> SoydelaVirgen : 09/16/20

--------------------------------------------- San Martin de Tours y La Virgen de los Buenos Aires / La Inmaculada Concepción y San Ponciano | Patronos de la Ciudad de Buenos Aires / Patronos de la Ciudad de La Plata -----------------------

MES DE SEPTIEMBRE: 16° Día de la Mes de la Virgen de los Dolores

 


MES DE SEPTIEMBRE CONSAGRADO A LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA

ORACIÓN DE PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios y Señor mío, que por el hombre ingrato os hicisteis también hombre, sin dejar por eso la divinidad, y os sujetasteis a las miserias que consigo lleva tal condición; a vuestros pies se postran la más inferior de todas vuestras criaturas y la más ingrata a vuestras misericordias, trayendo sujetas las potencias del alma con las cadenas fuertes del amor, y los sentidos del cuerpo con las prisiones estrechísimas de la más pronta voluntad, para rendirlos y consagrarlos desde hoy a vuestro santo servicio. Bien conozco, dueño mío, que merezco sin duda alguna ser arrojado de vuestra soberana presencia por mis repetidas culpas y continuos pecados, sepultándome vuestra justicia en lo profundo del abismo en castigo de ellos; más la rectitud de mi intención, y el noble objeto que me coloca ante vos en este afortunado momento, estoy seguro, mi buen Dios, Dios de mi alma, suavizará el rigor de vuestra indignación, y me hará digno de llamaros sin rubor.... Padre de misericordia.

No es esta otra más que el implorar los auxilios de vuestra gracia y los dones de vuestra bondad para que, derramados sobre el corazón del más indigno siervo de vuestra Madre, que atraído por su amor y dulcemente enajenado por su fineza viene a pedir esta merced, reflexione y contemple debidamente sus amargos dolores, y causarla de esta manera algún alivio en cuanto sea susceptible con esta ocupación y la seria meditación de mis culpas. Concededme, Señor, lo que os pido por la intercesión de vuestra Madre, a quien tanto amáis. Y vos, purísima Virgen y afligidísima Reina mía, interponed vuestra mediación para que vuestro siervo consiga lo que pide. Yo, amantísima Madre de mi corazón, lo tengo por seguro de vuestra clemencia; porque sé que todo el que os venera alcanzará lo que suplica, y. aunque este en la tribulación se librará de ella, pues no tenéis corazón para deleitaros en nuestras desgracias, y disfrutáis de tanto poder en el cielo que tenéis el primado en toda nación y pueblo ¡Feliz mil veces acierto a conseguir vuestras gracias para emplearme en tan laudable ejercicio! Derramad, Señora, sobre mí vuestras soberanas bendiciones; muévase mi alma a sentimiento en la consideración de vuestros santísimos dolores; inflamese mi voluntad para amaros cada vez más. Entonces sí que os podré decir: "Oh Señora, yo soy tu siervo" Consiga yo, en fin, cuanto os pido, siendo para mayor honra de Dios y gloria vuestra, como lo espero, consiguiendo seguro la salvación de mi alma. Amén.

DÍA XVI

Se ha finalizado el juicio que los inicuos han formado contra vuestro querido Hijo. Echaron ya el falló a su causa, y le condenaron a muerte... ¡O juicio sin justicia! ¡O injusto juicio! Pero Señora mía, hoy que veo delante de mis ojos un proceder tan descaminado, quiero recordar a mi alma, en los sentimientos propósitos que he de formar en este día, a diferencia con que el supremo Juez ha de proceder en el juicio en que ha de residenciar a todos los mortales en el día formidable de la cuenta ... ¡Ah! ¡Qué día aquel tan terrible! ¡Qué signos tan espantosos han de anunciar su aproximación!...

