El nombre de Miguel (en hebreo, "¿quién es como Dios?") recuerda la batalla que se libró en el cielo entre el arcángel "príncipe de la milicia celestial" y el demonio. En la gigantesca lucha entre el bien y el mal, que continúa en la tierra, le corresponde a San Miguel ayudarnos y librarnos. La Iglesia invoca a San Miguel como su defensor.
Dios a veces usa como Mensajeros a aquellos que siempre están con Él como espíritus. Los que anuncian noticias de menor importancia se llaman ángeles; los encargados de entregar mensajes más importantes se llaman arcángeles.
Por eso es que a la Virgen María no se le envió un ángel común, sino al arcángel Gabriel. Pues para la entrega de este mensaje, el más sublime de todos, era apropiado que se enviara al ángel más alto. Sus nombres individuales también se dan para indicar el tipo de ministerio en el que cada uno es poderoso.
Siempre que se debe realizar alguna misión que requiere de un gran poder, aparece San Miguel. A partir de sus acciones y su nombre, debemos entender que nadie puede hacer lo que solo Dios tiene el poder de hacer. De ahí que el viejo enemigo, que por orgullo aspiraba a ser como Dios diciendo: "Al cielo subiré; sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono; subiré a las alturas de las nubes; seré como el Altísimo" (Is. 14: 13-14), en la consumación del mundo, cuando será dejado como presa de su propia vanidad en el castigo eterno, se nos presenta como a punto de entrar en combate con Miguel el Arcángel, según las palabras de San Juan: "Y se hizo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón" (Apoc. 12: 7). De manera similar, Gabriel, cuyo nombre significa Fuerza de Dios, fue enviado a la Virgen María para anunciar la venida de Aquel que, aunque se dignó asumir la apariencia de humildad, llegaría para vencer a los espíritus etéreos. El nombre de Rafael se interpreta como Medicina de Dios, porque tocó los ojos de Tobías para sanarlos y disipó la oscuridad de su ceguera.
San Miguel es uno de los principales ángeles; su nombre se encuentra cuatro veces en la Escritura:
(1) Daniel 10,13-21: Gabriel le dice a Daniel, cuando él le pide a Dios que le permita a los judíos volver a Jerusalén: "El Ángel (B.D., príncipe) del Reino de Persia me ha hecho resistencia… pero Miguel, uno de los Primeros Príncipes, ha venido en mi ayuda… Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro Príncipe.”
(2) Daniel 12: el Ángel, hablando del fin del mundo y del Anticristo dice: “En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo."
(3) En la epístola católica de San Judas 1,9: “En cambio el arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, etc.” San Judas alude a la antigua tradición judía de una disputa entre San Miguel y Satanás sobre el cuerpo de Moisés, un relato de lo cual también se puede encontrar en el libro apócrifo de la asunción de Moisés (Orígenes, "De principiis", III.2.2). San Miguel escondió la tumba de Moisés; sin embargo Satanás al destaparla, trató de seducir al pueblo judío al pecado del culto a los héroes. San Miguel también custodia el cuerpo de Eva, de acuerdo a la “Revelación de Moisés” (“Evangelios Apócrifos”, etc., ed. A. Walker, Edimburgo, p.647).
(4) Apocalipsis 12,7: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón.” San Juan habla del gran conflicto al final de los tiempos, que refleja también la batalla en el cielo al principio de los tiempos. De acuerdo a los Padres a menudo hay controversia sobre San Miguel en la Escritura donde no se menciona su nombre. Dicen que él era el querubín que estuvo en la puerta delparaíso, “para guardar el camino del árbol de la vida” (Gén. 3,24), el ángel a través de quien Dios publicó el Decálogo para su pueblo escogido, el ángel que se puso en el camino para estorbarle a Balaam (Núm. 22,22 ss.), el ángel que puso en fuga al ejército de Senaquerib (2 Ry. 19,35).
Según estos pasajes bíblicos, la tradición cristiana le da a San Miguel cuatro oficios:
• Pelear contra Satanás.
• Rescatar las almas de los fieles del poder del enemigo, especialmente a la hora de la muerte.
• Ser el campeón del pueblo de Dios: los judíos en la antigua Ley, los cristianos en el Nuevo Testamento; por lo tanto él era el patrón de la Iglesia, y de la orden de caballeros durante la Edad Media.
• Llamar de la tierra y traer las almas de los hombres a juicio (signifer S. Michael repraesent et eas in lucam sanctam, Offert. Miss Defunct. "Constituit eum principem super animas suscipiendas", Antiph. off. Cf. El Pastor de Hermas, III, Simil. 7, 3).
Oración a san Miguel Arcángel
del Papa León XIII
En octubre 13, 1884, el Papa León XIII, experimentó una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de pronto se detuvo al pie del altar y quedó sumido en una realidad que solo él veía. Su rostro tenía expresión de horror y de impacto. Se fue palideciendo. Algo muy duro había visto. De repente, se incorporó, levantó su mano como saludando y se fue a su estudio privado. Lo siguieron y le preguntaron: ¿Qué le sucede su Santidad? ¿Se siente mal?
Él respondió: "¡Oh, qué imágenes tan terribles se me ha permitido ver y escuchar!", y se encerró en su oficina.
"Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar a todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder".
León XIII pudo comprender que, si el demonio no lograba cumplir su propósito, sufriría una derrota humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno.
Después de media hora, León XIII hizo llamar al Secretario de la Congregación para los Ritos y, entregando a este una hoja, que contenía la oración por él escrita, le ordenaba hacerla imprimir y enviarla a todos los obispos del mundo.
Oración a san Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
En la Santa Misa Tridentina se reza esta oración al finalizar a los pies del altar, junto con tres avemarías, la Salve y la jaculatoria: "Corazón Sacratísimo de Jesús, ten misericordia de nosotros".
En la Novus Ordo algunos institutos e Iglesias que conservan la tradición de la Iglesia Católica, la siguen rezando también al finalizar la Santa Misa antes de despedir al pueblo.
El Papa Francisco en el año 2018 promovió que se rezará al final del Santo Rosario junto con el Sub tuum praesidum (Bajo tu amparo), durante el Mes de Octubre.
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