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MES DE SEPTIEMBRE: 6° Día de la Mes de la Virgen de los Dolores

 


MES DE SEPTIEMBRE CONSAGRADO A LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA

ORACIÓN DE PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios y Señor mío, que por el hombre ingrato os hicisteis también hombre, sin dejar por eso la divinidad, y os sujetasteis a las miserias que consigo lleva tal condición; a vuestros pies se postran la más inferior de todas vuestras criaturas y la más ingrata a vuestras misericordias, trayendo sujetas las potencias del alma con las cadenas fuertes del amor, y los sentidos del cuerpo con las prisiones estrechísimas de la más pronta voluntad, para rendirlos y consagrarlos desde hoy a vuestro santo servicio. Bien conozco, dueño mío, que merezco sin duda alguna ser arrojado de vuestra soberana presencia por mis repetidas culpas y continuos pecados, sepultándome vuestra justicia en lo profundo del abismo en castigo de ellos; más la rectitud de mi intención, y el noble objeto que me coloca ante vos en este afortunado momento, estoy seguro, mi buen Dios, Dios de mi alma, suavizará el rigor de vuestra indignación, y me hará digno de llamaros sin rubor.... Padre de misericordia.

No es esta otra más que el implorar los auxilios de vuestra gracia y los dones de vuestra bondad para que, derramados sobre el corazón del más indigno siervo de vuestra Madre, que atraído por su amor y dulcemente enajenado por su fineza viene a pedir esta merced, reflexione y contemple debidamente sus amargos dolores, y causarla de esta manera algún alivio en cuanto sea susceptible con esta ocupación y la seria meditación de mis culpas. Concededme, Señor, lo que os pido por la intercesión de vuestra Madre, a quien tanto amáis. Y vos, purísima Virgen y afligidísima Reina mía, interponed vuestra mediación para que vuestro siervo consiga lo que pide. Yo, amantísima Madre de mi corazón, lo tengo por seguro de vuestra clemencia; porque sé que todo el que os venera alcanzará lo que suplica, y. aunque este en la tribulación se librará de ella, pues no tenéis corazón para deleitaros en nuestras desgracias, y disfrutáis de tanto poder en el cielo que tenéis el primado en toda nación y pueblo ¡Feliz mil veces acierto a conseguir vuestras gracias para emplearme en tan laudable ejercicio! Derramad, Señora, sobre mí vuestras soberanas bendiciones; muévase mi alma a sentimiento en la consideración de vuestros santísimos dolores; inflamese mi voluntad para amaros cada vez más. Entonces sí que os podré decir: "Oh Señora, yo soy tu siervo" Consiga yo, en fin, cuanto os pido, siendo para mayor honra de Dios y gloria vuestra, como lo espero, consiguiendo seguro la salvación de mi alma. Amén.

DÍA VI

Muy bien sabia, tristísima Señora, el Cielo a quién confiaba su tesoro. Tenía por seguro que, como era de infinito valor, se debía confiar a un cuidadoso y solícito custodio; y como conocía que ninguno mejor que vos lo sería, por lo mismo le depositó en vuestras manos Gran dignidad, pero muy dificultosa empresa para una criatura que no esté prevenida con las bendiciones de la celestial dulzura. Solo a vos ¡o María! se debió hacer tal entrega solo vuestro corazón podía responder de empresa tan soberana; y la cumplís con tal exactitud, que sois el dechado y modelo más perfecto. De vos, cuidadosísima Reina, podemos aprender a cumplir con las obligaciones a que Dios nos ha destinado En vos se halla descubierto nuestro vergonzoso olvido, o, mejor dicho, nuestro total abandono... Vuestras lecciones confunden cada vez más nuestra ignorancia pecaminosa y criminal ¡Por desgracia no vemos otra cosa en los días tan calamitosos en que vivimos, más que un olvido y abandono total de nuestras respectivas obligaciones! ¿Y qué nos hemos de prometer...? qué hemos de esperar de tan funesto proceder?

