DIA X
Por la señal de la santa cruz. Señal de la Cruz.
Oración inicial
Madre mía amantísima del Carmen, aquí vengo a vuestra presencia con el más profundo respeto y veneración a ofreceros el ejercicio de este día, que consagro a vos por haberme admitido, a mí, el más miserable de los hombres, entre vuestros hijos predilectos los Carmelitas, para favorecerme con vuestra especial protección y amor. Yo os doy miles de gracias por ello, Madre mía, y os suplico que iluminéis mi entendimiento e inflaméis los efectos de mi corazón, para hacer con verdadero fruto este ejercicio, a fin de que merezca ser recibido por vos como un obsequio de vuestro hijo. Amén.
Aparición y promesa de la Virgen del Carmen a San Pedro Tomás
I
Una de las gracias más grandes y menos conocida que la Virgen Santísima ha hecho a su predilecta Orden carmelitana, es la revelación y promesa que la misma hizo a San Pedro Tomás.
Este santo Carmelita, Patriarca de Constantinopla y Legado de los Pontifices y Emperadores, tenia un amor grande a su religión y una devoción ardentisima a su Patrona y Madre especial, la Virgen María del Carmen.
Pasaba las noches en oración y con fervorosos suspiros pedía a su amantísima Madre por la conservación y aumento de aquella Orden que tan graciosamente había querido distinguir con su especial protección y amparo. Una noche, que era la de Pentecostés, encendido con nuevos fervores y rogando con más instancia y más suspiros a la Virgen del Carmen Madre, a quien confiaba todas sus penas, se le apareció la Santísima Virgen y le consoló con estas dulces palabras: Confia, Pedro, que la religión de los Carmelitas durará hasta el fin del mundo, pues ya lo alcanzó de mi Hijo, Elías su institutor en el monte Tabor. ¡Qué consuelo tan grande para aquel Carmelita tan amante de su religión! iY qué gracia tan singular hecha a esta Orden de María!
Esta gracia, aunque dice María que Elías, fundador de la Orden, la alcanzó de su Hijo en el Tabor, cuando la Transfiguración del Señor, no cabe duda de que fué concedida por los méritos y para gloria de María, pues no quiso Dios que siendo esta orden obra de su Madre, concluyese como las demás, y concediéndole la gracia de su duración perpetua, le daba a su Madre una gloria perenne en la tierra, haciendo que haya siempre Carmelitas que le den gloria y honor. De suerte que es gracia de María, aunque procediese de Dios, porque sus méritos y su amor a la Orden movieron a la Misericordia Divina; por eso se encarga ella misma de anunciarla a los Carmelitas,como privilegio alcanzado por ella para su familia.
¿ No es esta una como gloria bien singular y extraordinaria de la Orden Carmelitana? ¿No es este un nuevo prodigio del amor entrañable que María tiene á los Carmelitas? ,¿Quién puede gloriarse con semejante favor? Sólo la Orden del Carmen, que tiene la especial protección y amor de María unirá en los últimos días las alabanzas y le tributa en la tierra las eternas misericordias que le cantará en el cielo.
II
Aqui tienes, alma mia, un nuevo motivo que te obliga a dar gracias a tu amantisima Madre, que no cesa de conceder privilegios y favores a su amada religión del Carmen; aprende aqui, a ejemplo de este Santo Carmelita, a acudir con fervor y constancia a la Virgen del Carmen en todas tus necesidades con el afecto de un verdadero hijo, a depositar en ella todas las penas de tu corazón, y a pedirle que conserve y aumente esta sagrada religión del Carmen, de la que eres miembro, que tanta gloria le da en la tierra; que toque los corazones de los fieles para que vistan su santo Escapulario, entren en su hermandad y filiación, y se aumente asi el número de sus hijos. Y si alcanzó para su Orden la gracia de su duración perpetua, también alcanzará para ti de su Hijo, esta buena Madre, si acudes a Ella con fervor, la posesión eterna de la gloria, que es nuestro fin principal y el último al que deben dirigirse todas nuestras acciones; porque una cosa sola es necesaria, la salvación del alma; y esta salvación, esta posesión eterna de la gloria nadie te la alcanzará mejor que María, porque ninguna gracia, dice San Bernardo, viene del Cielo, si no pasa por las manos de María: de aquí que nadie puede entrar en la gloria, según San Buenaventura, si no es por la ayuda de María, porque ella dispensa con propias manos todos los dones, virtudes y gracias a quienes quiere, cuando quiere y como quiere.
