El mes de agosto está dedicado a Dios Padre, a quien no se dedica una fiesta durante el año litúrgico.
Fue a través de la madre Eugenia Elisabetta Ravasio (1907-1990) que el Padre solicitó el establecimiento de una fiesta en su honor. En este mes deberíamos dirigirnos a Dios Padre renovando la voluntad de confiarse por completo a Él, consagrándose a Su voluntad e invocando la Gracia para uno mismo y para los que se aman.
También el mes de agosto está dedicado al Corazón Inmaculado de la Virgen Maria.
Esta devoción proviene de la anterior fecha en que se celebraba al Corazón de la Virgen (22 de agosto), antigua Octava de la Asunción.
Con la Reforma Litúrgica del Concilio Vaticano II, esta festividad se traslado al sábado siguiente a la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, marcan así una relación intrínseca entre los corazones del Hijo y el de la Madre.
Supliquemos en este Mes de Agosto la bendición de Dios Padre y que siempre podamos encontrar refugio seguro en la Corazón Inmaculado de la Virgen María.
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