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MES DE SEPTIEMBRE: 28° Día de la Mes de la Virgen de los Dolores

 


MES DE SEPTIEMBRE CONSAGRADO A LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA

ORACIÓN DE PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios y Señor mío, que por el hombre ingrato os hicisteis también hombre, sin dejar por eso la divinidad, y os sujetasteis a las miserias que consigo lleva tal condición; a vuestros pies se postran la más inferior de todas vuestras criaturas y la más ingrata a vuestras misericordias, trayendo sujetas las potencias del alma con las cadenas fuertes del amor, y los sentidos del cuerpo con las prisiones estrechísimas de la más pronta voluntad, para rendirlos y consagrarlos desde hoy a vuestro santo servicio. Bien conozco, dueño mío, que merezco sin duda alguna ser arrojado de vuestra soberana presencia por mis repetidas culpas y continuos pecados, sepultándome vuestra justicia en lo profundo del abismo en castigo de ellos; más la rectitud de mi intención, y el noble objeto que me coloca ante vos en este afortunado momento, estoy seguro, mi buen Dios, Dios de mi alma, suavizará el rigor de vuestra indignación, y me hará digno de llamaros sin rubor.... Padre de misericordia.

No es esta otra más que el implorar los auxilios de vuestra gracia y los dones de vuestra bondad para que, derramados sobre el corazón del más indigno siervo de vuestra Madre, que atraído por su amor y dulcemente enajenado por su fineza viene a pedir esta merced, reflexione y contemple debidamente sus amargos dolores, y causarla de esta manera algún alivio en cuanto sea susceptible con esta ocupación y la seria meditación de mis culpas. Concededme, Señor, lo que os pido por la intercesión de vuestra Madre, a quien tanto amáis. Y vos, purísima Virgen y afligidísima Reina mía, interponed vuestra mediación para que vuestro siervo consiga lo que pide. Yo, amantísima Madre de mi corazón, lo tengo por seguro de vuestra clemencia; porque sé que todo el que os venera alcanzará lo que suplica, y. aunque este en la tribulación se librará de ella, pues no tenéis corazón para deleitaros en nuestras desgracias, y disfrutáis de tanto poder en el cielo que tenéis el primado en toda nación y pueblo ¡Feliz mil veces acierto a conseguir vuestras gracias para emplearme en tan laudable ejercicio! Derramad, Señora, sobre mí vuestras soberanas bendiciones; muévase mi alma a sentimiento en la consideración de vuestros santísimos dolores; inflamese mi voluntad para amaros cada vez más. Entonces sí que os podré decir: "Oh Señora, yo soy tu siervo" Consiga yo, en fin, cuanto os pido, siendo para mayor honra de Dios y gloria vuestra, como lo espero, consiguiendo seguro la salvación de mi alma. Amén.

DIA XXVIII

¿Con que es verdad Madre mía, que la culpa ha sido la causa de vuestras penas?... ¿Con que la culpa ha ocasionado tantas desgracias?... No hay duda de que ella, quitando la vida tan cruelmente a vuestro querido Hijo, os llenó de amarguras y aflicciones tan excesivas... ¿Y sabiendo yo esto he de cometerla aún? ¿Conociendo yo que ella angustió vuestra alma, quitó la vida a vuestro predilecto Jesús, os privó de su compañía dulcísima y produjo desgracias sin semejantes me arrojo a su ejecución?... ¡Loco soy sin la menor duda!... ¡Perdido he el juicio y la razón!...

Pero, aunque motivos tan eficaces y poderosos como los que en el día de ayer me hizo mi Dios y Señor no me moviesen y convenciesen… aunque unos efectos tan sensibles como ha producido en mí Jesús y su Madre no me compeliesen a odiarla y aborrecerla de todo corazón ¿no serán suficientes los es tragos que en mi causa y ha causado? Duro y obstinado no he de llorar los males tan lastimosos que originó a mi adorable Redentor, y a su Madre amabilísima y mi generosa fiadora; pero con todo ¿no me rendiré y resolveré á detestarla por lo que en mi experimento?

Recurriré sino a examinar el tiempo pasado, presente y futuro, y encontraré claros motivos para mi desengaño En el tiempo pasado ¡infeliz de mí! antes de nacer al mundo era ya por la culpa enemigo de mi Dios, y no vería más su divino rostro, ni gozaría en la gloria de su presencia, si primero no purificase mi inmundicia en las aguas del Bautismo. Nací y disfruté la luz, pero gimiendo y llorando el penoso destierro a que venía, y las miserias y desdichas que tenía que padecer por la herencia adquirida por ella En el tiempo presente, experimentando sus funestos efectos ; ganando el sustento con el sudor de mi rostro; padeciendo mil incomodidades y enfermedades; sufriendo malísimos ratos de amargura y escrúpulos de conciencia por haberla cometido, y aumentado cada vez más la satisfacción por ella debida; peleando continuamente con las tentaciones y pasiones, y logrando la victoria con una suma dificultad por mi desventura, sujeto siempre y humillado á pedir al Señor los auxilios de su gracia En el tiempo futuro.

¡Oh calamidad é infortunio! me veré obligado a pagar su estipendio y pasar el duro trance de la muerte, teniendo después que sufrir el juicio de Dios, y recibir la pena que por ella haya merecido, purgándola hasta limpiarme, para entraren la gloria ¡Cuántos infortunios, alma mía, resultan de la miserable culpa! ¿Y no obstante la he de cometer?... ¿No he de escarmentar de una vez?... Ya es tiempo, Virgen tristísima, de que yo abra los ojos ya es ocasión de reflexionar los perjuicios que causó a vuestro inocente Jesús y á vos, Señora mía solo por esto me resuelvo á detestarla... por esto solo la detestaré eficazmente Ayudadme vos á cumplir mis propósitos, porque no deseo más que complaceros en todas las cosas y compadecer vuestras penas, porque así estoy seguro de participar vuestras glorias en la eterna Sion.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.

¿Por qué, o Dios mío, no he de daros las más humildes gracias, cuando en esta breve consideración os habéis dignado comunicar a mi alma los importantísimos conocimientos de unas verdades que tan olvidadas y menospreciadas tenía por mi abandono y necedad? ¿Por qué no he de concluir este saludable ejercicio rindiéndoos las más profundas alabanzas, cuando en él siento haberse encendido en mi corazón la llama del amor divino, que tan amortiguada es taba por un necio desvarío y por una fatal corrupción de mi entendimiento? Y pues que vos, que sois la verdad infalible y el verdadero camino que conduce a la patria celestial, habéis tenido a bien de comunicar a mi alma los efectos propios de vuestro amor, con los que puedo distinguir lo cierto é indudable que me sea útil a la salvación, y lo falso y mentiroso que me precipitará a mi perdición, por tanto, Señor, quiero aprovecharme desde este momento de tan divinas instrucciones, para caminar con libertad y seguridad entre tantos estorbos y peligros como me presenta este mundo miserable, y de este modo llegar más pronto a unirme con vos. Consígalo así, Virgen Santísima, para vivir compadeciéndome de vuestros dolores y aflicciones, y cumpliendo la promesa que os hice de ser siervo vuestro. Esta sea mi ocupación, estos mis desvelos y cuidados en este valle de lágrimas, porque así después disfrute en la celestial Jerusalén de vuestra compañía, en unión de tantos fieles Servitas que recibieron ya el premio de vuestros servicios, reinando a vuestro lado por los siglos de los siglos. Amen.

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