Acude, pues, a esta santísima Madre, y no te olvides de pedirle por el aumento y conservación de esta religión, de cuya gloria y de cuyos méritos participas, para que perpetuamente sea Ella glorificada en la tierra por sus hijos los Carmelitas, en quienes halla su corazón todas sus complacencias. Pero no basta la oración; debes trabajar cuanto esté de tu parte para que otros gocen de tanto bien como es la filiación de María, y con ello será tu Madre más glorificada.
Oración final
Gloriosísima Virgen, Reina de los Ángeles, Madre de Dios y de los Carmelitas, María Santísima, yo el más indigno de vuestros hijos acudo a vuestras plantas con el afecto que me inspira vuestro amante corazón y la confianza que me da en santo escapulario, prenda vuestra riquísima y señal de mi salvación, para presentaros las suplicas y afectos que mi corazón ha formado en este día en obsequio vuestro para más amaros y mejor serviros. Vos como Madre de Dios y dispensadora de todas las gracias del cielo, todo lo podéis, y como Madre amante y especial de los que visten vuestro santo escapulario, no os negareis a recibir mis pobres suplicas y alcanzarme el remedio de mis necesidades, la gracia de que mi alma os ame y sirva cada día mas durante mi vida y después merezca ser ayudado de vos en la hora de mi muerte.
Pídase ahora con toda confianza la gracia que se desea alcanzar de la Virgen del Carmen.
EJEMPLO
Vivia en Medina del Campo el Venerable Francisco Yepes, hermano de Nuestro Padre San Juan de la Cruz y terciario de Nuestra Señora del Carmen, y habiendo sido llamado con mucha prisa en una ocasión, al salir se olvidó del santo Escapulario. Estaba cerca de Olmedo, cuando al ir a acostarse advirtio que le faltaba el Escapulario, y afligido grandemente, pidió perdón a la Virgen de su inadvertencia.
Cansado del viaje se durmió, al despertar la mañana siguiente, halló cerca de si el santo Escapulario, y admirado y dirigiendose a la Virgen la dijo: "¿Qué es es esto, Señora, que en lugar del castigo que merece mi negligencia me habéis hecho un tal favor? Yo, hijo, le respondió amorosamente la Virgen, lo he traído de Medina donde sin acordarte lo has dejado.
En otra ocasión, al despojarse el mismo Venerable Francisco Yepes, se le rasgó el Escapulario de tal manera, que quedó hecho dos pedazos. Afligido, por no tener entonces con qué componerlo, asi roto se lo colgó en cuello y se durmió. Al despertar el día siguiente, encontró el Escapulario cosido y arreglado, y para que no dudase que era María su Madre quien habia hecho un oficio tan caritativo con él, le dijo la misma Virgen: " Yo, hijo, lo he cosido y arreglado. Procura que muchos le vistan, que por el placer que me dan los que le visten y guardan con devoción, yo a estos tales les premiaré a su tiempo." Sirvieron estas palabras para enseñarle y enfervorizarle para nunca dejar esta Insignia de María y para enseñarnos a nosotros el placer que tiene la Madre de Dios de que vistan su santo Escapulario del Carmen, y se aumente por nuestra solicitud y trabajo el número de sus devotos.
Obsequio. Procurar inducir A algunos a que vistan el santo Escapulario del Carmen, conforme a los deseos de María nuestra buena Madre.
Sentencia. El que sirve a esta Reina está seguro de conseguir el Paraíso, como si estuviera en él. (Guerrico Abad.)
Oremus.
Deus, qui Beatissimae semper virginis, et genitricis tuae Mariae singulari titulo Carmeli ordinem decorasti: concede propitius, ut cujus hodie commemorationem solemni celebramus officio, ejus muniti presidiis ad gaudia sempiterna pervenire mereamur. Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.