada menos que Dios iba a morar dentro de ella, trabajó en adquirir todas las virtudes que la harían menos indigna de esta gracia, consiguiendo en poquísimo tiempo transformar su carácter por completo.

En la celebración de este sacramento recibió de Dios gracias místicas de locuciones interiores que luego se mantuvieron a lo largo de su vida. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en amistad, en vida de oración.

Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita y que su meta debía ser la santidad.

Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto grado de unión con Dios.

Cristo fue su ideal, su único ideal. Se enamoró de El, y fue consecuente hasta crucificarse en cada minuto por El. La invadió el amor esponsal y, por tanto, el deseo de unirse plenamente al que la había cautivado. Por eso a los 15 años hizo el voto de virginidad por 9 días, renovándolo después continuamente.

La santidad de su vida resplandeció en los actos de cada día en los ambientes donde se desarrolló su vida: la familia, el colegio, las amigas, los inquilinos con quienes compartía sus vacaciones y a quienes, con celo apostólico, catequizó y ayudó.

Siendo una joven igual a sus amigas, éstas la sabían distinta. La tomaron por modelo, apoyo y consejera. Juanita sufrió y gozó intensamente, en Dios, todas las penas y alegrías con que se encuentra el hombre.

Jovial, alegre, simpática, atractiva, deportista, comunicativa. En los años de su adolescencia alcanzó el perfecto equilibrio síquico y espiritual, fruto de su ascesis y de su oración. La serenidad de su rostro era reflejo de Aquel que en ella vivía.

Su vida monacal desde el 7 de mayo de 1919 hasta su muerte fue el último peldaño de su ascensión a la cumbre de la santidad. Sólo once meses fueron suficientes para consumar su vida totalmente cristificada.

Muy pronto la comunidad descubrió en ella un paso de Dios por su historia. En el estilo de vida carmelitano-teresiano, la joven encontró plenamente el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella quería dar a la Iglesia de Cristo. Era el estilo de vida que, a su modo, había vivido entre los suyos, y para el cual había nacido. La Orden de la Virgen María del Monte Carmelo colmó los deseos de Juanita al comprobar que la Madre de Dios, a quien amó desde niña, la había traído a formar parte de ella.

Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo II, el día 3 de abril de 1987. Ha sido solemnemente canonizada por el mismo Sumo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.

Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la luz y el camino recto hacia Dios.

SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES es la primera Santa chilena, la primera Santa carmelita descalza fuera de las fronteras de Europa y la cuarta Santa Teresa del Carmelo tras las Santas Teresas de Avila, de Florencia y de Lisieux.

Sus Milagros El Bombero Resucitado

El día 4 de diciembre de 1983, el voluntario de la Sexta Compañía de Bomberos de Santiago, Héctor Uribe Carrasco, cae desde una techumbre durante un incendio. Sufre un golpe eléctrico de un cable de 380 voltios, quedando completamente inconsciente y según decían los médicos, con un edema pulmonar, un edema cerebral y ninguna posibilidad de vida, pues estaba clínicamente muerto.

Ante esta angustiosa situación, su madre, Señora Olga Carrasco de La Vega, aconsejada por un voluntario amigo del accidentado, decidió ir hasta la Cripta de Sor Teresa, para implorar por la vida de su hijo. La súplica la hizo en la Capilla, acompañada de varios voluntarios y amigos de Héctor, el día 7 de diciembre, es decir, 3 días después del accidente.

Según testimonio de la mamá y de los amigos, desde entonces empezó a dar señal de recuperación hasta quedar totalmente restablecido.

Los médicos están sorprendidos. El joven vive. Es un resucitado a instancias de Teresita.

Los antecedentes del caso son enviados a Roma. De miles de milagros y favores concedidos y adjudicados a la intercesión de Sor Teresita, es éste el que el consejo de teólogos aprueba en el paso final del proceso y que llevó a Teresita a la gloria de los altares.