¡Qué temor producirá en los malos la vista sola del Señor! ¡Se acabaron ya los delitos, dirán, se finalizaron nuestras pasiones, y ahora a la faz de todo el mundo van a ser publicadas para su castigo! ¡Qué vergüenza, alma mía, le causará al deshonesto el oír que sus obscenidades se van a publicar, y a ser sabidas de todos los que antes las ignoraban! ¡Qué confusión para el murmurador, para el ambicioso, para el vengativo y para el cristiano impío y desmoralizado el ver que sus delitos se hacen patentes y sabidos aun de aquellos que en el mundo les tenían por buenos y mortificados! Pero todo esto será más llevadero, que el escuchar la sentencia que Dios ha de pronunciar después de justificadas las iniquidades: "Id, les dirá, id, malditos, al fuego eterno, que os está preparado desde la eternidad; porque me visteis hambriento y no me disteis de comer, sediento y no me disteis de beber, desnudo y no me vestisteis." ¡O Dios mío! ¿Quién oirá tales palabras sin estremecerse y aterrarse? Entonces gemirán y clamarán: "¿Cuándo te vimos hambriento y no te dimos de comer cuándo sediento y no te dimos de beber cuándo desnudo y no te vestimos? No lo hicisteis, les responderá el Señor, con los pobrecitos y desvalidos, que eran mis semejantes. Id sin réplica a los abismos, apartaos de mí por toda la eternidad." "Caed, montes y collados, sobre nosotros, gritarán, y sepultadnos en vuestras ruinas.

¿Para qué, Dios mío nos criaste? ¿Por qué no nos ocupó la muerte en el vientre
de nuestra madre? ¿Por qué no perecimos antes de nacer? ¿Por qué nos recibieron en el regazo? ¿Por qué nos alimentaron con su leche? ¡Ojalá que nada de esto nos hubiera sucedido, y no os hubierais acordado de criarnos para venir a este fin! Mas nadie nos tiene la culpa nosotros mismos nos hicimos reos de condenación eterna, pues sabiendo los preceptos del Altísimo los hemos menospreciado. Tú eres justo, Señor, tu juicio recto "Alma mía ¿qué te llenas de pavor y confusión al ver el fin de los malos en el juicio de Dios? ¿Te afliges y estremeces al considerar que sin remedio te has de hallar en él y ser juzgada? ¿Te consternas sobremanera solo con su memoria? Pues no... no temas, alma mía, no te acobardes, cuando ahora tienes tiempo de prevenirte Allí te pedirán cuenta de la sangre, de los tormentos, de la Pasión de Jesucristo, de los dolores, aflicciones y penas de su Santísima Madre tan menospreciados por tus pecados Allí te pedirán cuenta de las inspiraciones, de los llamamientos de la gracia, de los avisos que Dios te ha dado, de la paciencia con que te ha sufrido, y del fruto de los santos Sacramentos que tan descubiertamente has profanado Y bien, ¿por qué has de dudar tanto de su buen éxito, cuando ahora sabes lo que tienes que hacer? Una vida santa, recogida, arreglada y compungida será la que te ahorrará después todos los temores y confusiones.

La penitencia, si caíste en algún pecado, te restituirá a la reconciliación, sin que jamás te dejes sorprender de la desesperación o desconfianza. Si así lo haces no te dé cuidado alguno, porque, aunque tus culpas hayan sido escritas en el libro de la cuenta, serán borradas por tu arrepentimiento y dolor, fundado en los méritos de Jesucristo Prométeselo así hoy a tu Madre dolorosa, dala una firme palabra, y procura cumplirla, para que después del juicio del Señor, pases a disfrutar sus caricias estando en su compañía.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.