Lo dice el Salmista: "que el que declina en sus obligaciones será contado en el número de los inicuos.'' Sí, padres de familias; sí , amos y superiores del mundo, que tan poco celáis a vuestros hijos y domésticos , que los veis vivir sin sujeción, al gusto de su desenfreno y al arbitrio de su voluntad, sin amonestarles, sin castigarlos para que se enmienden en lo sucesivo; que los veis asociarse con malas compañías y faltar continuamente a sus respectivos deberes, criándose unos holgazanes y vagamundos, siendo después vuestro oprobio y el de la república, que no les tratáis como debéis, porque vosotros también vivís como no debíais, dándoles escándalo con vuestras desazones y quimeras frecuentes, y con vuestros desarreglos y palabras poco cautas y decentes seréis juzgados con los inicuos y condenados por toda la eternidad, y tendréis que sufrir las maldiciones que os echen en los infiernos cuando se vean condenados también por culpa y descuido vuestro Sí, hijos y súbditos que tan poco caso hacéis de aprovechar el tiempo, de respetar y obedecer a vuestros padres y superiores, de estar sujetos a lo que os mandan por vuestro bien , y de procurar dar pruebas de lo que sois aquí mismo, en este mundo serviréis de escarmiento a los demás, como otros muchos que finalizan su vida en afrentosos patíbulos, o sufren el insoportable peso de los grillos y cadenas, haciendo desgraciada su existencia; y en el otro recibiréis el castigo con los perversos, y sin fin Sí, por último, cristianos todos que tan descuidados sois en el cumplimiento de vuestras obligaciones, que tan poco caso hacéis de que Dios sea en ellas glorificado, y de lo mucho que podíais ganar para vuestras almas en ellas, como sería si, en ese trabajo en que le fatigas y sudas, o en ese destino en que padeces tantas incomodidades, lo sufrieses con paciencia y lo ofrecieses al Señor, para demostrar que cumplías aquí con tus deberes, y que esperabas la eterna retribución por ellos; y que finalmente, vosotros mismos conocéis los daños que os causa vuestra negligencia.....  seréis reputados con los mayores pecadores del mundo.

 Pero yo, Madre mía dulcísima, yo de mi parte y en nombre de todos los que oyeren o leyeren estas reconvenciones que les hago originadas de la reflexión, que he formado en este día, acerca del cuidado y diligencia que tuvisteis de vuestro santísimo Hijo, por cuyo bien tantas penas y aflicciones acometían á vuestro corazón yo, Señora , prometo la enmienda en cuanto hubiere faltado hasta aquí, y estimulado con vuestro ejemplo, pondré en adelante el cuidado más grande por ser fiel en el desempeño de mis deberes Así, Virgen dolorosísima, me haré envidiable a todo el mundo, admirable a cuantos no lo hagan; así seré el decoro de la sociedad, contribuiré a su bienestar y espléndido
acrecentamiento, los que me conozcan me juzgarán como vuestro verdadero siervo, y vuestras delicias y las de mi Dios serán ponerme algún día a vuestro lado.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.

¿Por qué, o Dios mío, no he de daros las más humildes gracias, cuando en esta breve consideración os habéis dignado comunicar a mi alma los importantísimos conocimientos de unas verdades que tan olvidadas y menospreciadas tenía por mi abandono y necedad? ¿Por qué no he de concluir este saludable ejercicio rindiéndoos las más profundas alabanzas, cuando en él siento haberse encendido en mi corazón la llama del amor divino, que tan amortiguada es taba por un necio desvarío y por una fatal corrupción de mi entendimiento? Y pues que vos, que sois la verdad infalible y el verdadero camino que conduce a la patria celestial, habéis tenido a bien de comunicar a mi alma los efectos propios de vuestro amor, con los que puedo distinguir lo cierto é indudable que me sea útil a la salvación, y lo falso y mentiroso que me precipitará a mi perdición, por tanto, Señor, quiero aprovecharme desde este momento de tan divinas instrucciones, para caminar con libertad y seguridad entre tantos estorbos y peligros como me presenta este mundo miserable, y de este modo llegar más pronto a unirme con vos. Consígalo así, Virgen Santísima, para vivir compadeciéndome de vuestros dolores y aflicciones, y cumpliendo la promesa que os hice de ser siervo vuestro. Esta sea mi ocupación, estos mis desvelos y cuidados en este valle de lágrimas, porque así después disfrute en la celestial Jerusalén de vuestra compañía, en unión de tantos fieles Servitas que recibieron ya el premio de vuestros servicios, reinando a vuestro lado por los siglos de los siglos. Amen.

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