Para iniciar el proceso de Canonización, debe producirse otro milagro después de la Beatificación.

La Estudiante Resucitada

El día 7 de diciembre de 1988, varias alumnas del Colegio Las Condes, Institución Teresiana, en el paseo de fin de año escolar, se reunieron para pasar el día. La alumna Marcela Antúnez Riveros, bañándose en la piscina del estadio del Banco Chile sufrió asfixia por inmersión. Fue sacada del agua después de al menos 5 minutos cianótica y sin ningún signo vital.

Mientras la someten a la prácticas de reanimación, dos apoderados y un grupo de alumnas piden fervorosamente la intervención de Santa Teresa y, con asombro de los médicos de la clínica Alemana, que a la vista de la ficha médica temían daño cerebral irreversible, se recuperó rápidamente.

Por precaución la retienen 3 días más en la clínica, saliendo de ella sin la más mínima lesión cerebral, ni traumas, siendo -los años siguientes- una alumna destacada en sus estudios.

Realizado canónicamente el proceso en el Arzobispado de Santiago con las declaraciones de los testigos y de los médicos y llevada a Roma las actas del proceso, los médicos peritos del Vaticano declararon que la recuperación total de la niña no tiene explicación científica. Por eso, la Congregación de los Santos aprobó el milagro para proceder a la Canonización.

13 de Julio: Memoria Litúrgica de san Enrique, emperador de Alemania



Nacido en el año 972 y fallecido en 1024. Nieto de Carlomagno y sucesor de los tres Otones, fue el más grande apóstol de la paz en el segundo decenio del siglo XI y uno de los más destacados promotores de la civilización occidental, colaborando a la labor del Papado y de los monjes de Cluny, de cuyo abad San Odilón fue gran amigo.

Seguramente, a la primera impresión nadie habría creído que bajo la pesada armadura de aquel caballero que cabalgaba con sus numerosas tropas por las grandes llanuras del imperio alemán, se escondía un santo.

Pasada ya la gloriosa restauración de Carlomagno, Europa, en el siglo x, vive una época de dejadez y brutalidad. Empiezan a aparecer los desastrosos efectos del feudalismo, la jerarquía eclesiástica está corroída por las investiduras y por doquier impera la ley del más fuerte.

Parece imposible que aún vivan personas santas, y menos aún que lo sea uno de los numerosos príncipes feudales. Nos hallamos en la corte del duque de Baviera Enrique el Batallador y de su esposa Gisela de Borgoña. En el castillo ducal se celebran grandes festejos porque ha nacido el príncipe heredero. Se le impone, como a su padre, el nombre de Enrique.

Los primeros años pasan plácidamente, pero pronto es víctima de la persecución; su padre ha sido vencido en una de las interminables guerras familiares y se ha visto obligado a huir. Sin embargo, las cosas volverán a su lugar; el padre recobrará el ducado con todas sus posesiones y Enrique podrá dedicarse al cultivo de las Letras, bajo la dirección de Wolfgang, el santo obispo de Ratisbona.

Wolfgang no sólo forma su inteligencia, sino también su voluntad, dándole una esmerada educación cristiana y una sólida piedad.

A la muerte de su padre, hereda el ducado y se convierte en uno de los príncipes de más porvenir de Alemania. Con su carácter recto y justiciero atiende a las necesidades de su pueblo, gobierna con mano al mismo tiempo fuerte y suave. Sabe comprender y no es vengativo. Prefiere perdonar que castigar y busca antes el provecho de sus súbditos que sus propios intereses.

En el año 1002, los electores del Sacro Imperio Romano-Germánico le nombran para el cargo imperial. Acaba de morir Otón III, sin sucesión directa.

La fama de Enrique, su sinceridad y nobleza, son reconocidas por todos, y saben que será el emperador ideal. La ascensión al trono imperial es para el duque de Baviera una empresa difícil. Surgen contrincantes que ha de vencer, sublevaciones para dominar, querellas entre los señores feudales, que ha de sofocar, pero Enrique con su fiel ejército atiende a todo.