¿Por qué, o Dios mío, no he de daros las más humildes gracias, cuando en esta breve consideración os habéis dignado comunicar a mi alma los importantísimos conocimientos de unas verdades que tan olvidadas y menospreciadas tenía por mi abandono y necedad? ¿Por qué no he de concluir este saludable ejercicio rindiéndoos las más profundas alabanzas, cuando en él siento haberse encendido en mi corazón la llama del amor divino, que tan amortiguada es taba por un necio desvarío y por una fatal corrupción de mi entendimiento? Y pues que vos, que sois la verdad infalible y el verdadero camino que conduce a la patria celestial, habéis tenido a bien de comunicar a mi alma los efectos propios de vuestro amor, con los que puedo distinguir lo cierto é indudable que me sea útil a la salvación, y lo falso y mentiroso que me precipitará a mi perdición, por tanto, Señor, quiero aprovecharme desde este momento de tan divinas instrucciones, para caminar con libertad y seguridad entre tantos estorbos y peligros como me presenta este mundo miserable, y de este modo llegar más pronto a unirme con vos. Consígalo así, Virgen Santísima, para vivir compadeciéndome de vuestros dolores y aflicciones, y cumpliendo la promesa que os hice de ser siervo vuestro. Esta sea mi ocupación, estos mis desvelos y cuidados en este valle de lágrimas, porque así después disfrute en la celestial Jerusalén de vuestra compañía, en unión de tantos fieles Servitas que recibieron ya el premio de vuestros servicios, reinando a vuestro lado por los siglos de los siglos. Amén.

16 de Septiembre: Segundo Día de la Novena a Nuestra Señora de La Merced

 

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis 
castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

Oración inicial para todos los días

¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrados, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.

Oración para el segundo día

Rey soberano, Padre de Misericordia y Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara de Moisés diste a conocer al Faraón la eficacia de tu Divino Poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de aquel perverso corazón y consiguió la libertad tu pueblo escogido; humildemente te rogamos, por la intercesión de la virgen Santísima de la Merced, refrenes mis pasiones y ablandes la dureza de mi pobre corazón, para que, logrando con tu gracia quebrantar las cadenas de mis culpas, me vea libre de la esclavitud del pecado; y concediéndome la merced de tu caridad y justicia, me des también el don de la perseverancia final, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.

(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

Salutaciones

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

Oración final

Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

16 de Septiembre: Memoria Litúrgica de los santos Cornelio, obispo y Cipriano, papa

 


Cada 16 de septiembre la Iglesia celebra al Papa San Cornelio (c.180-253) y al Obispo San Cipriano (c. 200-258), dos amigos en el Señor que se opusieron a las herejías y errores de los cristianos de su tiempo, y que entregaron sus vidas en el martirio.

Cornelio -cuyo nombre significa “fuerte como un cuerno”- fue el vigésimo primer papa de la Iglesia Católica. Afrontó con firmeza la herejía de Novaciano, quien proclamaba que la Iglesia no tenía poder para perdonar pecados y, por lo tanto, no podía acoger de nuevo a quienes habían cometido el pecado de apostasía. A causa de las crueles persecuciones, muchos cristianos abandonaron la fe o la apostataron por miedo a morir. Sin embargo, no eran pocos los que reconocían su falta y pedían ser admitidos de nuevo en el seno de la comunidad cristiana. El Papa Cornelio se opuso a la herejía de Novaciano, sosteniendo que Dios no negaba a nadie su perdón.

Entre quienes apoyaron al Papa Cornelio se encontraba San Cipriano -obispo con quien guardaba una amistad- que respaldó su postura contra Novaciano.

Lamentablemente, San Cornelio no sólo tuvo que sufrir por esta causa. Eran tiempos de la sangrienta persecución organizada por el emperador Decio. El Papa Cornelio fue enviado al destierro y murió decapitado en el año 253.

Cipriano, Obispo de Cartago, por su parte, sufrió también la persecución de Decio y después la del emperador Valeriano. Fue condenado a muerte por negarse a ofrecer sacrificios a los dioses y por resistirse a la prohibición de celebrar la Eucaristía y administrar sacramentos. Él, al oír su sentencia, exclamó: “Gracias sean dadas a Dios”. Fue decapitado en septiembre del año 258.

Los dos amigos, unidos en Cristo y en la misión pastoral que Él les encomendó, padecieron por causa de la fe, dejando un testimonio de fidelidad a la Verdad, sellado con su propia sangre.