Cada 26 de julio se celebra en la Iglesia Católica la fiesta de los padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús, San Joaquín y Santa Ana.
Ambos santos, llamados patronos de los abuelos, fueron personas de profunda fe y confianza en Dios; y los encargados de educar en el camino de la fe a su hija María, alimentando en ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión.
Benedicto XVI, un día como hoy en 2009, resaltó -a través de las figuras de San Joaquín y Santa Ana-, la importancia del rol educativo de los abuelos, que en la familia “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida”.
Grande es la dignidad de Santa Ana por ser la Madre de la Virgen María, predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de Dios, la santificada desde su concepción, Virgen sin mancilla y mediadora de todas las gracias.
Nada nos dicen los libros sagrados sobre los padres de la Santísima Virgen, pero Ana es una palabra hebrea que significa gracia. Esto nos basta para saludar en la esposa de San Joaquín al tipo de la mujer fuerte, adornada con todas las virtudes que nos pinta la Epístola de este día.
Conocemos a Santa Ana sólo por ciertas tradiciones que se pueden remontar hasta la primera mitad del siglo II. Los padres de la Virgen María constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con el nuevo: Recibieron la bendición del Señor» y por ellos nos llega «la salvación prometida a todos los pueblos». Dieron el ser a aquella de la que había de nacer el Hijo único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno les pueda saludar en estos términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación entera os es deudora; por vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente entre todos los dones: una madre venerable, la única digna de Aquel que la creó».
La devoción de los fieles a Santa Ana es una prolongación de la devoción que profesan a la Santísima Virgen, de quien fue madre. El culto de Santa Ana, que nos viene del Oriente, se extendió a occidente en la época de las cruzadas. El papa León XIII elevó su fiesta a doble de segunda clase.
Veneración a Santa Ana
Una antigua tradición, que arranca del siglo II, la conoce como Santa Ana o Ana, casada con Joaquín, siendo la madre de la Virgen María y por tanto la abuela de Jesús de Nazaret. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X.
En la Iglesia del Oriente ya se veneraba a Santa Ana en el siglo IV. La mejor prueba de ello es que el emperador Justino I (+565) le dedicó una iglesia. La devoción a Santa Ana se encuentra en los mas antiguos documentos litúrgicos de la Iglesia griega. En el Occidente no se venera a Santa Ana, excepto quizás en el sur de Francia, hasta el siglo XIII. Su imagen, pintada en el siglo VIII en estilo Bizantino, fue mas tarde encontrada en la iglesia de Santa María Antiqua en Roma. Su fiesta, bajo la influencia de la "Leyenda Dorada", aparece en el siglo XIII donde se celebraba el 26 Julio.
En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana, concediendo la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente, tal como se lo habían pedido algunos ingleses. Muy probablemente la ocasión de dicho decreto fue el matrimonio del rey Ricardo II con Ana de Bohemia, que tuvo lugar en ese año. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de Occidente en 1584.
Veneración de Santa Ana en la actualidad
En la actualidad cientos de ciudades y pueblos la tienen como patrona. Santa Ana es venerada en Notre Dame D'Auray, en la diócesis de Vannes. También en Canadá, donde es la principal patrona de la provincia de Quebec. En España es venerada en diversas provincias o departamentos como en Cuenca, Burgos, Asturias, Tenerife. En muchos otros países es también motivo de culto como en Estados Unidos, Puerto Rico, Francia, Italia, Cuba, Austria, Alemania, El Salvador y México.
Oración a santa Ana
Oh Madre la más dichosa de todas las madres.
Interceded por mi con vuestro nieto según la carne,
el Salvador del mundo, Dios de todo consuelo y Padre
de misericordia, y alcanzadme la gracia de caminar en
la santidad y la justicia todos los días de mi vida, el consuelo
en las tribulaciones, la defensa en los peligros, el remedio
de los males presentes, la preservación de los futuros,
y sobre todo el don que corona todos los dones, el don
de la perseverancia final. Amén.
Oh Dios, que, con preferencia a todos los demás santos, escogiste a San Joaquín para ser padre de la Madre de tu hijo: te suplicamos nos hagas experimentar siempre el patrocinio de aquel cuya fiesta con reverente culto celebramos. Por Nuestro Señor Jesucristo.
El Santo Patriarca San Joaquín era el esposo de Santa Ana, y el padre de Nuestra Señora. Esta fiesta, originariamente celebrada el 20 de marzo, fue trasladada al día siguiente de la Asunción para asociar a su Santísima Hija con el triunfo de su santo padre.
Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los nombres San Joaquín y Santa Ana a los padres de la Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente.
No conocemos de San Joaquín y Santa Ana con certeza mas que sus nombres y el hecho de que fueron los santos padres de la Madre de Dios. Lo que relatan sobre ellos los libros apócrifos no es todo confiable y es difícil distinguir lo cierto de la leyenda.
Es tradición que los padres de Santa María, que aparentemente vivieron primero en Galilea, se instalaron después en Jerusalén; donde nació y creció Nuestra Señora; allí también murieron y fueron enterrados.
San Juan Damasceno, San Epifanio y San Gregorio Niseno, atribuyen y con razón, como fruto de las oraciones de Joaquín y Ana, el inapreciable tesoro con que Dios les colmó de dicha por el nacimiento de la pura e inmaculada María, libre del pecado original, perfección de todas las perfecciones y espejo de justicia.
Fueron Joaquín y Ana los casados más santos que hasta allí hubo en el mundo, y su matrimonio fue en el que más se había agradado a Dios, y así dijo un ángel a Santa Brígida: «Como Dios hubiese visto todos cuantos matrimonios consumados, santos y honestos ha habido desde la creación del mundo hasta el último que se hiciere al fin de él: ninguno vio semejante al de San Joaquín y Santa Ana, en tanta caridad divina y honestidad; y así plugó que se engendrase el cuerpo de su castísima Madre de este santo matrimonio». Concedióles el Señor por sus virtudes esta inapreciable dicha y por ella vemos a cuánto alcanza el poder de la oración y honestas costumbres ante la mirada de Dios, y cómo recompensa a quienes con la fe y el ejemplo proclaman su grandeza y consiguen de Él cuanto nuestros deseos, apoyados en la fe, desean, su apoyo y protección en nuestros dolores y quebrantos terrenales con los que se purifica nuestra alma para hacernos dignos de su grande misericordia.
Una iglesia, conocida en distintas épocas como Santa María, Santa María ubi nata est, Santa María in Probática, Sagrada Probática y Santa Ana fue edificada en el siglo IV, posiblemente por Santa Elena, en el lugar de la casa de San Joaquín y Santa Ana, y sus tumbas fueron allí veneradas hasta finales del siglo IX.
Asociado por Julio II al 20 de marzo, la solemnidad fue suprimida unos cinco años después, restaurada por Gregorio XV (1622), fijada por Clemente XII (1738) en el domingo posterior a la Asunción, y fue finalmente León XIII quien, el 1 de agosto de 1879, dignificó la fiesta de estos esposos.
San Joaquín es el santo patrón de los padres, los abuelos, los casados, los ebanistas y los fabricantes de lino.
Oración a san Joaquín
Glorioso San Joaquín,
me pongo bajo vuestra protección.
Ayúdame a imitar en todo a vuestra gloriosa hija,
La Santísima Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra.
Que, imitándola a ella, llegue yo a conocer, amar y servir a Dios con todo mi corazón hasta mi último suspiro.
Te lo pido por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oración a los santos Joaquín y Ana
Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión.
Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.
Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve. Amén.
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