Vence al rey de Polonia, rechaza a los bizantinos, interviene en los Estados Pontificios defendiendo los derechos de Benedicto VIII, el legítimo sucesor de Pedro. Con su prodigioso genio militar sabe triunfar, pero, diferente de muchos otros de su tiempo, no abusa de la victoria. La justicia rige todos sus actos.

Su actividad se extiende también a la reforma espiritual del clero.

En el año 1007 convoca, de acuerdo con las costumbres de su tiempo, un Concilio general en Francfort. Acuden los numerosos obispos del Imperio, que dictan severas normas disciplinarias. Después, Enrique procurará que se cumplan. Restablecido el orden en el Imperio y protegidas las fronteras, Enrique empezó a reinar con todo su poder. En el año 1014, junto con su esposa, fue ungido y coronado rey por el propio pontífice, en Roma.

Seguramente pocos reyes tuvieron, ya en vida, tan buena fama y muchos menos fueron venerados y gozaron del amor de sus súbditos como este nieto de Carlomagno.

Muestra de su gran virtud es este ejemplo: Al sentirse morir llamó junto a sí a los grandes del reino y, tomando la mano de su esposa Cunegunda, también santa, dijo a los padres de ésta: "He aquí a la que vosotros me habéis dado por esposa ante Cristo; como me la disteis virgen, virgen la pongo otra vez en las manos de Dios y vuestras". Sus restos reposan en la catedral de Bamberg.

San Enrique realizó lo que a muchos puede parecer imposible: ser emperador, vivir continuamente ocupado en los problemas públicos y entre guerras, y llegar a santo.

Si Enrique de Baviera lo llevó a término fue porque en el ejercicio de su cargo vio un servicio al prójimo y a Jesucristo. La historia de Europa nos ofrece pocas vidas tan bellas y útiles como la de Enrique II, el Santo.

Mes de Julio dedicado a la Virgen del Carmen - Día 7°



DÍA VII 

Por la señal de la santa Cruz. Señal de la Cruz. 

Oración inicial 

Madre mía amantísima  del Carmen, aquí vengo a vuestra presencia con el más profundo respeto y veneración a ofreceros el ejercicio de este día, que consagro a vos por haberme admitido, a mí, el más miserable de los hombres, entre vuestros hijos predilectos los Carmelitas, para favorecerme con vuestra especial protección y amor. Yo os doy miles de gracias por ello, Madre mía, y os suplico que iluminéis mi entendimiento e inflaméis los efectos de mi corazón, para hacer con verdadero fruto este ejercicio, a fin de que merezca ser recibido por vos como un obsequio de vuestro hijo. Amén.

Como ha demostrado Maria que es Madre de los Carmelitas.


No sólo con palabras y hechos ha mostrado mil veces María Santísima que es Madre de una manera especial de los Carmelitas, lo mismo de los religiosos que de los terciario y cofrades, sino también con milagros, armando a veces su brazo con todo su poder para defender a sus hijos.     
     Cuando ella quiso dar un testimonio claro de esta verdad, se aparece con el santo escapulario a San Simón Stok y le llama hijo muy querido, "dilectissime fili", y esta palabra "dilectissime" o "dilectus" denota un amor especial, superior al amor de todos los amados. Asi, San Juan, porque era el discipulo más amado de Jesus, llamado por antonomasia el discipulo querido, "dilectus". La Esposa de los Cantares, para manifestar el amor superior y predilecto que tenia a su esposo, le llama "dilectus", escogido entre los amados. El Verbo Encarnado, que es el más amado del Padre, fué llamado por éste con la misma palabra "dilectus" en el Jordán y en el Tabor. De la misma manera San Simon Stok, y en su persona todos los Carmelitas, fué llamado por la Virgen Madre con esta palabra "dilectissime fili", hijo muy querido, para manifestarle un amor de predilección, un amor de Madre especial, que no profesa a los demás. Si de aqui pasamos a los hechos, tampoco faltan pruebas de especial amor a los Carmelitas. Uno de los cuidados en que más se refleja especial de la Madre a sus hijos, es en proveerles el vestido, por eso nos dice la Escritura que el Patriarca Jacob, por el amor especial que tenía a su hijo José, le hizo una túnica; Ana tenía especial cuidado de vestir en ciertas ocasiones a su hijo Samuel; y en los Proverbios de Salomón es muy alabada aquella industriosa madre que proveía de dobles vestidos a todos sus hijos. 

De la misma manera la Virgen María, como  Madre cuidadosa, procura el vestido a sus hijos predilectos, dándoles el  santo Escapulario. Ella les da su nombre para que de llamen religiosos o hermanos de la Virgen María del Monte Carmelo; les da su escudo, 
pues el escudo de los Carmelitas lleva la corona de Maria, como hijos de Reina, y las doce estrellas que adornan su frente, y ella les nombra herederos a la hora de su muerte. ¿Que más podía hacer? Cantando en el Convento de Bolonia los religiosos Carmelitas la "Salve", se aparece Maria y les dice: "Cantad, hijos mios, que yo os mostraré a Jesús mi Hijo y en esta y en la otra vida." Cuando en el Pontificado de Honorio III estaba perseguida injustamente la orden Carmelitana y a punto de ser suprimida por la oposición de dos curiales del Pontifice, se presenta la Vírgen al Pontífice y le dice: "No se debe contradecir la demanda de estos mis religiosos, ni tampoco disimular mientras yo misma promuevo su gloria", y luego le aseguró que aquella misma noche morirían aquellos dos curiales. 
     ¿Pueden darse pruebas más claras y demostraciones más evidentes de que María es en verdad Madre de los Carmelitas?

II 

Ya ves, alma mía, el interés que María toma por sus hijos predilectos, los que visten su santo Escapulario, no perdonando ocasión para demostrar su especial amor, ya con palabras, ya con hechos, ya también con milagros estupendos. ¿Y qué haces tú para manifestarle el amor especial que debes profesarla, como hijo predilecto a su santísima Madre? Es necesario que en tus palabras se muestre la tendencia de tu corazón; pero advierte que no basta esto, porque el amor se muestra más con las obras que con las palabras, y asi tú no debes dejar pasar ninguna obra, por pequeña que sea, cuando se te ofrezca la ocasión, para gloria de María, y de este modo demostrarás claramente la correspondencia de amor que debe haber entre hijo y Madre. Mira que antes de tú conocerla, ella te amó y te ama un amor que tú no puedes alcanzar a comprender; por lo tanto, cuanto hicieres por ella, todo será poco. Dile, pues, con todo el afecto del corazón: "Madre mía muy amada, yo me consagro Vos, y conmigo OS consagro mi corazón y todas mis potencias, para que ni mis obras ni mis palabras desmientan jamás la gloriosa filiación que me habéis dispensado; mi boca pronunciará continuamente vuestro nombre, más dulce que panal y la miel, mi corazón lo grabará con caracteres indelebles para eterna divisa de mi filiación." 

Oración final

Gloriosísima Virgen, Reina de los Ángeles, Madre de Dios y de los Carmelitas, María Santísima, yo el más indigno de vuestros hijos acudo a vuestras plantas con el afecto que me inspira vuestro amante corazón y la confianza que me da en santo escapulario, prenda vuestra riquísima y señal de mi salvación, para presentaros las suplicas y afectos que mi corazón ha formado en este día en obsequio vuestro para más amaros y mejor serviros. Vos como Madre de Dios y dispensadora de todas las gracias del cielo, todo lo podéis, y como Madre amante y especial de los que visten vuestro santo escapulario, no os negareis a recibir mis pobres suplicas y alcanzarme el  remedio de mis necesidades, la gracia de que mi alma os ame y sirva cada día mas durante mi vida y después merezca ser ayudado de vos en la hora de mi muerte. 

Pídase  ahora con toda confianza la gracia que se desea alcanzar de la Virgen del Carmen

EJEMPLO 

Cerca de un siglo después que acontecio Montpeller el milagro de la Santa Cruz que hemos referido, algunos envidiosos del Orden carmelitano comenzaron en Cestería ciudad de Inglaterra, a contradecir a los religiosos Carmelitas un titulo tan honorifico diciendo que era solamente vanidad de elles llamarse hermanos de la Virgen Marla del Carmen; pero ella, que vela con solicitud por su Orden, castigó luego a los detractores porque acometidos de fieros accidentes con horribles retorcimientos, confesaban ser culpables y morían. Entonces el Abad de un Monasterio, para aplacar la ira de Dios y de la Virgen María, y para alcanzar la decisión de la controversia, ordenó que se hiciese una pública procesión a la cual acudiesen también los perseguidos religiosos del Carmen. Estos afligidos hijos de María acudieron, y al pasar por delante de una milagrosa estatua de María Santísima, que se veneraba en la Iglesia de Santa Verburga, de dicha ciudad, le hicieron una profunda inclinación, según Costumbre de la Orden, y la saludaron con el Avemaria. Pero ¡oh prodigio! Aquella estatua de María, como si hubiese estado animada, recibió cortésmente el saludo de ellos haciendo una inclinación de cabeza, y extendiendo la mano y el dedo hacia los mismos Carmelitas, dijo en alta voz, a presencia de todo el pueblo, por tres veces: "He aqui mis hermanos"  añadiendo la tercera vez: "queridos y predilectos: el que verá uno de ellos, verá uno de mis hermanos;" como si dijese a cada uno de los Carmelitas: tú eres mi hermano. Ved, pues, cómo la Emperatriz del Cielo ha elegido y declarado, de propia boca, por hermanos suyos carisimos a los religiosos del Carmen, y por consecuencia tamblén a los terciarios y cofrades que participan del mismo titulo, ya que la Virgen Santísima, al dar el santo Escapularlo a San Simón Stok, le llamó señal de su confraternidad. De esta manera quedó concluida la controversia, quedando los Carmelitas con el glorioso titulo de hermanos de la Virgen del Carmen. 

Obsequio. Invocar a menudo a la Virgen del Carmen llamándola con el dulce nombre de Madre.

Sentencia. Cuando murió mi madre, fui a una imagen de Nuestra Señora y supliqué que ella fuese mi Madre. Paréceme que me ha valido, porque conocidamente he hallado a esta Virgen Soberana en cuanto me he encomendado a ella.  
N. Seráfica Madre Santa Teresa de Jesús

Oremus.
Deus, qui Beatissimae semper virginis, et genitricis tuae Mariae singulari titulo Carmeli ordinem decorasti: concede propitius, ut cujus hodie commemorationem solemni celebramus officio, ejus muniti presidiis ad gaudia sempiterna pervenire mereamur. Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.

13 de Julio: Memoria Litúrgica de la Rosa Mística



La Rosa simboliza desde antiguo misterio. En la catacumba de San Calixto (siglo III) los cristianos dibujaron rosas como signo del paraíso. Cipriano de Cartago escribe que es signo del martirio.

En el siglo V ya la rosa era signo metafórico de la Virgen María. Edulio Caelio fue el primero en llamar a María ««rosa entre espinas»». Cuatro siglos después el monje Teofanes Graptos usa el mismo símil refiriéndose a la pureza de María y a la fragancia de su gracia.

Para Tertuliano y S. Ambrosio la raíz representa la genealogía de David; el brote es María y la flor, rosa, es Cristo. (Rosa de Sarón).

Desde el medioevo se refiere al texto de Isaías: ««saldrá un vástago del tronco de Jesé y un retoño de sus raíces brotará" como referente a María y Jesús. También, del libro de Sabiduría: "He crecido como una palma de Engadi como un rosal en Jericó". Como hemos visto la veneración a la Rosa Mística se remonta a los primeros siglos del cristianismo.

Vemos también en el himno “Akathistos Paraclisis” de las iglesias del Oriente, el cual es una especie de rosario cantado, la invocación: “María, Tú, Rosa Mística, de la cual salió Cristo como milagroso perfume.” Podemos ver también como en las Letanías Lauteranas (1587), en honor a la Santísima Virgen, ya traen el título de María Rosa Mística.

Desde el año 1738, en la diócesis de Speyer en Alemania, en el Santuario de Rosenberg, se venera la milagrosa imagen de la “Rosa Mística.” En el pedestal que sostiene a la imagen están pintadas tres rosas: una blanca, una roja y una dorada y en el halo luminoso que la rodea, se destacan tanto a la derecha como a la izquierda, 13 rosas doradas; lo cual nos puede hacer pensar en que la Virgen es honrada cada 13 de Julio como María Rosa Mística; ¿coincidencia? No mas bien providencia. La devoción a la Rosa Mística recibe su auge a partir de las apariciones en Montichiari, pero como hemos visto, ya estaba presente en la vida de la Iglesia. Era Mariana La Santísima Virgen María, de manera especial se ha manifestado a la humanidad y cada vez con mayor urgencia y frecuencia. El inicio de la Era Mariana, como se conoce esta época en que vivimos, tuvo lugar con la aparición de la Virgen en el 1830 a Santa Catalina Labouré a quien le reveló la Medalla Milagrosa, aparición en la que la Santísima Virgen regaló a la Iglesia el don de uno de los sacramentales marianos mas importantes. Desde ese momento, la Virgen Santísima una y otra vez ha venido a visitarnos con el propósito de ayudarnos, alertarnos y llevarnos a su Hijo.

En cada una de las apariciones que sucedieron a la Medalla Milagrosa: Lourdes, Pointman, Baneaux, Beaurang, La Salette, Fátima, vemos como la Virgen constantemente hace un llamado a la conversión, a la oración y a la penitencia.

El domingo 13 de julio de 1947, se apareció la Madre de Dios en Montichiari, Italia a Pierina Gilli. Vestía de blanco y en su pecho adornaban tres rosas, blanca, roja y dorada. 
Pierina le preguntó asombrada: “Por favor, dígame quien es usted”.

Con una dulce sonrisa la señora le contestó: 
“Soy la Madre de Jesús y madre de todos vosotros. Nuestro Señor me envió para implantar una nueva devoción Mariana en todos los institutos, tanto masculinos como femeninos, en las comunidades religiosas y en todos los sacerdotes.

Yo les prometo que si me veneran de esta manera especial, gozarán particularmente de mi protección, habrá un florecimiento de vocaciones religiosas. 

Deseo que el día 13 de cada mes se me consagre como día Mariano y los doce precedentes sirvan de preparación con oraciones especiales.”

Su rostro se iluminó con una inexplicable alegría y continuó: “En ese día derramaré sobreabundancia de gracias y santidad sobre quienes así me hubiesen honrado. Deseo que el 13 de julio de cada año sea dedicado en honor de Rosa Mística”.

Las tres rosas: La Virgen llorando le dijo: “oración, sacrificio y penitencia”.

El 1 de Junio 1947: Pierina reporta que tuvo una visión del infierno donde vió, en tres secciones diferentes, tres categorías de Religiosos, almas consagradas y Sacerdotes que correspondían a las tres espadas de la visión y a las tres intenciones por las que debía ofrecer sus oraciones y sacrificios. La Santa María Crucificada de la Rosa apareció junto con la Virgen quien tenía el mismo aspecto del que había tenido en la primera aparición, con las tres espadas clavadas en su corazón. La Santa le dijo que le dijera a la superiora que la Virgen fuera honrada en ese instituto religioso, formando entre las religiosas muchas rosas vivientes. Que haya en cada comunidad tres monjas que se ofrezcan como rosas místicas.

1- Rosa Blanca: espíritu de oración para reparar las ofensas que hacen a nuestro Señor las Religiosas que traicionan la vocación.

2- Rosa Roja: espíritu de sacrificio para reparar las ofensas que hacen a nuestro Señor las religiosas que viven en pecado mortal.

3- Rosa Amarillo-Oro: espíritu de inmolación total para reparar las ofensas que hacen a nuestro Señor los Sacerdotes Judas, y en particular por la santificación de los Sacerdotes.

PLEGARIA "ROSA MÍSTICA"

Oh María, Rosa Mística, Madre de Jesús y también Madre Nuestra. Tu eres Nuestra esperanza, fortaleza y consuelo. Danos desde el cielo, tu maternal bendición, el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo amen..

Dios Te Salve...

Virgen Inmaculada, Rosa Mística, en honor de tu divino hijo nos postramos delante de ti, implorando la misericordia de Dios. No por nuestros méritos sino por la bondad de tu corazón maternal, concédenos ayuda y gracia con la seguridad de escucharnos.

Dios Te salve...

Rosa Mística, Madre de Jesús, Reina del Santo Rosario y Madre de la iglesia del Cuerpo Místico de Cristo, te pedimos que concedas al mundo, rasgado por las discordias, la unidad y la paz y todas aquellas gracias que puedan cambiar los corazones de todos tus hijos.

Dios Te Salve...

Rosa Mística, Reina de los Apóstoles, has que alrededor de los altares eucarísticos, surjan muchas vocaciones sacerdotales y religiosas para difundir con la santidad de su vida y con celo apostólico el Reino de tu hijo Jesús por todo el mundo. Derrama ¡Oh Madre¡ sobre nosotros, tus gracias celestiales.

Dios Te Salve...

Rezamos una Salve.

Rosa Mística, ruega por nosotros.  

12 de julio: Memoria Litúrgica de los santos padres de Santa Teresita de Lisieux



San Luis Martin y Santa Celia Guérin, padres de Santa Teresita de Lisieux, fueron el primer matrimonio en ser canonizado en una misma ceremonia en la historia de la Iglesia.

“Los santos esposos (…) vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor; y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas Santa Teresa del Niño Jesús”, dijo el Papa Francisco el 18 de octubre del 2015 durante la Misa de canonización.

La familia, después de diecinueve años de matrimonio, ante la crisis económica que afligía a Francia, queriendo garantizar bienestar y futuro a sus hijos, halló la fuerza de dejar la ciudad francesa de Alençon y trasladarse a Lisieux.

Luis Martín trabajó como relojero y joyero, y Celia Guérin como pequeña empresaria de un taller de bordado. Junto con sus cinco hijas, emplearon tiempo y dinero en ayudar a quienes tenían necesidad.

Luis Martin nació en Burdeos (Francia) en 1823 y falleció en Arnières-sur-Iton (Francia) en 1894. Mientras que Maria Celia Guérin nació en San Saint-Denis-Sarthon (Francia) en 1831 y falleció en Alençon (Francia) en 1877.

Ambos fueron personas devotas desde muy jóvenes. Durante su juventud y antes de conocerse, María Celia quiso llevar una vida religiosa en el monasterio de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, mientras que Luis Martin sintió el mismo deseo de consagrar su vida a Dios y se dirigió al monasterio del Gran San Bernardo.

Ninguno fue aceptado puesto que Dios tenía otro plan para ellos.

Los jóvenes se conocieron y el entendimiento fue tan rápido que contrajeron matrimonio el 13 de julio de 1858, a solo tres meses de su primer encuentro.

Llevaron una vida matrimonial ejemplar: misa diaria, oración personal y comunitaria, confesión frecuente, participación en la vida parroquial.

De su unión nacieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron prematuramente.

Entre las cinco hijas que sobrevivieron estaba Santa Teresita, la futura santa patrona de las misiones, que es una fuente preciosa para comprender la santidad de sus padres: educaban a sus hijas para ser buenas cristianas y ciudadanas honradas.

Al morir su esposa Celia en 1877, Luis se encontró solo para sacar adelante a su familia y sus hijas pequeñas. Se trasladó a Lisieux, donde residía el hermano de Celia; de este modo la tía Celina pudo cuidar de las hijas.

Entre 1882 y 1887 Luis acompañó a tres de sus hijas al Carmelo. El sacrificio mayor fue separarse de Teresa, que entró en el Carmelo a los 15 años e iniciaría su camino a la santidad.

Oración a los santos padres 
de santa Teresita del Niño Jesús

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a Celia Guerin. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Tí y aceptaron   generosamente tu voluntad.
 
Señor, danos a conocer tus designios respecto a ellos y concédeme la gracia que te pido con la esperanza de que el padre y la madre de Santa Teresita del Niño Jesús puedan, un día, ser propuestos por la Iglesia como ejemplo a las familias de nuestro tiempo. Amén.

12 de Julio: Memoria Litúrgica de santa Verónica



Santa Verónica fue la mujer que tuvo un gesto misericordioso con Cristo durante su camino al Monte Calvario al enjugar su rostro lleno de sangre y sudor con un velo que pasó a la historia como reliquia por llevar impreso las facciones del Mesías.

Este velo, lienzo o paño es conocido mundialmente como “Santa Faz” o “Velo de la Verónica” y es una de las reliquias más importantes del cristianismo puesto que se considera como una verdadera imagen de Cristo.

El nombre Verónica apareció por primera vez en el documento apócrifo “Las Actas de Pilatos” y procede del latín “vera icon (o verdadero ícono)”, siendo la imagen o reliquia de este tipo más antigua y conocida. Otra reliquia importante similar a esta es la Sábana Santa de Turín.

“Verónica” también podría ser una variación del nombre macedonio Berenice que data del siglo IV y que quiere decir “la que lleva a la victoria”. Este último nombre está vinculado al de la hemorroísa de los evangelios sinópticos que fue curada milagrosamente por Jesús.

Según la tradición, Santa Verónica fue una mujer piadosa que vivió en Jerusalén y que tras la Pasión del Señor se dirigió a Roma llevando consigo el velo, que posteriormente fue expuesto para la veneración pública. Su acto ejemplar se recuerda hoy en la sexta estación del Vía Crucis.

Una de las varias tradiciones explica que Santa Verónica llegó a Italia ante el emperador romano Tiberio, y lo curó tras hacerle tocar esta sagrada imagen. A partir de este evento, permaneció en la capital del imperio en la misma época que los apóstoles San Pedro y San Pablo. Al morir, dejó la imagen al Papa Clemente I.

Con motivo del primer año santo de la historia, en el 1300, el Velo de la Verónica se convirtió en una de las “Mirabilia urbis” (maravillas de la ciudad de Roma) para los peregrinos que visitaron la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Las huellas del Velo de la Verónica se perdieron en los años sucesivos al Año Santo 1600, hasta que fue hallado en la Iglesia de la Santa Faz de Manopello. El Papa Benedicto XVI fue el primer pontífice en visitarlo en septiembre de 2006.

Oración a Santa Verónica y el Divino Rostro

Señor, Dios nuestro, que hiciste admirable
por las señales de la pasión de tu Hijo
a tu virgen Santa Verónica;
haz que, por su intercesión y ejemplo,
aceptemos humildemente la cruz de Cristo
para llegar a la gloria de su resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.